Balance de 14 a?os de conservadurismo en el Reino Unido: austeridad, Brexit y estancamiento
Si las encuestas se confirman y el 4 de julio vence el Partido Laborista, los ¡®tories¡¯ entregar¨¢n un pa¨ªs peor del que recibieron
A las once de la ma?ana de un d¨ªa cualquiera entre semana, media docena de personas merodean ya en la puerta de North Paddington Foodbank, al oeste de Londres. A¨²n faltan cinco horas para que el almac¨¦n de v¨ªveres abra sus puertas, pero esperar¨¢n todo ese tiempo para llevarse a casa una bolsa con una variedad b¨¢sica de alimentos. Para entonces ser¨¢n ya muchos m¨¢s los que hagan fila. Miran con recelo al periodista, y prefieren evitar las preguntas.
En la sexta naci¨®n m¨¢s rica del planeta hay actualmente cerca de 3.000 bancos de alimentos, que proporcionan un sustento necesario a millones de usuarios. En concreto, la organizaci¨®n Trusell Trust, la mayor red filantr¨®pica de asistencia en el Reino Unido, reparti¨® en el ejercicio fiscal de 2022-2023 tres millones de raciones de comida. Un 37% m¨¢s que el a?o anterior, 1,14 millones de esas porciones, para menores de edad.
¡°No es justo que nuestra red de seguridad social no pueda proteger a los ciudadanos frente a la necesidad de tener que saltarse comidas, de mantener apagados electrodom¨¦sticos b¨¢sicos o de que sus hogares permanezcan oscuros o fr¨ªos¡±, denuncia Beatrice Orchard, directora de Pol¨ªticas y Asuntos P¨²blicos de la ONG.
Catorce a?os de gobiernos conservadores en el Reino Unido han dejado un pa¨ªs con mayores desigualdades, lami¨¦ndose las heridas del Brexit, que se a?aden a las provocadas por la pandemia o la guerra de Ucrania. El Ejecutivo de David Cameron inici¨® una era de austeridad, para remontar la crisis financiera de 2007, que fren¨® en seco la inversi¨®n p¨²blica y privada. El pa¨ªs sufre ahora un doble desaf¨ªo: estancamiento y falta de productividad. Si el Partido Laborista, como anticipan todas las encuestas, gana las elecciones el pr¨®ximo 4 de julio, su candidato, Keir Starmer, tendr¨¢ una complicada tarea por delante.
A¨²n son muchas las fortalezas brit¨¢nicas, como un claro liderazgo en la exportaci¨®n de servicios, una poblaci¨®n muy cualificada, unas universidades con un inmenso prestigio y un mercado laboral flexible y ¨¢gil, pero es un pa¨ªs que arrastra deficiencias estructurales y un deterioro de los servicios p¨²blicos que los tories fueron incapaces de corregir en d¨¦cada y media.
Este es un repaso al estado del Reino Unido ante unas elecciones cruciales en su historia reciente.
Coste de la vida
El Gobierno de Boris Johnson apost¨® su suerte a que la pandemia, un tsunami devastador que afect¨® a medio mundo, ayudar¨ªa a camuflar gran parte de las consecuencias negativas que el Brexit, seg¨²n anticiparon todos los expertos, iba a traer consigo.
Pero aquella decisi¨®n a¨²n agrav¨® m¨¢s las cosas, porque Downing Street hab¨ªa impulsado ya, cuando arreci¨® la crisis sanitaria, una Ley de Inmigraci¨®n profundamente restrictiva, al amparo de su divorcio de la UE.
A finales de 2021, el Reino Unido se dio de bruces con un fuerte problema de desabastecimiento. Algunos establecimientos de la cadena de comida r¨¢pida McDonald?s se vieron obligados a cerrar por falta de materia prima, y las estanter¨ªas de grandes supermercados como Sainsbury?s aparec¨ªan desoladamente vac¨ªas.
