Ch¨¢vez, Maduro y el tigre
La deriva dictatorial de Venezuela, que ha sumido al pa¨ªs en el caos, tiene sus ra¨ªces en los a?os del anterior presidente, a quien ahora le quieren lavar la cara los despistados, los fan¨¢ticos o los amn¨¦sicos
Ahora que el r¨¦gimen de Nicol¨¢s Maduro ha perdido para siempre la poca legitimidad que le quedaba, ahora que ha entrado en una deriva represora digna de la vieja tradici¨®n del fascismo latinoamericano, muchos compa?eros de viaje de la Revoluci¨®n bolivariana se han puesto a hacer memoria: a recordar lo carism¨¢tico que era Hugo Ch¨¢vez, ya que Maduro no lo es; a lamentar que Maduro haya malversado la revoluci¨®n, que tantas cosas buenas lleg¨® a lograr y promet¨ªa; a aceptar que el Gobierno chavista de ahora puede ser corrupto, autoritario y violento, pero hasta la muerte de Ch¨¢vez era democr¨¢tico, popular y valiente, pues plantaba cara al imperialismo. Y entonces el fracaso del chavismo ¡ªque ha expulsado a m¨¢s de siete millones de ciudadanos, que ha sumido en la pobreza a uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos de Am¨¦rica Latina y que ahora mismo encarcela y amedrenta y persigue para terminar de robarse unas elecciones¡ª es culpa de Maduro, de las sanciones norteamericanas o de la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo, pero nunca de Ch¨¢vez. No: lo de Ch¨¢vez iba bien, dicen estas voces; lo que pasa ahora es otra cosa.
No puedo estar de acuerdo. Como esos chavistas nost¨¢lgicos, yo tambi¨¦n me he puesto a hacer memoria, y he hecho varios (re)descubrimientos. Despu¨¦s de escribir la semana pasada sobre las acusaciones de ¡°incitaci¨®n al odio¡± con que Maduro encarcela a sus opositores, he recordado las palabras que us¨® Ch¨¢vez en su momento para amenazar con el cierre a Globovisi¨®n y a otros medios. ¡°Est¨¢n manipulando, incitando al odio¡±, los acus¨® en esa grotesca parodia que era el programa Al¨® presidente. Tambi¨¦n he recordado la reforma de los servicios de inteligencia en 2008, que inclu¨ªa la obligaci¨®n de todo ciudadano, jueces incluidos, de colaborar con las agencias de inteligencia cuando estas lo solicitaran. Aquel decreto con tufillo a Stasi caus¨® tanto esc¨¢ndalo en su momento que Ch¨¢vez tuvo que suspender su ejecuci¨®n. Pero el intento me volvi¨® a la memoria el pasado 30 de julio, cuando Maduro pidi¨® a sus bases utilizar una aplicaci¨®n oficial, VenApp, para denunciar a los manifestantes que protestaron en las calles por el fraude electoral. Se trata ahora, como se trat¨® entonces, de convertir a los ciudadanos en delatores del Estado.
La verdad es que la deriva dictatorial de la Venezuela de Maduro, que ha sumido al pa¨ªs en el caos y lo sumir¨¢ en el dolor, tiene sus ra¨ªces en los a?os de ese Ch¨¢vez al que ahora le quieren lavar la cara los despistados, los fan¨¢ticos o los amn¨¦sicos. Tal vez no se acuerdan de la desverg¨¹enza con la que Ch¨¢vez persigui¨® a los periodistas que le parec¨ªan inc¨®modos, obligando a los peri¨®dicos cr¨ªticos a cerrar mediante la estrategia barata de negarles el papel, o llamando a los medios ¡°enemigos de la revoluci¨®n¡± (en 2001, muchos a?os antes de que Donald Trump descubriera que los medios eran el enemigo del pueblo). Tal vez no se acuerdan de los elogios inveros¨ªmiles que Ch¨¢vez le dedicaba a Mahmud Ahmadineyad, el l¨ªder de un Ir¨¢n fundamentalista y antisemita, a quien llam¨® rid¨ªculamente ¡°gladiador antimperialista¡±; ni de las conmovedoras declaraciones de apoyo incondicional al r¨¦gimen de Bachar el Asad, que Ch¨¢vez llam¨® ¡°el Gobierno leg¨ªtimo de Siria¡±. A los disidentes sirios, en cambio, los llam¨® terroristas, y en su momento coment¨¦ que la palabra se le iba a gastar: porque tambi¨¦n la usaba con frecuencia contra la oposici¨®n venezolana, contra los presidentes extranjeros, contra las ONG. No la usaba, en cambio, contra los terroristas: a Ilich Ram¨ªrez, alias El Chacal, que en 1974 puso cuatro bombas contra peri¨®dicos franceses y mat¨® a 11 personas, lo llam¨® ¡°continuador de la lucha de los pueblos¡±.
