Con los ojos abiertos
La literatura es una declaraci¨®n de fe en el poder de las palabras, por eso somos testigos de cargo contra la injusticia
El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, canta Pablo Milan¨¦s en A?os. Ahora que llega la fecha de la ceremonia de entrega del premio Cervantes que recibir¨¢ el gran Luis Mateo Diez, primer ciudadano de Celama, hago las cuentas y ya han pasado seis a?os desde que en un abril parecido sub¨ª las escalinatas del p¨²lpito del paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares para decir mi propio discurso.
Y revisando la lista de premiados, que a medida que crece va alej¨¢ndome en el tiempo, encuentro, con no poco gozo, que entre los ¨²ltimos dominan los poetas, Ida Vitale, Joan Margarit, Francisco Brines, Cristina Peri Rossi, Rafael Cadenas, un justo reconocimiento de que la poes¨ªa est¨¢ en la esencia de nuestra literatura. Sin ella, la prosa no existir¨ªa.
En aquel discurso de Alcal¨¢ en 2018, record¨¦ lo que hab¨ªa ducho sobre la poes¨ªa otro premio Cervantes, Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, al recibirlo en 2012: ¡°Esa emoci¨®n verbal, esas palabras que van m¨¢s all¨¢ de sus propios l¨ªmites expresivos y abren o entornan los pasadizos que conducen a la iluminaci¨®n, a esas ¡®profundas cavernas del sentido a que se refer¨ªa San Juan de la Cruz¡¯¡§.
El 23 de abril es el d¨ªa internacional del libro, cuando se conmemora la muerte de Cervantes, de Shakespeare y del Inca Garcilaso, y tiene lugar la ceremonia de entrega del premio Cervantes. El mes florido de la primavera boreal. Pero en Nicaragua, abril es el mes m¨¢s cruel, como ense?a Elliot en La tierra bald¨ªa.
Lejos de la primavera, abril es en Nicaragua el mes ardiente de la estaci¨®n seca que all¨¢ llamamos verano, el mes ¡°del viento caliente, y el aire que huele a quemado¡±, como recuerda Ernesto Cardenal en Hora O, ¡°los soles borrosos y rojos como sangre/y las lunas enormes y rajas como soles, /y las quemas lejanas, de noche, como estrellas¡¡±.
El mi¨¦rcoles 18 de abril, pocos d¨ªas antes de que tuviera lugar la ceremonia del Cervantes aquel a?o de 2018, un grupo de jubilados que protestaba en las calles de la ciudad de Le¨®n contra la decisi¨®n del r¨¦gimen de elevar el monto de las cotizaciones del seguro social, al tiempo que cargaba un gravamen sobre las pensiones de los asegurados, hab¨ªan sido agredidos por una turba oficialista, y las im¨¢genes de los ancianos derribados y pateados en el suelo, transmitidas por los tel¨¦fonos m¨®viles hab¨ªan provocado nuevas manifestaciones de protesta en Managua y otros lugares, que fueron creciendo en la medida en que eran reprimidas.
Los antimotines de la polic¨ªa trataban de disolver por la fuerza bruta las manifestaciones, los estudiantes universitarios a la cabeza, y comenzaron a caer derribados los ¨¢rboles de la vida, las extra?as armazones de fierro con poderes m¨¢gicos plantadas en calles y plazas, y la represi¨®n, ahora en manos de los paramilitares, empezaba ya a sumar muertos. El lunes 23 de abril, cuando sub¨ª al p¨²lpito del paraninfo en Alcal¨¢ de Henares, el n¨²mero de asesinados llegaba ya a 20, y en los meses siguientes ir¨ªa creciendo hasta alcanzar m¨¢s de cuatrocientos, muchos de ellos v¨ªctimas de francotiradores.
Las protestas hab¨ªan alcanzado a movilizar a la comunidad de nicarag¨¹enses en Madrid, y el domingo, el d¨ªa anterior a la ceremonia del premio, se celebr¨® una demostraci¨®n en la Puerta del Sol, a la que asist¨ª junto con Gioconda Belli. Una muchacha prendi¨® en mi camisa un lazo de luto, y esa noche, de regreso en el hotel, saqu¨¦ de la carpeta el discurso que ten¨ªa preparado, y agregu¨¦ a mano un p¨¢rrafo inicial, que luego pas¨¦ al ordenador: ¡°Perm¨ªtanme dedicar este premio a la memoria de los nicarag¨¹enses que en los ¨²ltimos d¨ªas han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de j¨®venes que siguen luchando sin m¨¢s armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser rep¨²blica¡±.
No pod¨ªa ser de otra manera. Ten¨ªa que dar congruencia a mi discurso, que era una alabanza de mi propia lengua cervantina, y dariana, y a la vez una declaraci¨®n de fe en el poder de las palabras. Una literatura con los ojos abiertos: ¡°Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio¡ somos m¨¢s bien testigos de cargo¡±. Y el lazo de luto que me hab¨ªa dado la muchacha nicarag¨¹ense, lo llev¨¦ prendido a en la solapa. Un duelo a¨²n vivo.
Tres a?os despu¨¦s, cuando volv¨ª a Madrid para presentar mi novela Tongolele no sab¨ªa bailar, ven¨ªa ya a vivir aqu¨ª como desterrado. Despu¨¦s me quitar¨ªan la nacionalidad. El tiempo, implacable que pasa mientras nos hacemos m¨¢s viejos, y Pablo Milan¨¦s en mi memoria, cuando, como si fuera ayer, nos abrazamos en la puerta de la librer¨ªa Alberti de la calle del Tutor, donde se hizo la presentaci¨®n, hasta donde hab¨ªa llegado ¨¦l en silla de ruedas, un abrazo que ser¨ªa un adi¨®s porque ya nunca volvimos a vernos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.