La principal patronal, la CBI, calcul¨® entonces que el Reino Unido necesitar¨ªa al menos 100.000 camioneros m¨¢s para paliar los crecientes problemas de desabastecimiento. Y no era solo ese uno de los principales agujeros. Faltaban trabajadores capaces de manejar maquinaria pesada, y tambi¨¦n transportistas de trayecto corto. Y personal para las plantas procesadoras de alimentos, para el cuidado de ganado o la recolecci¨®n de frutas, hortalizas y flores. No hab¨ªa dependientes suficientes para las tiendas, operarios para los almacenes, personal de limpieza para hoteles y oficinas. Ni carpinteros, ni electricistas; ni ingenieros mec¨¢nicos ni trabajadores para las plantas de ensamblaje.
Y al desaparecer la pandemia, lleg¨® la inflaci¨®n. Un 11%. Los precios de la electricidad o el gas se dispararon. En abril de 2023, el gasto anual en energ¨ªa del hogar medio brit¨¢nico aument¨® en m¨¢s de 1.600 euros (casi 1.800 d¨®lares); la cesta de la compra, en casi 1.200 euros (1.270 d¨®lares).
En octubre de ese a?o, el salario medio semanal del Reino Unido era de unos 730 euros (790 d¨®lares). Ligeramente por debajo de lo que era en 2008, sin contar la inflaci¨®n. ¡°La combinaci¨®n de un bajo crecimiento y una alta desigualdad ha resultado t¨®xica para los brit¨¢nicos de las clases medias y bajas. Ambos segmentos son hoy m¨¢s pobres que sus equivalentes en pa¨ªses con los que nos solemos comparar, como Francia, Holanda, Canad¨¢, Alemania o Australia. Por eso nos cuesta tanto hacer frente, por ejemplo, a una subida del recibo de la electricidad¡±, explica Torsten Bell, el economista que dirigi¨® durante los ¨²ltimos a?os el prestigioso centro progresista de an¨¢lisis econ¨®mico Resolution Foundation y hoy es candidato del Partido Laborista, en su libro Great Britain? How We Get Our Future Back (?Gran Breta?a? C¨®mo reconquistar nuestro futuro). ¡°Somos una naci¨®n estancada¡±, sostiene.
La crisis de la sanidad
En la ceremonia inaugural de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres en 2012, uno de los n¨²meros centrales era una coreograf¨ªa de enfermeras, m¨¦dicos, pacientes y camas de hospital que bailaban en torno a las gigantescas letras NHS (National Health Service, Servicio Nacional de Salud). La joya de la corona. La sanidad p¨²blica brit¨¢nica, creada en 1948 e imitada en todo el mundo.
La lista de espera para obtener un tratamiento prescrito por el m¨¦dico de familia o por el especialista alcanz¨® en Inglaterra (Escocia, Gales e Irlanda del Norte, con autonom¨ªa sanitaria, sufren problemas similares) en 2023 la cifra r¨¦cord de 7,8 millones de pacientes. En 2020, el n¨²mero era de 4,6 millones. A principios de 2010, de 2,3 millones. Cerca de 400.000 personas han tenido que esperar m¨¢s de un a?o para ser atendidas.
El Reino Unido sufri¨® en 2023 el invierno del descontento en la sanidad p¨²blica. Enfermeras, personal de emergencias, conductores de ambulancias, m¨¦dicos residentes¡ un grupo tras otro protagonizaron semanas consecutivas de huelga para reclamar una subida salarial. Una inflaci¨®n de doble d¨ªgito y 14 a?os de congelaci¨®n de los sueldos hab¨ªan puesto contra la pared a gran parte del personal sanitario.
M¨¢s de un mill¨®n de citas y operaciones programadas tuvieron que ser canceladas o desplazadas a una nueva fecha. Y sin embargo, como pudo comprobar este corresponsal, fueron muchos los conductores que en las fr¨ªas ma?anas de febrero hac¨ªan sonar su claxon en apoyo a las enfermeras concentradas en las puertas del hospital St. Thomas, a orillas del T¨¢mesis.
