La crisis que no podemos ignorar
Los lectores escriben sobre la emergencia clim¨¢tica, la adicci¨®n al tel¨¦fono m¨®vil, los accidentes de tr¨¢fico y la eutanasia
El cambio clim¨¢tico ya es nuestra realidad diaria. El calor extremo, las olas de calor, los incendios, las sequ¨ªas y las futuras inundaciones son fen¨®menos con los que estamos destinados a convivir. Sin embargo, resulta incomprensible la falta de una acci¨®n coordinada y continua para adaptarnos a esta ¡°nueva normalidad¡±. La sociedad observa, at¨®nita y frustrada, c¨®mo las administraciones y empresas no responden con la urgencia y la proporci¨®n necesarias, mientras, literalmente, la gente muere. En las ciudades no se plantan suficientes ¨¢rboles, peor a¨²n: se siguen talando. Las viviendas contin¨²an sin aislamiento adecuado. No existen mapas detallados de las poblaciones m¨¢s vulnerables. Mientras, descubrimos que los precios de la electricidad se disparan por la demanda en las olas de calor sin que se implementen soluciones para evitar que la gente siga sufriendo. Es hora de ser inteligentes y empezar a actuar ahora.
Fernando Prieto del Campo. Madrid
Sociedad m¨®vil
Te acuestas, te levantas, rezas y pecas con ¨¦l. Te acompa?a al ba?o y al gimnasio. Lo mismo pagas el IBI que el outfit que el h¨ªgado de pich¨®n con cebolla. Te hace fotos y v¨ªdeos en los que revelas a la ciudad y al mundo tu espectacular vida de pel¨ªcula. Obvia tristeza y senectud. Feos y calvos: ?no, gracias! Abre de par en par tu sonrisa de dientes n¨ªveos, gl¨²teos p¨¦treos y tatuajes en s¨¢nscrito. Todo lo ocupa, todo lo llena, todo lo difumina. Territorio fake. Eva no mordi¨® una manzana, envi¨® un whatsapp. Hoy el tel¨¦fono m¨®vil nos esclaviza. Vivimos en una sociedad m¨®vil, con una ciudadan¨ªa inmovilizada.
F. Javier Santos. Santiago de Compostela
Murieron en un accidente
Mi amigo ?scar ha fallecido a los 29 a?os junto a su novia Sara, de 26. Un conductor borracho en direcci¨®n prohibida y con las luces apagadas seg¨® su moto de la carretera y a ellos de la vida. Es aplastante pensar que cualquier distracci¨®n atendida, un comentario que se qued¨® en el tintero o el m¨¢s m¨ªnimo detalle podr¨ªan haber evitado que estuvieran en ese tramo de carretera en ese momento. He deseado lo peor, y de las peores maneras, a ese kamikaze, pero tomo el ejemplo del t¨ªo de ?scar, que solo quiere que esa persona reflexione sobre lo sucedido. Por muy injusta y dolorosa que sea una p¨¦rdida, aunque tanto da?o sea tan gratuito como irreparable, no tenemos ning¨²n derecho a recordar a un amigo llenos de ira, pues su amistad no era ira lo que nos daba.
Pedro A. Gragera Moreno. San Fernando (C¨¢diz)
Ayuda
Ante una persona joven que pide la eutanasia por el indecible sufrimiento que padece, no me parece de recibo que el debate sea eutanasia s¨ª o eutanasia no por parte de la familia, de los psiquiatras o de Cristo bendito, da igual. Lo que considero fundamental es la indagaci¨®n de la causa de ese sufrimiento extremo. Estoy diagnosticada de una enfermedad mental y, sin llegar a ese extremo, padec¨ª tambi¨¦n un gran sufrimiento. Un sufrimiento del que solo pude salir gracias a unas ayudas ingentes y constantes que no desfallecieron.
Pura Cid. Ourense
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