Catalu?a y el hecho diferencial
Con independencia de cu¨¢l sea el resultado, me parece fuera de toda duda que estas elecciones, como las vascas, nos introducen en un escenario pol¨ªtico muy diferente al que nos encontramos en cualquier otra elecci¨®n ¡°regional¡±
No se entiende muy bien c¨®mo el BBVA ha elegido este momento precisamente para anunciar su opa hostil contra el Sabadell, en plena campa?a de las elecciones catalanas. La reacci¨®n ha sido la previsible, todo el mundo se ha posicionado en contra, empezando por el Gobierno y la Generalitat, y abarcando a todas las fuerzas pol¨ªticas sin excepci¨®n. Lo m¨¢s interesante de todo, sin embargo, es que saca a la luz ¡ªo vuelve a recordarnos¡ª c¨®mo la l¨®gica de la econom¨ªa no se deja atrapar f¨¢cilmente por identidades particularistas. O, si lo prefieren, que el mundo de la econom¨ªa no atiende a m¨¢s razones que las propias de este subsistema, no tiene un coraz¨®n patri¨®tico. Prueba de ello es que a la UE esta operaci¨®n le parece de perlas. Y ella es el regulador en ¨²ltima instancia. Un regulador fr¨ªo y calculador, muy alejado de los humores y transpiraciones que suelen hacer acto de presencia en unas elecciones como estas, tan cargadas de particularismo.
Aqu¨ª es donde me gustar¨ªa aterrizar, porque, con independencia de cu¨¢l sea el resultado, algo sobre lo que no voy a especular, lo que me parece fuera de toda duda es que estas elecciones, como las vascas, nos introducen en un escenario pol¨ªtico muy diferente al que nos encontramos en cualquier otra elecci¨®n ¡°regional¡±. En otras palabras, su hecho diferencial se hace m¨¢s que palpable. No ya solo por el protagonismo que tienen los partidos aut¨®ctonos, sino por los discursos y la propia emocionalidad que rebosan. Es posible que la econom¨ªa viva en un fr¨ªo mundo paralelo, pero la pol¨ªtica no tiene m¨¢s remedio que hacerse cargo de esa sensibilidad distinta, ciertamente densa. De hecho, es lo que venimos haciendo desde la Transici¨®n, tratar de acomodarla al Estado auton¨®mico. A trancas y barrancas, claro. Primero, porque la Constituci¨®n establece unos l¨ªmites claros, pero ha permitido a la vez una gran holgura a la hora de ir incrementando el autogobierno de estas regiones hist¨®ricas. Y luego, porque los imperativos de la gobernabilidad han hecho de la necesidad virtud, y los dos grandes partidos nacionales se han visto impelidos a ir haciendo concesiones.
El proc¨¦s rompi¨® con esta home¨®stasis o equilibrio inestable con el que ven¨ªamos funcionando, pero seguimos navegando por la historia sin un mapa claro. Esta campa?a no ha contribuido a clarificarlo porque todav¨ªa arrastra la resaca del desaguisado. Quiz¨¢ por eso mismo la gesti¨®n ha pasado al primer plano. Pero el independentismo tiene clara su hoja de ruta. No as¨ª nuestros dos grandes partidos. El PSOE sigue prisionero de las demandas que se ve obligado a aceptar para mantenerse en el Gobierno, pero ahora mismo ignoro cu¨¢l es su modelo de Estado fuera de las vagas declaraciones sobre el federalismo. Imagino que ser¨¢ lo que vaya quedando despu¨¦s de las distintas concesiones. ?Y el PP? Hubiera estado bien que nos enter¨¢ramos de una vez en esta campa?a c¨®mo desea integrar a las dos regiones con hechos diferenciales tan manifiestos. Silencio, fuera de alguna alusi¨®n a la Constituci¨®n. El marco legal no es, desde luego, algo que se pueda infringir, pero sus resultados electorales en estos territorios deber¨ªan ponerles las pilas.
Lo ¨²nico cierto es que nos falta una reflexi¨®n conjunta sobre lo mucho que nos une ¡ªy aqu¨ª entran tambi¨¦n las constricciones econ¨®micas que vimos en el caso de los bancos¡ª, pero tambi¨¦n sobre aquello en lo que somos diferentes. Fuera de intereses pol¨ªticos puntuales, poniendo el acento en la convivencia y el respeto mutuo y alejados de soflamas. Puede que sea un ingenuo, pero cualquier otra alternativa siempre ser¨¢ peor.
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