El Brexit provoc¨® que mucho personal sanitario procedente de la UE ¨Dlas reconocidas enfermeras espa?olas, por ejemplo¨D se fuera del pa¨ªs. El NHS, y sobre todo los servicios de Asistencia Social (residencias y ayudas a los dependientes), necesitan urgentemente incrementar su fuerza laboral; ahora, gran parte de las nuevas incorporaciones procede de ?frica y Asia.
Los gobiernos de Johnson y Sunak han invertido sumas considerables en la sanidad p¨²blica durante estos cinco a?os, e incrementado el n¨²mero de m¨¦dicos y enfermeras. Pero la falta de inversi¨®n que comenz¨® durante la ¨¦poca de la austeridad, y una poblaci¨®n cada vez m¨¢s envejecida, han hecho que la calidad de la sanidad siga muy empobrecida.
Necesidad de inversi¨®n en educaci¨®n
En septiembre del a?o pasado, a punto de comenzar el curso escolar, el Gobierno conservador anunci¨® por sorpresa el cierre temporal de m¨¢s de 150 colegios por todo el pa¨ªs, por riesgo de derrumbamiento. Un material de construcci¨®n utilizado profusamente en los a?os cincuenta hab¨ªa llegado a su fecha de caducidad, en techos y paredes. Se sab¨ªa desde hac¨ªa tiempo, pero no se hizo nada. Desde 2021, el Ministerio de Educaci¨®n brit¨¢nico manejaba un informe que se?alaba que al menos 700.000 alumnos acud¨ªan a instalaciones que necesitaban con urgencia ser reparadas.
¡°El impacto retrasado de todos los recortes previos, sobre todo la reducci¨®n de inversiones en la reparaci¨®n y mantenimiento de colegios, hospitales o tribunales, ha hecho que los servicios p¨²blicos sigan teniendo un nivel muy pobre¡±, asegura Stephen Hunsaker, investigador econ¨®mico de la organizaci¨®n UK in a Changing Europe.
Tambi¨¦n en el caso de la educaci¨®n el principal problema es la falta de profesores. Al finalizar la pandemia, se redujo en un 20% el n¨²mero de aspirantes a un puesto de docente tanto en la primaria como en la secundaria.
La desigualdad entre alumnos de clases favorecidas y desfavorecidas, agravada durante el confinamiento, se expres¨® en toda su crudeza al volver a la normalidad. El nivel de ¡°ausencia persistente¡±, que se alcanza al faltar m¨¢s de un 10% del curso escolar, lleg¨® a alcanzar el 25% en la escuela secundaria. En el caso de los alumnos de capas pobres, la cifra llega al 46%.
La crisis de la vivienda
El Reino Unido comparte con otros pa¨ªses europeos una crisis de la vivienda que obliga a los j¨®venes a prolongar su permanencia en el domicilio de los padres o resignarse a un largo alquiler compartido. Tradicionalmente, una casa asequible supon¨ªa el valor de tres a?os de un salario medio anual. Hoy, en Inglaterra y Gales eso supone unos 40.000 euros. Es decir, una primera propiedad deber¨ªa costar en torno a 120.000 euros. El precio medio de una vivienda en la actualidad es de 320.000 euros.
El declive del n¨²mero de propietarios j¨®venes en el Reino Unido es mucho m¨¢s agudo, casi el doble, que en otros pa¨ªses europeos como Francia o Alemania.
La oferta de vivienda social, en un pa¨ªs donde la planificaci¨®n urban¨ªstica es compleja y costosa, se ha reducido notablemente. Si en 1980 un 25% de los adultos de entre 25 y 34 a?os pagaban alquileres sociales, en 2019 la cifra se hab¨ªa reducido al 10%. La Ley de Vivienda aprobada por el Gobierno de Margaret Thatcher, que permiti¨® a los inquilinos hacerse con la casa a un precio que en ocasiones era la mitad del mercado, cre¨® una naci¨®n de propietarios e hipotec¨® las posibilidades futuras de los j¨®venes. Catorce a?os de gobiernos conservadores no han hecho m¨¢s que proteger la riqueza patrimonial de los mayores a costa de las siguientes generaciones.
