Fr¨¢gil como una bomba
No hay conclusi¨®n en una vida (ni mucho menos esa indignidad de la moraleja) porque no hay final. Tampoco feliz. Ni mucho menos final abierto
![Yerai Cort¨¦s y su padre, en el documental 'La guitarra flamenca de Yerai Cort¨¦s'](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/427JUWWW3ZEHLM55WJ4YTLMAM4.jpg?auth=a12b9f28a78202378f96b9c6ee339cc530f55a4ef4f7b1e046a0172a72dd2346&width=414)
Hace a?os me invitaron a un estreno de una pel¨ªcula que me pareci¨® horrorosa, y al salir de la sala me asalt¨® de bruces uno de los actores, al que conoc¨ªa, para preguntarme qu¨¦ me hab¨ªa parecido. Yo iba con dos amigos que, en cuanto escucharon la pregunta, echaron a correr calle abajo. Y, por primera vez en mi vida, no encontr¨¦ palabras amables en medio de la tormenta. Al final, en medio del silencio, acab¨¦ abraz¨¢ndolo, lo cual fue bastante peor. Pasados unos d¨ªas, con la pel¨ªcula metida en el cuerpo y en la cabeza, me empez¨® a gustar lo que hab¨ªa visto hasta acabar en euforia. Tanto, que escrib¨ª un correo al actor para contarle mis motivos. (Tambi¨¦n a veces ocurre lo contrario. A una amiga escritora le escribi¨® una vez un autor consagrado para decirle que estaba leyendo su novela, y le estaba gustando tanto que le recordaba a un cl¨¢sico universal. A los pocos d¨ªas, recibi¨® un nuevo mensaje de ese autor con algo as¨ª como: ¡°?Recuerdas lo que te dije? Pues no, al final no¡±). Antes de Navidad, al salir del cine, el amigo con el que fui a ver La guitarra flamenca de Yerai Cort¨¦s me pregunt¨® qu¨¦ tal y le dije que no sab¨ªa: a veces el entusiasmo o la decepci¨®n se aplazan, necesitan reconocerse; hab¨ªa una emoci¨®n dentro, pero sin identificar. (Esto merece otro art¨ªculo: el momento en que sientes algo al conocer a alguien y necesitas d¨ªas para saber si quieres matarlo o follarlo). Hace unos d¨ªas record¨¦ una frase popular que Mar¨ªa, la madre de Yeray Cort¨¦s, replica en la pel¨ªcula: ¡°No soy fr¨¢gil como una flor, soy fr¨¢gil como una bomba¡±, y pens¨¦ en la exploraci¨®n deslumbrante que supone siempre una vida a poco que uno tenga la humildad de acercarse; en la exploraci¨®n final que sobrevive en la pel¨ªcula, un recorrido nada complaciente ni pac¨ªfico: una pel¨ªcula fascinante porque es algo casi imposible de encontrar, una pel¨ªcula nueva. No hay conclusi¨®n (ni mucho menos esa indignidad de la moraleja) porque no hay final. Tampoco feliz. Ni mucho menos final abierto.
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![Manuel Jabois](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F643e6247-f9af-4c29-b158-70f4b8fdbcfc.png?auth=d28825d7562d6ab3d97543d9315aec3d03a924beecea71fa5ef685a93b7a4e71&width=100&height=100&smart=true)
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![Dos ni?os en Madrid junto a carteles que aconsejan evacuar la ciudad ante los bombardeos del ej¨¦rcito sublevado, en enero de 1937.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NJU4GOQ7ENDK3LCPG4ACWVHO24.jpg?auth=335c1fd911f22e9ea1f1f1ddf82e76059840fdde4a23cb0831610a4116618532&width=414&height=311&smart=true)