Un acuerdo para abrir una nueva etapa en Catalu?a
ERC ha entendido que el ¡®proc¨¦s¡¯ se ha acabado y que hay que hacer pol¨ªtica y lograr resultados ventajosos para los ciudadanos
En medio del barullo provocado por el acuerdo de investidura entre el PSC y Esquerra, es necesario recordar el marco en el que se produce y, por tanto, las razones que lo explican. ?De qu¨¦ se trata? De garantizar la investidura de Salvador Illa, el ¨²nico candidato que puede alcanzar la mayor¨ªa necesaria en la configuraci¨®n actual del Parlamento catal¨¢n, una posibilidad que est¨¢ fuera del alcance de Carles Puigdemont, quien apost¨® por un presunto regreso triunfal v¨ªa elecciones y perdi¨®. Esquerra Republicana, que sali¨® castigada del duelo Illa-Puigdemont, necesita aprovechar el hueco que le han dejado unas relaciones de fuerzas que le permiten ser imprescindible para evitar una repetici¨®n electoral que podr¨ªa resultarle catastr¨®fica.
Por mucho que algunos se nieguen a reconocerlo, las elecciones levantaron acta de un final de etapa. El ciclo del proc¨¦s se ha terminado. Lo certifican los resultados electorales, lo confirma el estado general de opini¨®n del pa¨ªs. Lo cual no hay que interpretarlo (y Esquerra Republicana ya se ocupa de recordarlo) como el final del independentismo. Tanto pol¨ªtica como socialmente, el independentismo sigue siendo una realidad en Catalu?a, con peso significativo en la sociedad, aunque lejos de una mayor¨ªa social que en alg¨²n momento parec¨ªa que estaba al alcance de su mano. Se fue m¨¢s lejos de lo razonable, y la tentaci¨®n nihilista ¡ªtodo es posible¡ª se acostumbra a pagar cara.
El inter¨¦s de Esquerra en alcanzar un acuerdo de investidura es simplemente el reconocimiento de lo obvio: estamos en una nueva etapa. La ruptura con Espa?a hoy no est¨¢ en el orden del d¨ªa. Completar el proc¨¦s no estaba al alcance de las fuerzas que lo apoyaban. Y en estas circunstancias, Esquerra ha entendido que, incluso manteniendo la voluntad de seguir creando las condiciones para que un d¨ªa sea viable lo que ahora encall¨®, es necesario aterrizar, evitar el bloqueo de la gobernanza en Catalu?a y, por tanto, negociar conquistas significativas forzando el espacio de lo posible en el marco constitucional existente.
Esquerra opta t¨¢cticamente por el pacto, aunque las formas denotan que la suerte no est¨¢ echada y que queda mucho camino por andar. Y los socialistas optan por el perfil bajo, dejando que la derecha suelte su griter¨ªo habitual. En realidad, hay un primer paso que invita a la prudencia: Esquerra ha dejado la ¨²ltima palabra a las bases, que se pronunciar¨¢n este viernes, y los socialistas quedan a la espera de conocer su voto, aunque la derecha, siempre con la bronca por delante de las ideas, ya ha abierto el fuego. Es un acuerdo ahora mismo de incierto recorrido, porque si pasa el tr¨¢mite de Esquerra todav¨ªa le quedar¨¢ el Parlamento espa?ol.
Por ahora, la irritaci¨®n de Puigdemont, m¨¢s frustrado a medida que se da cuenta de que decay¨® su ¨²ltima oportunidad, confirma la importancia de un momento que divide al independentismo, porque hay una parte que se niega aceptar que el proc¨¦s es historia. M¨¢s ac¨¢ de lo que pueda ocurrir en el futuro, no basta con las apelaciones al objetivo supremo que ahora mismo son especulaciones ret¨®ricas. Si se quiere trabajar para Catalu?a, hay que hacer pol¨ªtica. Y, por tanto, obtener resultados ventajosos para su ciudadan¨ªa, conseguir recursos que hasta ahora se negaban, aumentar la capacidad de decisi¨®n y reforzar las instituciones de la Generalitat. Esquerra, a la baja, todo hay que decirlo, apuesta por esta oportunidad. Junts, un artefacto con m¨²ltiples egos contenidos, a la espera del destino de Puigdemont, est¨¢ en manos de las gesticulaciones del expresident, que busca desesperadamente una repetici¨®n electoral con la ilusi¨®n de que le redima de su fracaso.
Siempre es dif¨ªcil reconocer que se acab¨® un tiempo, cuando uno ¡ªen este caso Puigdemont¡ª ha cre¨ªdo que era el suyo y ha llegado la hora de pasar p¨¢gina. Por eso, en este momento, la decisi¨®n de los militantes de Esquerra es crucial, enfrentados a una delegaci¨®n de responsabilidad por parte de la direcci¨®n del partido que no deja de ser una muestra de inseguridad: si sale mal, que sea por culpa de las bases. Aunque ciertamente hay que reconocer que los dirigentes de Esquerra han tomado una decisi¨®n arriesgada en un momento de cierta convulsi¨®n interna despu¨¦s de que el contexto no les permitiera capitalizar la gesti¨®n de la Generalitat en minor¨ªa.
Y todo, adem¨¢s, pendiente del Congreso de los Diputados, donde seguir¨¢ la batalla despu¨¦s de que Illa sea elegido presidente en Catalu?a. Porque la factura de Esquerra se paga a plazos, con las distintas medidas pactadas que tendr¨¢n que pasar la prueba de diversas reformas legales. Y un fracaso dar¨ªa oportunidad a Junts para so?ar con la venganza.
Resumen: estamos ante un acuerdo que permitir¨ªa un cambio de ciclo positivo y volver a la pol¨ªtica despu¨¦s de unos a?os de confrontaci¨®n y represi¨®n. Es el momento de aplazar lo imposible y trabajar por lo posible. Y creo que es sensato optar, como se?ala el pacto entre Esquerra y el PSOE, por dejar de jugar en blanco y negro y buscar la optimizaci¨®n de los puntos de encuentro. Por mucho que los patriotas de cada casa se rasguen las vestiduras, lo que no se puede hacer es negar la realidad. Y esta dice que en este pa¨ªs hay divergencias de fondo sobre el reconocimiento de las naciones que derivan f¨¢cilmente en el fundamentalismo: para unos, Espa?a es una y sin fisuras y para otros, Catalu?a es una naci¨®n atrapada dentro del Estado espa?ol. Y ser¨ªa necesario converger en un punto: que la raz¨®n encuentre soluciones pol¨ªticas m¨¢s ac¨¢ del imperio de lo trascendental. Y el acuerdo en discusi¨®n podr¨ªa ser un paso en esta direcci¨®n.
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