Carretera y ch¨¢chara
A veces, los mejores viajes, los del alma, se emprenden a la fuerza y tienen por destino un velorio de pueblo a 300 kil¨®metros de tu ego¨ªsmo
Un domingo cualquiera, abres el ojo a las ocho de la ma?ana con la molicie de quien tiene todo el d¨ªa para una misma por delante, y un mensaje de las cuatro de la madrugada en tu m¨®vil te desbarata los planes y te pone en tu sitio. Ha muerto alguien que no te toca muy de cerca, pero s¨ª lo suficiente para saber que, si no vas a abrazar a los deudos, aunque est¨¦n a tres horas de distancia, te pesar¨¢ la conciencia m¨¢s que si te quitas de en medio con una excusa barata. Si fuera lunes, incluso domingo por la tarde, ni te plantear¨ªas ir y nadie, ni t¨² misma, te afear¨ªa la ausencia. Pero es domingo de buena ma?ana, libras, puedes ir y venir en el d¨ªa, y tus difuntos padres te ense?aron con el ejemplo que, pudiendo ir, a los duelos se va, se quiera o no se quiera, por respeto al muerto y a uno mismo. As¨ª que saltas de la cama, hablas con tu hermano, sabiendo que siente exactamente lo mismo, y, juntos, emprend¨¦is un viaje de tr¨¢mite que acaba siendo, casi, un viajazo a tus esencias.
Hay otras vidas y no son la nuestra. Fuera del coche restalla la ma?ana del veranillo de san Miguel mientras atraviesas pueblos desiertos y vi?edos llenos de cuadrillas de africanos vendimiando las uvas del tinto que te tomar¨¢s en su d¨ªa a la salida del curro. Dentro, dos cincuentones que crecieron juntos y a los que la vida ha convertido en extra?os van transformando los ¡°estoy bien¡±, los ¡°no me quejo¡± y los ¡°voy tirando¡± con los que suelen constatar por WhatsApp que est¨¢n vivos en un relato rec¨ªproco sin red ni armaduras de ese vaiv¨¦n de penas y alegr¨ªas que llamamos vida. Al final, el camino se hace corto. Casi da pena llegar al tanatorio, donde la mirada y el abrazo de la hija del padre fallecido te confirma, porque a¨²n recuerdas los funerales de los tuyos, que no olvidar¨¢ tu gesto en la vida. La vuelta a casa se hace m¨¢s larga por el atasco de los domingueros regresando a galeras y las propias prisas por acostarte pronto porque el lunes madrugas. Da igual. A veces, los mejores viajes, los m¨¢s hondos, los del alma, se emprenden a la fuerza y tienen por destino un velorio de pueblo a 300 kil¨®metros de tu culo y tu ego¨ªsmo. Descanse en paz el finado y que nos espere muchos a?os.
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