Cansancio de la democracia
Las elecciones europeas van a servir de term¨®metro para medir hasta qu¨¦ punto las propuestas de la ultraderecha seducen a quienes lo est¨¢n pasando peor
Ser¨ªa interesante poder conocer ahora hasta d¨®nde llega el desaliento. Las elecciones al Parlamento Europeo est¨¢n a la vuelta de la esquina, y las encuestas avisan de que crecer¨¢n los partidos de ultraderecha. Conocer cu¨¢n profundo es el desaliento (y la rabia y la desesperanza), y hasta qu¨¦ punto hacen da?o las heridas que desgarran a los m¨¢s j¨®venes por su falta de expectativas, o medir el tama?o de la desconfianza entre los votantes por las viejas instituciones y por los pol¨ªticos o si sigue creciendo el miedo a un futuro cada vez m¨¢s oscuro. Las cosas no est¨¢n seguramente tan mal como lo estuvieron hacia 1917 en Rusia. En diciembre de ese a?o, poco tiempo despu¨¦s de la Revoluci¨®n de Octubre, Lenin dijo: ¡°Nosotros diremos al pueblo que sus intereses son superiores a los de las instituciones democr¨¢ticas¡±. Y esos intereses eran entonces los de poder comer y los de vivir en paz, lejos de la guerra. As¨ª que al diablo la democracia si los bolcheviques me prometen un poco de consuelo, me alejan de las trincheras, y me facilitan una sopa y unos cuantos mendrugos de pan.
Es evidente que nadie va a comprar en este momento un mensaje que reniegue de la democracia. Hay, sin embargo, algunas se?ales inquietantes. Como bot¨®n de muestra puede servir la encuesta que hizo el Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨® de la Generalitat hace unos meses. La cuesti¨®n que planteaba obligaba a tomar posici¨®n un poco m¨¢s all¨¢ de la habitual celebraci¨®n (incontestable) de la democracia. ¡°Prefiero vivir en un pa¨ªs capaz de garantizar un nivel de vida adecuado, aunque no sea del todo democr¨¢tico¡±, esa era una de las opciones sobre las que hab¨ªa que pronunciarse, y a casi un 40% de los que fueron preguntados les pareci¨® que s¨ª, que prefer¨ªan perder libertades y derechos si viv¨ªan mejor. Los que estaban entre los 16 y los 24 a?os fueron los m¨¢s entusiastas: un 57,2%. Entre los de 25 a 34, la apoyaron un 42%, y entre los de 35 a 49, un 41,8%. Los que superaban esas edades fueron m¨¢s esc¨¦pticos: entre los 50 a los 64, compartieron la premisa un 30,7%, y un 32%, los mayores de 65. Un 73,9% de los encuestados que se reconocieron pr¨®ximos a Vox respondieron a favor.
Hoy no tienen recorrido proclamas como esa de Lenin que con un sopapo fulminaba a la democracia, pero s¨ª funcionan algunas que resultan m¨¢s sibilinas y que cuestionan sus fatigosos procedimientos, la separaci¨®n de poderes, el respeto a las minor¨ªas, la libertad de expresi¨®n, el reconocimiento del otro. Son las que insisten en que la democracia no da de comer, que solo favorece a los poderosos, que facilita la corrupci¨®n de los pol¨ªticos, que se desentiende de los m¨¢s j¨®venes, que abre las puertas a los enemigos de la civilizaci¨®n, etc¨¦tera. Si el desaliento es muy grande, igual esos mensajes terminan calando.
En La Europa negra (Barlin Libros), Mark Mazower escribi¨® que, a mediados de los a?os treinta, ¡°el liberalismo parec¨ªa cansado, la izquierda organizada hab¨ªa quedado aplastada, y las ¨²nicas pugnas acerca de la ideolog¨ªa y de la gobernaci¨®n ten¨ªan lugar dentro de la derecha, entre autoritarios, conservadores tradicionales, tecn¨®cratas y extremistas radicales¡±. No siempre sirve referirse a ¨¦pocas remotas, pero la observaci¨®n del historiador brit¨¢nico puede ser ¨²til para reconocer que, entonces como ahora, en Europa los rostros de la derecha son diferentes. Y que seguramente no baste solo con enarbolar frente a sus planes el discurso del miedo; quiz¨¢ sea m¨¢s necesario desenmascararlos, y superar el cansancio para defender ideas, proyectos y argumentos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.