?Un orden que se desmorona?
Keir Starmer recibe a toda Europa en el coraz¨®n de Inglaterra cuando el continente est¨¢ sometido a una tensi¨®n sin precedentes
El jueves se reuni¨® en el Palacio de Blenheim, en el coraz¨®n de Inglaterra, una nueva y extraordinaria versi¨®n de lo que en otro tiempo se llam¨® el Concierto Europeo. M¨¢s de 40 l¨ªderes nacionales de Europa, junto con los responsables de las principales instituciones internacionales de nuestro continente, mantuvieron una jornada de conversaciones. Fue la cuarta reuni¨®n de la Comunidad Pol¨ªtica Europea (CPE), una idea del presidente franc¨¦s Emmanuel Macron. La asamblea no alcanz¨® conclusiones conjuntas, pero fue una buena ocasi¨®n para reflexionar sobre la fragilidad de nuestro orden europeo actual.
En primer lugar, fue una gran oportunidad para que el nuevo primer ministro brit¨¢nico, Keir Starmer, demostrase que el Reino Unido vuelve a tener un papel protagonista en el Concierto, tal como lo tuvo durante siglos. El lugar en el que se celebr¨® la reuni¨®n se llama Blenheim porque el terreno y el dinero para construir un palacio en ¨¦l se otorgaron a John Churchill, primer duque de Marlborough, en reconocimiento por haber dirigido las tropas en la batalla del mismo nombre en 1704. Aunque la tradici¨®n inglesa la recuerda como una gran victoria sobre los franceses, en realidad fue una batalla librada cerca del pueblo b¨¢varo de Blindheim por fuerzas brit¨¢nicas, holandesas, alemanas, austriacas y danesas para defender lo que a¨²n se denominaba Sacro Imperio Romano Germ¨¢nico contra los franceses y los b¨¢varos. Es decir, una batalla en la que Gran Breta?a actu¨® como una potencia europea, dentro de una alianza de pa¨ªses europeos que luchaban contra otros.
Lo que estaba en juego, igual que ahora, eran los altos cargos de Europa. Pero, mientras que el nombramiento de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisi¨®n Europea se decidi¨® mediante una votaci¨®n pac¨ªfica en el Parlamento Europeo el mismo d¨ªa de la cumbre de Blenheim, a principios del siglo XVIII, para decidir qui¨¦n deb¨ªa ser el pr¨®ximo rey de Espa?a, se recurri¨® a un m¨¦todo m¨¢s tradicional: la guerra. De la Guerra de Sucesi¨®n espa?ola hemos pasado a una ¡°guerra¡± puramente metaf¨®rica para dirimir la sucesi¨®n en Bruselas.
En el palacio de Blenheim, los anfitriones brit¨¢nicos tambi¨¦n pudieron invitar a sus invitados continentales a ver el modesto dormitorio en el que naci¨® en 1874 Winston Churchill, descendiente del Churchill del siglo XVIII. El Churchill del siglo XX desempe?¨® un papel crucial en la liberaci¨®n de Europa en 1945 y despu¨¦s fue un visionario defensor de construir una Europa unida en torno a la reconciliaci¨®n entre Francia y Alemania.
Eran, pues, el lugar y el momento perfectos para que Starmer diera un empuj¨®n al ¡°reinicio¡± de la relaci¨®n con la UE que su Gobierno ha emprendido con tanta energ¨ªa. En una declaraci¨®n previa a la reuni¨®n, Starmer dijo que ¡°debemos esforzarnos m¨¢s y de forma m¨¢s ambiciosa¡ para que las generaciones futuras miren hacia atr¨¢s y se sientan orgullosas de lo que nuestro continente ha conseguido trabajando unido¡±.
Sin embargo, la dura realidad es que Gran Breta?a ya no est¨¢ en la Uni¨®n y el Brexit no es f¨¢cil de revertir ni aunque el Gobierno de Starmer tuviera alguna intenci¨®n de hacerlo, que no parece. As¨ª que la pregunta fundamental sigue vigente. Nuestro orden europeo no tiene precedentes en la historia ni parang¨®n en ning¨²n otro lugar del mundo actual. La mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos son democracias y est¨¢n agrupados en diversas instituciones de cooperaci¨®n pac¨ªfica y resoluci¨®n de conflictos: la mayor¨ªa de ellos en la UE y la OTAN, casi todos en el Consejo de Europa y todos en una Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa que sobrevive a duras penas. ?Pero este orden se fortalece cada vez que reacciona ante las nuevas amenazas internas y externas? ?O est¨¢ empezando a deshilacharse y desmoronarse, como pas¨® con todos los ¨®rdenes europeos anteriores tarde o temprano?
