Ante la internacional trumpista
Trump llega a la Casa Blanca dentro de una corriente reaccionaria apoyada por grandes intereses econ¨®micos privados
El mismo d¨ªa de la victoria en Estados Unidos de Donald Trump, en Alemania Olaf Scholz romp¨ªa su coalici¨®n de gobierno, mientras en Italia la ultraderechista Giorgia Meloni activaba una segunda deportaci¨®n de migrantes a Albania y la Suprema Corte de M¨¦xico validaba una reforma judicial que permitir¨¢ elegir a sus jueces por voto popular. Un d¨ªa antes, el primer ministro israel¨ª, Benjamin Netanyahu, destituy¨® al ministro de Defensa, Yoav Gallant, y puso en su lugar Israel Katz, un rabioso partidario de los colonos que augura la construcci¨®n de asentamientos en el norte de Gaza. Todos estos elementos hablan de la sacudida global formidable que podr¨ªa suponer el shock trumpista y la incertidumbre que implica su vuelta a la Casa Blanca.
El presidente electo llegar¨¢ a Washington, de nuevo, aupado por un discurso que ha priorizado indisimuladamente la defensa de los intereses nacionales y el desprecio hacia el multilateralismo y una diplomacia basada en valores. La internacional reaccionaria que lidera est¨¢ hoy m¨¢s conectada que nunca y no solo ha absorbido bajo la galaxia trumpiana a los principales think tanks conservadores del mundo, sino que cuenta con dirigentes y exdirigentes como Jair Bolsonaro o Javier Milei como fervientes partidarios, o con el propio Viktor Orb¨¢n, que adem¨¢s de sus estrechos lazos con Mosc¨² es el m¨¢ximo aliado del trumpismo dentro del propio Consejo Europeo.
Hay muchos l¨ªderes del mundo pol¨ªtico y empresarial y de la alta tecnolog¨ªa tentados de congraciarse con el magnate en lugar de defender la democracia. Al contrario, parecen pedir m¨¢s caos para sacar tajada. El mundo sufrir¨¢ con un pu?ado de superricos sin m¨¢s inter¨¦s que agrandar su beneficio caiga quien caiga. Esta confusi¨®n entre intereses privados y responsabilidades p¨²blicas qued¨® demostrada cuando los ricos due?os de peri¨®dicos cl¨¢sicos como Los Angeles Times y The Washington Post impidieron que apoyaran a Kamala Harris. El mayor ejemplo es Elon Musk, que ha utilizado su red social para difundir mentiras y calumnias con el objetivo de perjudicar a los dem¨®cratas hasta el punto de convertirla en un ¨®rgano informal al servicio de Trump.
El magnate desregular¨¢ a favor de las grandes tecnol¨®gicas, los bancos y las criptomonedas, y en contra de medidas contra el cambio clim¨¢tico. Si durante su primera campa?a presidencial se present¨® como el candidato populista que dec¨ªa hablar en nombre del pueblo y contra las ¨¦lites de Washington, esta vez ha fraguado su victoria dentro de un ecosistema pol¨ªtico y medi¨¢tico con una peligrosa deriva hacia una oligarqu¨ªa tecnolibertaria. El riesgo de ruptura con las tradicionales estructuras estatales para el ejercicio del poder es real. Ayudado por la apostas¨ªa del libre comercio y de plataformas digitales que escapan a cualquier forma de control, hay un serio riesgo de que la propagaci¨®n del nepotismo iniciado durante su primer mandato termine por establecer su propia corte al servicio de unos pocos.
El electorado norteamericano ha votado siendo perfectamente consciente de qui¨¦n es Donald Trump, de su programa pol¨ªtico y del filtro exclusivo con el que ve el mundo desacomplejadamente reflejado en el eslogan ¡°Estados Unidos primero¡±. Esto supondr¨¢ el debilitamiento de un orden internacional basado en reglas, junto con todas las instituciones que han desempe?ado un papel importante en la gobernanza global tras la Segunda Guerra Mundial, incluidas Naciones Unidas, la OTAN y la UE. Es hora de pasar de las declaraciones triviales carentes de significado a los hechos y tomar de veras el control sobre nuestro destino. En los tiempos m¨¢s oscuros tenemos no solo la obligaci¨®n, sino la responsabilidad de exigirlo.
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