?Un perrito caliente es un bocadillo?
Una (inexistente) tesis doctoral nos recuerda algunos debates tuiteros cl¨¢sicos, incluido, c¨®mo no, el de la cebolla en la tortilla
El Hot Dog: ?M¨¢s cerca del taco o del sandwich? Este es el t¨ªtulo de lo que parece una tesis doctoral de Filosof¨ªa de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico. La foto, publicada por la cuenta M¨¦xico fuera de contexto, se ha compartido m¨¢s de 2.000 veces en unos d¨ªas, y con motivo, porque da para un debate: como apuntan los comentarios, es verdad que el perrito caliente se hace con pan y no con una tortilla de trigo o ma¨ªz, pero la forma del perrito, con el pan sin terminar de cortar, se parece m¨¢s a la del taco. Por desgracia, la imagen ni es nueva ni es real: como ya cont¨® en 2020 el psic¨®logo F¨¦lix Javier, ni el t¨ªtulo ni su supuesto autor, Intton Godelg, se pueden encontrar en la base de datos de tesis de dicha universidad.
— Out Of Context M¨¦xico (@OutOfContextMex) September 29, 2024
Con mucho dolor les comunico que la tesis de "Hot dog mas cerca del taco o del sandwich" NO ES REAL. No la puedo leer en TESIUNAM, el autor (al parecer) no existe. La facultad y la carrera no coinciden, y no tiene asesores. *Se cancela el video ?? pic.twitter.com/BSxBzgZxga
— Felix Javier (@habiaspensado) October 2, 2020
La cuesti¨®n, de hecho, es una variante de un cl¨¢sico estadounidense de internet: ?un perrito caliente es un bocadillo? Al parecer, a muchos no les basta que el perrito sea comida entre dos trozos de pan, porque tienen la sensaci¨®n de que supone una categor¨ªa independiente, igual que una pizza italiana y una coca catalana no son lo mismo, aunque se parezcan mucho. En el caso del perrito, buscan excusas e improvisan criterios, como que el pan no est¨¢ cortado del todo o, como explica el escritor, actor y podcaster John Hodgman, porque no lo cortamos por la mitad para comerlo, como se hace a menudo con los bocadillos. Es un debate que levanta tantas pasiones en Estados Unidos como aqu¨ª el de si la tortilla debe o no llevar cebolla.
En Espa?a tenemos otro ejemplo similar, popularizado por Andreu Buenafuente y Berto Romero en su podcast Nadie sabe nada. Cuando Buenafuente imita al chef Ferran Adri¨¤, en ocasiones se pregunta cu¨¢l es la diferencia entre salsa y sopa. La broma se basa en algo que pas¨® en MasterChef. En 2013, Adri¨¤, el de verdad, le pregunt¨® a una concursante si su crema era salsa, sopa o zumo, y acabaron decidiendo que la diferencia viene de si se sirve en una salsera, en un plato hondo o en una copa. ¡°Yo he tardado 30 a?os en comprenderlo¡±, concluy¨® Adri¨¤.
El objetivo de estos debates humor¨ªsticos es poner a prueba los l¨ªmites de las palabras y, a veces, de nuestra paciencia. Pero son discusiones que llevan trayendo de cabeza a los fil¨®sofos desde hace siglos y de las que (por cierto) habl¨¦ en el bolet¨ªn de Filosof¨ªa de EL PA?S. La disputa, que se arrastra desde la teor¨ªa de las ideas de Plat¨®n, dio lugar al enfrentamiento entre nominalistas y realistas en la Edad Media: ?en el mundo solo hay cosas concretas que asociamos por convenci¨®n o los conceptos abstractos como la sopez o la bocadillez existen realmente?
Cada vez quedan menos realistas y nos suena razonable lo que Ludwig Wittgenstein llama ¡°parecido de familia¡± en sus Investigaciones filos¨®ficas. Pone el ejemplo de los juegos: si examinamos juegos tan diferentes como los de pelota, cartas, tablero¡, no encontramos nada com¨²n a todos ellos. Lo que s¨ª podemos ver son semejanzas y parentescos. Somos nosotros quienes trazamos los l¨ªmites para decidir qu¨¦ es un juego, qu¨¦ es un bocadillo y qu¨¦ es un taco, lo que a veces nos lleva a dudas y disputas m¨¢s o menos serias, en ocasiones presentadas bajo la forma de una tesis doctoral falsa.
Aun as¨ª, todav¨ªa quedan personas convencidas de que el mundo de las ideas existe de verdad. Pensemos, por ejemplo, en quienes creen en una espa?olidad aut¨¦ntica (o catalanidad, o inglesidad, da lo mismo). Esa b¨²squeda de un esencialismo absurdo acaba desembocando en la conclusi¨®n de que los nacionales de verdad son, qu¨¦ casualidad, quienes tienen el color de piel y los apellidos adecuados. Por oposici¨®n, podemos pensar que la nacionalidad de un pa¨ªs depende de unas normas y de unos procedimientos justos e iguales para todos. Es una noci¨®n que puede parecer limitada y poco rom¨¢ntica, pero al menos es justa, transparente y abierta. Mejor dejar los esencialismos para los perritos calientes. Que, por supuesto, son bocadillos.
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