El ej¨¦rcito de la libertad
La historia de Europa, como muestra Christopher Clark en su libro sobre las revoluciones de 1848, est¨¢ repleta de derrotas y de proyectos rotos
Europa est¨¢ hoy en vilo, el mundo est¨¢ en vilo, cada ¨¦poca tiene sus agitaciones y sus delirios, sus temores, hay quienes piensan en que la ca¨ªda ser¨¢ inminente y estrepitosa y por eso mucha gente tiene el alma en un pu?o. Entre 1848 y 1849 se sucedieron infinidad de revueltas en Europa. Las cuenta con todo lujo de detalles el historiador Christopher Clark en Primavera revolucionaria (Galaxia Gutenberg). Dice que en lo que sucedi¨® durante esos meses hubo tantas ¡°l¨ªneas de fractura¡± que resulta dif¨ªcil encontrar en aquello cierta unidad y ¡°puntos de convergencia¡±. Para entender realmente lo que ocurri¨®, a qu¨¦ obedec¨ªa, qu¨¦ consecuencias tuvo. Hubo estallidos de violencia, mir¨ªadas de iniciativas diferentes, dispersi¨®n de esfuerzos, se escribieron constituciones, se establecieron gobiernos provisionales, algunos quisieron cambiar el mundo, otros pelearon simplemente por encontrar trabajo, un poco de pan. Participaron liberales moderados, radicales revolucionarios, fervorosos nacionalistas, patriotas, campesinos muertos de hambre, estudiantes, mujeres, j¨®venes. Se produjo una particular ¡°m¨²sica del infierno¡±: a los estudiantes les dio por imitar a los gatos para generar tensi¨®n en las fuerzas del orden y esos conciertos felinos marcaron en algunos sitios ¡ªViena¡ª el comp¨¢s del descontento y la furia.
Clark habla de aquellos acontecimientos como de ¡°motas de polvo agit¨¢ndose en un rayo de sol¡±, qui¨¦n sabe si ¡°manifiestan una pauta y un significado profundo¡±. As¨ª ocurre con las cosas del pasado y, tambi¨¦n, con lo que sucede en el presente. ?En qu¨¦ quedar¨¢ todo lo que ahora nos consume? ?Y d¨®nde terminaron los esfuerzos de aquellos inmensos personajes de 1848?
Uno de ellos fue Friedrich Hecker. El 18 de febrero de aquel a?o se convirti¨® en uno de los l¨ªderes de la revuelta en el gran ducado de Baden. Tom¨® la palabra en un multitudinario mitin en Mannheim, sus ardorosas palabras lo convirtieron en un referente. ¡°Hac¨ªa pol¨ªtica como si fuera una broma estudiantil¡±, dijo de ¨¦l uno de sus contempor¨¢neos. Le toc¨® ir al Parlamento alem¨¢n de Fr¨¢ncfort como delegado de los suyos y defendi¨® all¨ª las posiciones m¨¢s radicales, quer¨ªa emular la Revoluci¨®n Francesa de 1789. Perdi¨® en el debate: obtuvo 148 votos frente a los 368 de las posiciones m¨¢s moderadas. Pero Hecker no se amedrent¨® y termin¨® reuniendo en el sur de Baden a unos 12.000 seguidores. El 12 de abril declar¨® una insurrecci¨®n armada en nombre de la Rep¨²blica alemana, sus tropas marcharon a la batalla, sin casi medios, malamente armados, iban a pie, no ten¨ªan caballos. En la batalla de Kandern fueron barridos por las fuerzas que envi¨® el Gobierno de Baden.
Una simple mota de polvo que se agita en un rayo de luz. A Hecker lo pintaron en su tiempo como un ¡°pirata fan¨¢tico de mirada exaltada cargado de pistolas¡±, y se habl¨® de la ¡°ingenuidad infantil¡± de su ¡°ej¨¦rcito de la libertad¡±. Cuando sus desharrapadas fuerzas pasaban por los villorrios de la zona recorriendo el camino hacia la revoluci¨®n, los lugare?os los ve¨ªan simplemente como ¡°una turba malvada¡±. Como hace con Hecker, un personaje tan lejano y desconocido, Clark se acerca a cuantos se vieron arrastrados por los arrebatos de aquella primavera revolucionaria. Volver a contemplar de cerca sus episodios llenos de sangre y destrucci¨®n, pero tambi¨¦n de anhelos por construir un mundo mejor, pone los pelos de punta. No somos nada. Si acaso, uno m¨¢s de esos combatientes que se alistan sin recursos para conquistar un sue?o en un miserable ej¨¦rcito de la libertad.
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