La dif¨ªcil tarea de escoger a un referente
En este oficio del periodismo, envuelto en envidias y egos como tantos otros, me ha sido crucial encontrar a las personas en las que me pod¨ªa inspirar
No est¨¢ claro si uno elige a su equipo de f¨²tbol o lo hereda, que es lo que ocurre en muchos casos. Son esos casos, de hecho, los que demuestran que algunos de los rasgos que nos definen o que forman parte de nuestra identidad se corresponden en realidad con decisiones que otros tomaron y que, para nosotros, pueden vivirse como una inercia. Nosotros decidimos si mantenemos el legado o nos revolvemos contra ¨¦l, conscientes de que renunciar a aquello en lo que te criaron significa renunciar a una parte de ti.
La vida, en fin, es eso que no hay m¨¢s remedio que improvisar: decidir lo que eres y, desde luego, lo que no te gustar¨ªa ser. Decidir cu¨¢nto te puedes llegar a traicionar. Es verdad que, en ocasiones, no hay elecci¨®n o no hay libertad para elegir: en ocasiones, no hay m¨¢s salida que la resignaci¨®n. Pero hay algunas cosas en las que nadie nos podr¨¢ arrebatar nunca nuestra capacidad de elecci¨®n, y nos definir¨¢n mejor incluso que las identidades que hayamos heredado. As¨ª sucede con la tarea de escoger a nuestros referentes, sean del ¨¢mbito que sean, personal o profesional.
Las redes y la agitaci¨®n del tiempo en que vivimos, en el que todo el mundo habla hoy de lo que ma?ana habr¨¢ olvidado, han construido personalidades que tan pronto est¨¢n en la conversaci¨®n p¨²blica como desaparecen de ella. Fogonazos de fama, tan confundida con el ¨¦xito. Para alcanzar esa repercusi¨®n no hace falta ganarse el respeto de los dem¨¢s. Basta con la notoriedad. Pero esa decisi¨®n s¨ª que es nuestra y de nadie m¨¢s: qu¨¦ queremos ser y, relacionado con eso, quienes son nuestros referentes.
No se trata de tener personas a las que imitar, sean conocidas o no, sino de escoger a las personas que inspiren en nosotros lo m¨¢s costoso: respeto y una admiraci¨®n cr¨ªtica, sin fanatismos y sin la voluntad de santificar a nadie. Referentes laicos. Pecadores ejemplares de los que se pueda discrepar, por supuesto. Saber d¨®nde mirar y d¨®nde mirarse, de eso se trata; admitiendo que te puedan decepcionar lo mismo que t¨² te decepcionas a ti mismo.
En este oficio del periodismo, envuelto en envidias y egos como tantos otros, me ha sido crucial encontrar a las personas en las que me pod¨ªa inspirar: cuanta m¨¢s niebla hay, m¨¢s luces se necesitan. Es una elecci¨®n complicada, aunque Maruja la supo resumir con sencillez cuando, en una contra de este peri¨®dico, Martin Bianchi le pregunt¨® por las redes sociales: ¡°Yo jam¨¢s seguir¨¦ a gente est¨²pida¡±. Por algo ella, que es Maruja Torres, no ha dejado de ser referente y referencia.
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