Vivir hasta morir
Leyendo lo que narra Maruja Torres desde esa edad que todav¨ªa no tiene nombre, parece que el ant¨ªdoto a la deshumanizaci¨®n progresiva es la amistad
El ¨²ltimo libro de Maruja Torres, Cuanta m¨¢s gente se muere, m¨¢s ganas de vivir tengo, me ha durado dos tardes exactas. Aunque fueron dos tardes largas hasta la noche en las que no hice nada m¨¢s. Espl¨¦ndido tiempo en que la prosa sint¨¦tica y vibrante de la autora me permite viajar a la trepidante aventura de su d¨ªa a d¨ªa. Maruja no se nos ha ido a su querido Beirut (donde justo ahora vuelven a caer las bombas) ni a ning¨²n pa¨ªs en guerra, pero nos regala una cr¨®nica de un tiempo de vida que a menudo se descarta por no ser productivo. Como se descartan los mayores despersonalizados, convertidos en masas amorfas: los viejos. Cuando pienso en el futuro no s¨¦ qu¨¦ me da m¨¢s miedo: si el dolor f¨ªsico o el dolor que supone esa despersonalizaci¨®n en las ¨²ltimas d¨¦cadas de tu existencia, que los dem¨¢s no vean en ti m¨¢s que los achaques y las limitaciones que trae un cuerpo gastado. Para el dolor de los huesos y las articulaciones hay pastillas y otros remedios, pero para el dolor social de ser convertidos en muebles ?qu¨¦ hay?
Leyendo lo que nos narra la barcelonesa desde esa edad que todav¨ªa no tiene nombre (porque ser mayores o viejos puede abarcar desde los 60 hasta los 120, sin etapas como ocurre en otros tramos vitales), parece que el ant¨ªdoto a la deshumanizaci¨®n progresiva es la amistad, el amor al que m¨¢s se ha dedicado Maruja con una generosidad de las de antes, las del compa?erismo profesional y vital que los aut¨®nomos teletrabajadores tanto echamos en falta. Tambi¨¦n la curiosidad por el mundo y las personas que lo habitan, esa flecha que te dispara hacia adelante para saber, conocer y entender lo que pasa. Y para contarlo luego con una vivacidad envidiable, m¨¢s Maruja que nunca, la Maruja de siempre. Me dijo hace poco un psiquiatra de confianza que el amor propio no se robustece frente al espejo, sino amando: a otros, a las cosas, al mundo, a la vida.
Hay viejos cascarrabias amargados, creo que m¨¢s por la enorme derrota que supone aceptar que tambi¨¦n ellos van a morir que por los hechos que denuncian en sus agrios sermones. Puede que no recuerden que el combate entre la vida y la muerte no se da al final de todo, con la estocada definitiva, sino que cada d¨ªa, a cada instante, apostamos por una cosa o la otra. Por eso hay tantos muertos en vida con 20, 30, 40 a?os y por eso el libro de Maruja es una lecci¨®n de c¨®mo vivir hasta morir: ri¨¦ndose de s¨ª misma y sus achaques y temores, siendo lo que ha sido siempre: una gran narradora, atent¨ªsima cronista que sigue, como de ni?a, ¡°fij¨¢ndose mucho¡±.
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