El desaf¨ªo de la inmigraci¨®n
El Brexit, promet¨ªan los euroesc¨¦pticos, supondr¨ªa la recuperaci¨®n del control de las fronteras. Take Back Control, dec¨ªa el eslogan de los partidarios de la salida de la UE en el refer¨¦ndum de 2016. Las nuevas leyes de inmigraci¨®n aprobadas justo despu¨¦s de ese divorcio iban a reducir unas cifras que el Gobierno conservador de David Cameron prometi¨® rebajar, sin ¨¦xito.
Todo lo contrario. Es cierto que la llegada de ciudadanos comunitarios al Reino Unido se fren¨® en seco. Quedaron dentro los casi cinco millones que ya viv¨ªan anteriormente, y lograron su settled status o permiso indefinido de residencia. Para el resto se cerraron las puertas, especialmente las del mercado laboral brit¨¢nico. Pero el pa¨ªs comenz¨® a registrar cifras r¨¦cord de inmigrantes procedentes de pa¨ªses de fuera de la UE.
En 2023, el saldo neto (los que llegan menos los que se van) alcanz¨® los 685.000 nuevos habitantes, frente a unos incrementos medios de entre 200.000 y 300.000 en los a?os anteriores a la pandemia. Indios (21%), nigerianos (12%) o chinos (7%) son ahora los flujos predominantes, junto al desembarco coyuntural de casi 175.000 ucranios.
Los nuevos inmigrantes acceden a las plazas vacantes en la sanidad o en las ayudas a la dependencia que antes ocupaban los ciudadanos europeos. O contribuyen al sostenimiento financiero de las universidades con matr¨ªculas anuales que rondan los 30.000 euros.
El Partido Conservador de Sunak se ha enzarzado en una subasta al alza con el populista Nigel Farage y su partido, Reform UK, que amenaza con arrebatar a los tories el espacio de la derecha, para ver qui¨¦n es m¨¢s duro en su discurso contra la inmigraci¨®n. Sunak ha prometido l¨ªmites anuales de visados, cada vez m¨¢s reducidos, y mano dura con la inmigraci¨®n irregular, con su plan de deportaciones a Ruanda. El Partido Laborista ha prometido que anular¨¢ ese plan, pero promete tambi¨¦n l¨ªmites estrictos al aumento de nuevos residentes.
El comercio da?ado
Fue la ex primera ministra Theresa May la que anunci¨® la nueva era de un Reino Unido global ¨DGlobal Britain¨D que, liberado ya de las cadenas de la UE, cerrar¨ªa acuerdos comerciales con todo el planeta. Boris Johnson hered¨® y amplific¨® el eslogan. Los resultados de ambos, as¨ª como de Sunak, alcanzaron un nivel mediocre.
El pa¨ªs no se ha convertido en una potencia comercial mundial. M¨¢s bien lo contrario. Nunca se materializ¨® el perseguido acuerdo de libre comercio con EE UU. Tampoco se ha cerrado a¨²n el pretendido con la India. Y los alcanzados con Australia y Nueva Zelanda son de dimensi¨®n reducida y con pa¨ªses lejanos. No sirven para compensar la enorme p¨¦rdida de haber abandonado el mercado ¨²nico europeo, que supon¨ªa el 60% de los intercambios del Reino Unido.
¡°El desempe?o econ¨®mico del Reino Unido desde que acab¨® la crisis financiera ha sido m¨¢s bien mediocre. En parte como resultado de pol¨ªticas como la austeridad o tambi¨¦n del Brexit, que han reducido el crecimiento. Pero tambi¨¦n como consecuencia de debilidades estructurales prolongadas en el tiempo¡±, han escrito los profesores Jonathan Portes y Sara Hall en su informe para la organizaci¨®n UK in a Changing Europe.
El espejismo del Brexit, que acapar¨® casi la mitad de los 14 a?os de gobiernos tories, agot¨® pol¨ªticamente al pa¨ªs y lo acab¨® haciendo m¨¢s pobre. Pero los brit¨¢nicos, anticipan las encuestas, van a castigar sobre todo a los conservadores por dejar un Reino Unido peor del que se les entreg¨® a ellos.
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