Adem¨¢s de las preocupaciones generales como el cambio clim¨¢tico, la IA y la inmigraci¨®n, nuestro continente tiene ante s¨ª tres grandes problemas geopol¨ªticos: la probable reelecci¨®n de Donald Trump como presidente de Estados Unidos; la guerra de la Rusia de Vlad¨ªmir Putin contra Ucrania; y el mundo posoccidental que la guerra ruso-ucrania ha sacado a la luz. Despu¨¦s del atentado contra Trump y el anuncio de que ha elegido a J. D. Vance como candidato a vicepresidente, parece cada vez m¨¢s probable que Trump ganar¨¢ las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, tratar¨¢ de obligar a Ucrania a que pida la ¡°paz¡± con Rusia y exigir¨¢ a los miembros europeos de la OTAN que se ocupen m¨¢s de su propia defensa. En una entrevista publicada el mes pasado, Vance dio a entender que un posible acuerdo de paz para Ucrania quiz¨¢ implicar¨ªa consolidar las l¨ªneas de divisi¨®n territorial ¡°m¨¢s o menos cerca de donde est¨¢n en este momento¡± y garantizar la independencia de Kiev ¡°pero tambi¨¦n su neutralidad¡±. Es decir, una derrota para Ucrania y una victoria para Putin.
En cuanto a la seguridad europea en general, Vance escribi¨® en un art¨ªculo publicado hace poco en el Financial Times que ¡°Estados Unidos se ha encargado de la seguridad de Europa durante demasiado tiempo¡±. ¡°Ahora que vemos c¨®mo se atrofia el poder europeo bajo el protectorado estadounidense¡±, a?ad¨ªa, ¡°tiene sentido preguntarse si nuestra ayuda ha facilitado que Europa se haya desentendido de su seguridad¡±. Es una pregunta razonable. Para ser sinceros, es extraordinario que, m¨¢s de 80 a?os despu¨¦s de que las fuerzas estadounidenses ¡ªjunto con las brit¨¢nicas y canadienses¡ª desembarcaran en Normand¨ªa para liberar a Europa Occidental del nazismo, Europa siga dependiendo tanto de lo que algunos llaman el ¡°chupete¡± estadounidense [en ingl¨¦s, la palabra pacifier significa tanto ¡°pacificador¡± como ¡°chupete¡±].
Ahora nos toca a nosotros, los europeos, ayudar a que Ucrania consiga algo que pueda razonablemente llamar victoria en 2025 o 2026 y ser los principales responsables de nuestra defensa. A pesar de las celebraciones que hubo en la reciente cumbre de la OTAN en Washington sobre el apoyo occidental a Ucrania y el aumento del gasto europeo de defensa, a Europa no dispone a¨²n, ni mucho menos, de la voluntad pol¨ªtica colectiva y los medios militares para lograr por s¨ª sola el primer objetivo; y tambi¨¦n es dudoso el segundo. La victoria de Putin no solo ser¨ªa una tragedia para Ucrania, sino que provocar¨ªa la desestabilizaci¨®n cr¨®nica del orden europeo construido desde 1945 y ampliado a Europa central y oriental desde 1989.
El Occidente transatl¨¢ntico se ha unido, en general, para apoyar a Ucrania y sancionar a Rusia, pero se ha encontrado con que China, India, Turqu¨ªa, Brasil y Sud¨¢frica est¨¢n encantados de seguir haciendo negocios con el agresor neocolonial. el presidente de China, Xi Jinping, y el primer ministro de la India, Narendra Modi, consideran que Putin es un aliado valioso. Y esas potencias no europeas, tanto grandes como medianas, tienen hoy suficiente poder econ¨®mico y militar para servir de contrapeso a Occidente, por muy unido que est¨¦. En definitiva, la guerra de Ucrania revela que hemos entrado en un mundo posoccidental.
Esta circunstancia ofrece a todos los pa¨ªses lo que Modi ha denominado la ¡°multialineaci¨®n¡±: la capacidad de cultivar v¨ªnculos distintos y cambiantes con diferentes socios en funci¨®n de los intereses del pa¨ªs. Dentro de la propia Europa, Serbia lo hace con bastante soltura y, lo m¨¢s asombroso de todo, tambi¨¦n la Hungr¨ªa de Viktor Orb¨¢n, a pesar de ser miembro de la UE y de la OTAN. La prueba son los recientes viajes de Orb¨¢n para hablar con Putin, Xi y Trump sobre una ¡°paz¡± que suponga la capitulaci¨®n de Ucrania. ?Y d¨®nde se celebrar¨¢ la pr¨®xima reuni¨®n del CPE, este nuevo y cacof¨®nico Concierto Europeo? En Budapest, en noviembre, tal vez con Trump como presidente electo.
Esta es la Europa que se reuni¨® durante un d¨ªa en los salones dorados del Palacio de Blenheim, dividida entre unos problemas externos que crean la necesidad evidente de contar con un poder europeo m¨¢s concentrado y eficaz y otros internos que significan que es poco probable que lo consigamos.
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