Y ahora, cuando Maduro y los suyos se desga?itan por conseguir los favores de Putin, y cuando el Gobierno acusa de terrorismo a los opositores que se manifiestan, pienso que nada es nuevo. No es nuevo el ep¨ªteto absurdo que ahora le sirve a Maduro para reprimir y encarcelar; no es nueva la admiraci¨®n o la complicidad o la fr¨ªvola genuflexi¨®n ante los autoritarismos brutales. Lo de ahora es lo mismo de antes: Maduro es una continuaci¨®n, no una distorsi¨®n ni un descarrilamiento, de lo que ya era Ch¨¢vez. Hace 15 a?os, tom¨¦ nota (ocioso que es uno) de un discurso que pronunci¨® Ch¨¢vez en v¨ªsperas de algunas elecciones: ¡°Prepar¨¦monos, generales, almirantes, soldados¡±, dijo. ¡°Porque los barreremos¡±. Se refer¨ªa, por supuesto, a la oposici¨®n, y estar¨¢n ustedes de acuerdo en que es por lo menos curiosa la invocaci¨®n a las Fuerzas Armadas en contra de sus propios ciudadanos. El ¡°ba?o de sangre¡± que prometi¨® Maduro antes de las ¨²ltimas elecciones forma parte del mismo ¡ªpor decirlo de alg¨²n modo¡ª campo sem¨¢ntico.
Un d¨ªa le pondremos nombre al da?o inmenso que esta revoluci¨®n le ha hecho a la izquierda democr¨¢tica de Am¨¦rica Latina. Los que deseamos la construcci¨®n de una socialdemocracia s¨®lida en estos pa¨ªses desiguales e injustos hemos comenzado a ver, en el r¨¦gimen venezolano, la m¨¢s potente fuerza retardataria. El chavismo lleva unos 20 a?os haci¨¦ndoles un regalo inapreciable a esas derechas ego¨ªstas y rastreras que tenemos, y varios de los accidentes m¨¢s duros de estos tiempos, desde el sabotaje del proceso de paz colombiano a la elecci¨®n de ese mal chiste que es Javier Milei, son inconcebibles sin la presencia en el vecindario de la Venezuela bolivariana. Por eso me ha alegrado la clarividencia de Gabriel Boric, que desde el principio se neg¨® a aceptar la farsa de las ¨²ltimas elecciones. Del otro lado est¨¢ la alianza de tres gobiernos ¡ªColombia, M¨¦xico y Brasil¡ª que trataba de buscarle una salida negociada a este embrollo. Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador se ha lavado las manos cobardemente, de manera que una responsabilidad enorme les ha ca¨ªdo en las manos a Lula da Silva y a Gustavo Petro: presidentes, por supuesto, de los pa¨ªses que m¨¢s tienen que perder si Maduro se queda en el poder.
Pero la propuesta de repetir las elecciones, que se ha puesto sobre la mesa en estos d¨ªas, es una equivocaci¨®n profunda. No s¨®lo porque insulta a los votantes venezolanos que tienen en sus manos las actas de su victoria (mientras que el oficialismo no ha podido presentar ni un asomo de prueba de la suya), sino porque peca imperdonablemente de inocencia: ?alguien duda que el r¨¦gimen volver¨ªa a hacer toda la trampa que ha hecho, y ahora con menos escr¨²pulos y m¨¢s violencia, para manipular el resultado? Mientras tanto, con cada opositor encarcelado, con cada nueva v¨ªctima de la represi¨®n, con cada nueva ley de persecuci¨®n y censura, a Maduro le va quedando m¨¢s dif¨ªcil abandonar por la v¨ªa negociada, como el dictador de la met¨¢fora de Churchill, que va subido en un tigre y no puede bajarse porque el tigre tiene cada vez m¨¢s hambre.
No sabemos cu¨¢l pueda ser el mejor de los escenarios, pero yo tengo muy claro cu¨¢l es el peor: una nueva Nicaragua. Que Maduro, el continuador de Ch¨¢vez, se convierta de repente en el siguiente Daniel Ortega: atrincherado en el poder ileg¨ªtimo, obligado por sus propios cr¨ªmenes a una represi¨®n permanente, aislado del mundo a lomos de su propio tigre. Este escenario de espanto vendr¨ªa con violaciones a los derechos humanos y nuevas olas de desplazamientos masivos. Por eso digo que Lula y Petro tienen una responsabilidad enorme.
La revoluci¨®n chavista parece estar de salida. Ahora se trata de que no se lleve por delante a los venezolanos.
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