John Mayall a pleno sol
Fue el gran maestro del blues brit¨¢nico y se rode¨® de los mejores para darle larga vida a una m¨²sica que hizo suya siempre a su manera
Lo que ven¨ªa a decir en aquella canci¨®n es que estaba afuera sentado bajo la lluvia, sentado bajo un viejo ¨¢rbol verde, sentado ah¨ª esperando a ver si llegaba por fin su chica. Y su chica no terminaba nunca de llegar, claro, porque de eso va el blues, de tratar de ese amor que se demora o que ha partido, del que te rompi¨® el alma, quiz¨¢ tambi¨¦n del que te hizo volar y cambiar tu vida. Lo relevante, en cualquier caso, es que en aquella canci¨®n ¡ªSitting in the Rain¡ª Mayall ten¨ªa al lado a Peter Green, y era este el que pon¨ªa en cada una de las notas que tocaba su guitarra la inmensa zozobra de sentirse abandonado, esa tristeza infinita y cotidiana del amor roto, la vida misma.
John Mayall muri¨® el 22 de julio a los 90 a?os. Para muchos, fue el m¨²sico que abr¨ªa discretamente las puertas de su casa, pongamos a principios de los setenta, para que tomaras asiento en cualquier parte y, simplemente, prestaras atenci¨®n. De esto va la historia, ven¨ªa a decir, de tocar bien, de pasarlo bien tocando. Pod¨ªa ser la ¨¦poca de The Turning Point, por ejemplo, el disco que grab¨® en directo en julio de 1969 en el Fillmore East, en Nueva York. Se le ocurri¨® formar un grupo que no tuviera bater¨ªa, un grupo de blues sin bater¨ªa (?madre, qu¨¦ dislate!), y adem¨¢s dejaba que los solos los hiciera, sobre todo, Marc Almond con la flauta o con el saxo tenor. ?D¨®nde hab¨ªan quedado Eric Clapton, Peter Green y Mick Taylor, que con sus particulares destrezas a la guitarra le hab¨ªan dado fuste y brillo y prestigio a los Bluesbreakers de su vibrante ¨¦poca londinense? Mayall daba un giro y te acercaba su tarjeta de presentaci¨®n: hago siempre lo que quiero, me rodeo de los mejores, disfruto.
As¨ª fue, y aguant¨® sobre los escenarios hasta muy tarde. Fue un maestro con la arm¨®nica y ten¨ªa una manera particular de cantar ¡ªcon mucho br¨ªo y tambi¨¦n como desplom¨¢ndose a ratos¡ª; su voz era como la guinda, la marca de su manera de hacer, y tocaba el piano y la guitarra. Pero lo importante era enseguida poner atenci¨®n a lo que suced¨ªa alrededor, al juego y a las complicidades de sus acompa?antes, que se entreten¨ªan bati¨¦ndose en cada momento por mostrar qui¨¦n diablos lo hac¨ªa mejor. Acudan un momento a Accidental Suicide, el tema que grab¨® en Back to the Roots como homenaje a Jimi Hendrix y para llamar la atenci¨®n sobre el peligro de las drogas: est¨¢n su arm¨®nica y el imponente bajo de Larry Taylor y el viol¨ªn melanc¨®lico de Don Sugarcane Harris, pero tambi¨¦n participan tres monstruos con sus guitarras ¡ªMick Taylor, Eric Clapton y Harvey Mandel¡ª y es como si Mayall les hubieran encargado construir el para¨ªso para que all¨ª descansara Hendrix, ?y vaya c¨®mo lo construyen!
El Mayall de los sesenta en Londres es de lo mejorcito que te puede pasar, pero el punto psicod¨¦lico que le pone al blues en su ¨¦poca californiana tambi¨¦n tiene miga, y luego viene ese momento, a finales de 1971, en que llama a Blue Mitchell, Clifford Salomon y Freddy Robinson para grabar en directo Jazz-Blues Fusion, no vayan a perd¨¦rselo. Habr¨ªa que escucharlo bajo la lluvia, pero como es verano no hay otra que hacerlo a pleno sol, quiz¨¢ bajo la sombra de alg¨²n pl¨¢tano. Ahora en este verano y, precisamente por eso, para poner toda la atenci¨®n en ese John Mayall que acaba de irse, pero que seguir¨¢ estando ah¨ª, deber¨ªa parar la guerra en Ucrania y tendr¨ªa tambi¨¦n que frenarse en seco cualquier escalada en Oriente Pr¨®ximo. Que callen las armas, pues, y vuelva a tocar John Mayall. Es justo y necesario.
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