La concordia de los desmemoriados
La memoria de algunos nost¨¢lgicos no alcanza a aquel pa¨ªs de mi juventud en el que una persona conservadora y otra de izquierdas pod¨ªan compartir incluso amistad

Hemos dejado que nos arrebaten las palabras que m¨¢s apreci¨¢bamos. ?Qu¨¦ significa la palabra libertad si es veneno en boca de quien celebra una libertad avasalladora que ignora la fragilidad del otro? ?Qu¨¦ significa la palabra verdad cuando est¨¢ continuamente vulnerada por la sacrosanta opini¨®n personal o por el burdo fanatismo? Ahora le ha tocado el turno al t¨¦rmino concordia usado de manera taimada con el odioso fin de no reparar injusticias pasadas, mostrando a la vez desd¨¦n hacia cualquier tipo de acuerdo en el presente. Siendo nost¨¢lgicos, como aseguran ser, de ¨¦pocas mejores en las que reinaba la libertad, la verdad y la concordia, no se acuerdan de nada. Su memoria no alcanza a aquel pa¨ªs de mi juventud en el que una persona conservadora y otra de izquierdas pod¨ªan compartir incluso amistad. No se acuerdan de que el comunista Carrillo depart¨ªa con Herrero de Mi?¨®n, no se acuerdan ni saben de cuando un republicano ¨¢crata como Fern¨¢n G¨®mez recib¨ªa la medalla del trabajo de manos de un rey y se lo brindaba a su madre mon¨¢rquica, no se acuerdan, pero muchos de nosotros s¨ª, de que un c¨®mico pod¨ªa declararse comunista y al mismo tiempo ser aplaudido por todo tipo de p¨²blico, no se acuerdan de que en cualquier pel¨ªcula de Berlanga los bulliciosos planos secuencia estaban habitados por c¨®micos de distinto signo, no se acuerdan de aquellos ya irrealizables debates de La Clave en los que consegu¨ªan escucharse unos a otros hablando de temas a¨²n tiernos e inexplorados, del asesinato de Lorca, por ejemplo.
Fue un momento ins¨®lito, del que hay cosas que celebrar, como esa conversaci¨®n posible, aunque si uno decide ser fiel a la verdad reconoce que quedaron asuntos que abordar que hoy la derecha considera divisorios. En la superficie hab¨ªa cierta concordia, s¨ª, pero la limpieza del fondo se dej¨® para m¨¢s adelante: aquel no era el momento. El momento de sacudir la alfombra se aplaz¨®, hoy se prefiere una desmemoria parcial e ideol¨®gica. Estos d¨ªas pasados han ocurrido dos cosas vergonzosas que han quedado sepultadas bajo el manto de lo que era m¨¢s urgente: dos de los c¨®micos m¨¢s queridos de este pa¨ªs, Paco Rabal y Asunci¨®n Balaguer, han visto retirados sus nombres del callejero de Alpedrete (Madrid) por un Ayuntamiento del PP y Vox. La plaza de Francisco Rabal se ha convertido en Plaza de Espa?a y el Centro Cultural Asunci¨®n Balaguer en La Cantera. Se ha hecho de tapadillo, para no dar explicaciones. Esto es como llegar al escal¨®n m¨¢s bajo del ensa?amiento. Grandes artistas que tras morir Franco pudieron expresar abiertamente lo que pensaban porque cre¨ªan conquistado un pa¨ªs en el que la libertad era eso.
Para redondear el ignominioso cap¨ªtulo de las placas, la se?ora Ayuso ha reiterado que no habr¨¢ una para homenajear a los que fueran torturados en la antigua Direcci¨®n General de Seguridad (DGS), hoy presidencia de la Comunidad de Madrid. Recordar a las v¨ªctimas del franquismo divide, dice, y ella solo apuesta por las placas que nos unen. ?A qui¨¦nes? Poco le falta para retirar el cabez¨®n de Goya por afrancesado. Hace un a?o se manifestaron all¨ª m¨¢s de veinte asociaciones de represaliados de la dictadura y pegaron en uno de los muros un humilde cartelillo que rezaba: ¡°En recuerdo a todas las personas aqu¨ª detenidas, encarceladas, torturadas y asesinadas en la DGS durante la dictadura por defender la libertad, la democracia y la justicia social¡±. Libertad de pensamiento, sexual, de expresi¨®n. Libertad bien entendida. Qu¨¦ triste ver c¨®mo se niega este humilde homenaje a quienes a¨²n han visto reconocida su papel esencial en la lucha por la democracia. Como es l¨®gico, reclaman esta reparaci¨®n en el lugar en el que actuaron los torturadores Roberto Conesa y Billy el Ni?o. Es perverso observar c¨®mo quienes les niegan el reconocimiento ocupan hoy aquellas siniestras estancias. En otro pa¨ªs habr¨ªa sido el l¨®gico lugar para un centro de memoria, en otro pa¨ªs.
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