Ni Leviat¨¢n ni Calamar
La extrema derecha no crece por motivos econ¨®micos, sino pol¨ªticos: mucha gente est¨¢ hu¨¦rfana de representaci¨®n
Los franc¨®filos est¨¢n tristes: tras el domingo, Francia es una referencia averiada. Le Pen ha ganado y las dem¨¢s fuerzas no solo han perdido, sino que tambi¨¦n est¨¢n confundidas sobre si seguir con el cord¨®n sanitario. Los angl¨®filos no pasan sus mejores horas. El Reino Unido ha dejado ser el teatro pol¨ªtico m¨¢s serio de Occidente para ser una comedia de pol¨ªticos mentirosos (Johnson), radicales (Truss) e incompetentes (Sunak). Sus protagonistas ya no interpretan al elegante Laurence Oliver, sino al payaso Benny Hill. Mientras, en EE UU solo un anciano con las facultades mentales en entredicho podr¨ªa impedir la victoria de un Trump que, a diferencia de 2016, viene con un equipo preparado para controlar toda la administraci¨®n americana. Y los german¨®filos, con una Alternativa por Alemania marcando el ritmo pol¨ªtico, y los italian¨®filos, con Meloni al volante, tampoco est¨¢n de enhorabuena.
?Por qu¨¦ la gente abandona a la izquierda solvente (como los socialdem¨®cratas en Alemania o Finlandia), la derecha responsable (como los republicanos moderados en EE UU o Francia) y el centro moderno (como Rutte o Macron)? Al tratarse de un fen¨®meno complejo y transversal, el auge de la extrema derecha atrae las explicaciones simples y rectas: tiene que ser algo tangible e importante. O sea, la econom¨ªa. El paro estructural, la inflaci¨®n persistente y la desigualdad creciente ser¨ªan el alimento de los populistas de derechas. Y, sin duda, las condiciones materiales influyen. Pero, sobre todo, es la extrema derecha la que juega con los factores econ¨®micos: si me vot¨¢is, os dar¨¦ comida y cobijo. Gran parte del ¨¦xito de Le Pen en Francia se debe a sus propuestas de preferencia nacional; es decir, de discriminaci¨®n contra los inmigrantes, y sus hijos e hijas, en el acceso al empleo p¨²blico, ayudas sociales y vivienda. Eso no es moderaci¨®n o ¡°desdiabolizaci¨®n¡±, sino xenofobia.
La extrema derecha no crece por motivos econ¨®micos, sino pol¨ªticos. Mucha gente est¨¢ hu¨¦rfana de representaci¨®n. Tanto la soluci¨®n tradicional de la derecha (el mercado) como de la izquierda (el Estado) son vistas con escepticismo, pero no por la debilidad de ambas f¨®rmulas, sino por su fortaleza, que es percibida como opresiva. Muchos ciudadanos tienen la sensaci¨®n de vivir atrapados entre dos grandes monstruos: el Leviat¨¢n del gobierno, que constri?e sus vidas con regulaciones mal explicadas, y el Gran Calamar de las corporaciones tecnol¨®gicas y financieras, que amenazan sus trabajos. Ahora bien, el engendro que viene es peor.
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