Oposiciones fallidas
Los errores y el fraude en los procesos de selecci¨®n perjudican a los candidatos, pero tambi¨¦n a toda la ciudadan¨ªa
Cinco mil personas, muchas de ellas con los nervios a flor de piel tras meses e incluso a?os de estudio, se agolpaban el pasado fin de semana en el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid para ¡ªminutos antes de uno de los ex¨¢menes m¨¢s importantes de sus vidas¡ª enterarse de que la prueba de acceso a los puestos de informadores de RTVE hab¨ªa sido suspendida por la filtraci¨®n de las preguntas. Estas oposiciones se celebraban adem¨¢s con retraso, tras un largo proceso que lleg¨® a pasar por la Audiencia Nacional.
El mismo fin de semana, m¨¢s de 26.000 aspirantes a cabos y agentes de la Guardia Civil recib¨ªan la noticia de que las pruebas a las que ten¨ªan que enfrentarse horas m¨¢s tarde se aplazaban por ¡°un problema en el etiquetado de las cajas de ex¨¢menes¡± causado por la empresa externa contratada para empaquetarlos.
La Constituci¨®n espa?ola ordena que el acceso al empleo p¨²blico se haga bas¨¢ndose en los principios ¡°de m¨¦rito y capacidad¡±. El concurso-oposici¨®n, aun con todos sus defectos, es la mejor forma para hacerlos efectivos. Por ello, episodios como los de este fin de semana, o como lo ocurrido en los ex¨¢menes a funcionarios de prisiones del pasado mes de febrero ¡ªcuando a algunos de los participantes se les estaban diciendo las respuestas a trav¨¦s de auriculares¡ª no solo hacen saltar las alarmas sobre si estos procedimientos se est¨¢n llevando a cabo de la manera adecuada, sino que tambi¨¦n socavan la necesaria credibilidad de las instituciones que los organizan.
Nunca est¨¢ de m¨¢s repetir que, pese al descr¨¦dito al que se les somete en el imaginario popular ya desde la aparici¨®n del Estado moderno en el siglo XIX, los empleados p¨²blicos de carrera son una parte esencial del funcionamiento de un pa¨ªs como Espa?a, y que su falta se hace notar de inmediato en la calidad de los servicios. Y eso sin pensar en tiempos excepcionales como la pasada pandemia de covid.
El Gobierno est¨¢ reaccionando al envejecimiento de las plantillas de la Administraci¨®n con la mayor oferta de empleo p¨²blico de la historia y el compromiso de reducir la temporalidad, pero el ritmo en que la puesta al d¨ªa se llevan a cabo todav¨ªa no compensa el desfase.
Un Estado del siglo XXI requiere de una Administraci¨®n ¨¢gil y eficaz. Para que sea as¨ª, es necesario atraer el talento, y la mera estabilidad laboral no es bastante. Errores y fraudes como los citados perjudican al conjunto de la ciudadan¨ªa. Para los candidatos, opositar ya requiere de por s¨ª voluntad y sacrificio, aparte del tiempo y el dinero necesarios para la preparaci¨®n. Ahora que los necesitamos m¨¢s que nunca, las administraciones deben asegurar que se han activado todas las garant¨ªas en las pruebas destinadas a seleccionarlos.
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