Otro a?o m¨¢s
El mundo se asoma a episodios de crueldad innecesaria bajo el signo de los tiempos: el escalofr¨ªo paralizante
El a?o que termina ha cambiado muchas cosas en Oriente Pr¨®ximo. La ca¨ªda del r¨¦gimen sanguinario de Bachar el Asad en Siria a¨²n sigue sin explicarse con detalles concretos. El hecho de que sus aliados Ir¨¢n y Rusia lo dejaran caer sin apenas mover el me?ique habla a las claras de la poca confianza en que pudiera seguir al mando del pa¨ªs. Ahora se ha convertido en otro de esos exiliados de lujo, protegido en Mosc¨² lejos del alcance del que ser¨ªa su lugar apropiado, el banquillo de acusados del Tribunal Penal Internacional. Lugar donde, por cierto, tambi¨¦n habr¨¢ que guardar sitio al propio Vlad¨ªmir Putin, su casero, y al dirigente israel¨ª Benjam¨ªn Netanyahu, su enemigo, por m¨¢s que sea poca la esperanza de verlos sentados y respondiendo por sus cr¨ªmenes de guerra. La c¨²pula de Ham¨¢s, que tambi¨¦n es responsable del desastre que ha ca¨ªdo sobre su pueblo, sobrevive con nuevos nombramientos al castigo israel¨ª. Pese a la arrasadora fuerza de invasi¨®n, los terroristas a¨²n retienen a rehenes secuestrados en el abominable ataque del 7 de octubre de 2023 que desencaden¨® la furia israel¨ª. Las negociaciones para su liberaci¨®n, que deber¨ªan haber sido la prioridad, se estancan en cada episodio sangriento de este conflicto fermentado.
A la espera de ver c¨®mo culmina Turqu¨ªa su plan para Siria y el modo en que resuelven las nuevas autoridades de ese pa¨ªs sus contradicciones, la conclusi¨®n es que tenemos conflicto para siglos. El Estado de Israel, cuyos mandos pol¨ªticos salvaron su puesto a costa de hundir el prestigio internacional de la naci¨®n, parecen haber emprendido un camino sin retorno hacia la expulsi¨®n de los palestinos de su territorio. En este sentido, es una desoladora necesidad pararse a ver el documental No Other Land, que emiten Filmin y Movistar+. Esta pieza sencilla, fabricada a empujones de un material casero y nada sofisticado, se convierte en el mejor relato de la expulsi¨®n sistem¨¢tica de las aldeas palestinas de sus pobladores para ser sustituidos por campamentos militares y urbanizaciones de colonos. El apego por su espacio convierte a estas familias humildes en un ejemplo de c¨®mo David tambi¨¦n pierde constantemente frente a Goliat sin que apenas nadie cante su desgracia.
El mundo se asoma a estos episodios de crueldad innecesaria bajo el signo de los tiempos, que no es otro que el escalofr¨ªo paralizante. Los equilibrios que est¨¢n obligadas a hacer las democracias para conservar a duras penas su viabilidad han llevado a los ciudadanos, antes activos y con voz firme ante las atrocidades, a contemplar los atentados contra derechos b¨¢sicos en otros pa¨ªses con una especie de fatalismo asumido. Como si ya nada tuviera sentido en un mundo que elige liderazgos autoritarios que les permitan saltarse cualquier norma antes considerada intocable. La extralimitaci¨®n para imponer el terror donde alcance tu poder est¨¢ expresada en No Other Land frente a la impotencia de sus dos protagonistas, un joven activista palestino y su amigo israel¨ª, que no logra entender por qu¨¦ un Gobierno en su nombre act¨²a de modo criminal. Los planes israel¨ªes de expansi¨®n han encontrado en el shock tras los atentados las excusas para la impunidad. En otro documental, Expediente Netanyahu puede completarse la visi¨®n de conjunto. Otro a?o m¨¢s, la gente se deja seducir por la fuerza de las armas y la violencia. Los Jimmy Carter son derrotados por los Ronald Reagan. Con enorme insistencia, los pueblos eligen a gentuza para que gu¨ªe sus destinos.
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