El pecado es la indiferencia
Entre la abundancia de documentales que a diario se recomiendan sobre asesinos, narcos, mujeres desaparecidas y otros cr¨ªmenes, no se ha visto a¨²n la rese?a de ¡®Los ni?os perdidos¡¯

Suele hablar Eliane Brum, periodista brasile?a, en las columnas que publica en este peri¨®dico del pecado de la indiferencia. Su vida, su vocaci¨®n period¨ªstica, est¨¢ entregada a la defensa de la Amazonia y sus habitantes, una causa que debiera considerarse universal. La indiferencia es un paso m¨¢s all¨¢ de la negaci¨®n. Pens¨¢bamos que la misi¨®n era luchar contra los negacionistas del cambio clim¨¢tico, pero desde hace tiempo se abri¨® un nuevo frente m¨¢s correoso y dif¨ªcil de derribar: el que conforman los indiferentes, aquellos que no niegan la evidencia cient¨ªfica, pero no est¨¢n dispuestos a cambiar en modo alguno su sistema de vida. Cuando desde un Gobierno, en este caso fue el de coalici¨®n, a un ministro ingenuo se le ocurre plantear una campa?a para que se consuma menos carne se l¨ªa la de Dios, porque seg¨²n reza una supuesta ancestral tradici¨®n, a todas luces falsa, un espa?ol debe tener encima del plato a diario un imbatible chulet¨®n. Pero si leemos m¨¢s all¨¢ de nuestras habituales columnas sobre ?balos, Mazones y Lobatos, hay una voz que nos explica la relaci¨®n directa entre nuestro consumismo extremo con lo que ocurre en el otro lado del mundo. La palabra de Brum suena firme para quien quiera escucharla desde la regi¨®n de Medio Xingu, la zona m¨¢s afectada por la brutal deforestaci¨®n que entrega el terreno al pasto que nos proveer¨¢ de carnaza. No nos saldr¨¢ gratis la destrucci¨®n del mayor pulm¨®n de la tierra.
Imagino que algo tiene que ver con la indiferencia el que entre la abundancia de documentales que a diario se recomiendan sobre asesinos, narcos, mujeres desaparecidas y otros cr¨ªmenes que alimentan nuestros miedos, no se haya visto a¨²n la rese?a de una historia que brill¨® como una piedra preciosa desde que supimos de ella por primera vez. Hablo de Los ni?os perdidos, Lesly, Soleini, Tien y Cristin, los hermanos Mucutuy que fueron rescatados 40 d¨ªas despu¨¦s de que la avioneta en la que viajaban se estrellara en plena selva colombiana. La madre muri¨® en el accidente y fue Lesly, la hermana mayor, quien cuid¨® de sus hermanitos con un aplomo que impact¨® al mundo. El documental desvela la complejidad de la Operaci¨®n Esperanza, como as¨ª se llam¨®, misi¨®n que comenz¨® a manos del ej¨¦rcito y precis¨® inexcusablemente de la ayuda de los ind¨ªgenas para penetrar en un territorio que solo ellos entienden. Hubo de salvarse la desconfianza que los nativos sienten hacia aquel que va armado y, por una vez, en lo que se ha considerado una operaci¨®n hist¨®rica, trabajaron unidos.
Un periodista colombiano de Caracol, Federico Ben¨ªtez, sirvi¨® de productor de campo para este documental dirigido por Orlando von Einsiedel. Ben¨ªtez viaj¨® a la Araracuara, zona hostil para el extra?o, donde se hab¨ªa ganado la confianza de las autoridades ind¨ªgenas con un reportaje anterior. Cuando le vieron aparecer de nuevo, aleccionaron a los miembros de la etnia Uitoto para que lo trataran con confianza. Supo entonces el periodista algo que no se hab¨ªa publicado: detr¨¢s de ese viaje arriesgado de la madre hab¨ªa una historia de maltrato por parte del padre de los ni?os, al que los viejos del lugar hab¨ªan expulsado.
El documental nos conduce al paso humano entre la impenetrable vegetaci¨®n y reproduce el camino que hubieron de explorar doscientos hombres hasta encontrarlos. Quien nunca perdi¨® la esperanza fue el mayor Rubio, autoridad ind¨ªgena, que vali¨¦ndose de saberes m¨¢gicos ante los que debemos superar el razonamiento l¨®gico, encontr¨® a las criaturas casi al borde de la muerte. Los ni?os hab¨ªan sobrevivido gracias a los conocimientos que la mayor ten¨ªa sobre los alimentos que la selva ofrece. No es la selva un lugar hostil sino un ser sintiente que alberga a las criaturas y las devuelve m¨¢s sabias. Asegura el mayor Rubio que la selva devolvi¨® a los ni?os y se qued¨® en prenda con Wilson, el perro rescatador, que anda ahora entre animales salvajes. Lo han visto.
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