Charnegos nacionalistas catalanes para el siglo XXI
El discurso de Eduard Sola es producto de haber incorporado a la doctrina pujolista de la integraci¨®n el retorcido concepto de identidad de nuestro tiempo
Un poco como le pasa al Casanova que Dylan inmortaliz¨® en Desolation Row, que acaba muriendo tras haber sido envenenado con palabras, una parte relevante del nacionalismo catal¨¢n pierde el oremus cuando bebe el cianuro de una palabra muy concreta. La palabra en cuesti¨®n es ¡°charnego¡±. Es lo que ocurri¨® con el discurso pronunciado por el guionista Eduard Sola en la ceremonia de los premios Gaud¨ª hace unos d¨ªas. Si no fuera por el veneno que la palabra les inocula, se dar¨ªan cuenta de que el discurso de Sola solo fue la actualizaci¨®n, para el siglo XXI, de la idea de integraci¨®n seg¨²n el credo nacionalista de Jordi Pujol.
?Qu¨¦ dijo Sola? En un alegato contra la xenofobia, sugiri¨® que si ¨¦l, un orgulloso guionista charnego que ven¨ªa de lo m¨¢s bajo, ha podido escribir grandes historias catalanas, tambi¨¦n lo podr¨ªan hacer otros inmigrantes que lleguen a Catalu?a. Quiero hacer ¨¦nfasis en el sustrato, probablemente inconsciente, de su discurso. Es significativo que no dijera que ¨¦l escrib¨ªa grandes historias universales, sino grandes historias catalanas. En este sentido, las suyas no ser¨ªan historias universales hechas en catal¨¢n o hechas por un catal¨¢n; ser¨ªan, seg¨²n sus propias palabras, grandes historias catalanas.
?De d¨®nde viene esta necesidad de remarcar que sus historias son catalanas? Del deseo, supongo, de alejar la sospecha de que, como es charnego, no es catal¨¢n. Ning¨²n artista catal¨¢n de apellidos catalanes sentir¨ªa que tiene que demostrar que es un artista catal¨¢n (y, en este sentido, podr¨ªa pasar directamente a producir grandes historias universales, si quiere). La idea que legitima el discurso de Sola es que, con tal de ser aceptado como catal¨¢n en Catalu?a, quienes son como Sola tendr¨¢n que demostrar algo que no tienen que demostrar los catalanes de apellidos inequ¨ªvocamente catalanes. Un charnego que se presentara como tal y que defendiera que escribe historias universales no ser¨ªa, en el imaginario que inconscientemente pregona Sola, un artista catal¨¢n.
Suena francamente peculiar que alguien cuyos padres ya nacieron en Catalu?a, que habla y escribe perfectamente catal¨¢n y cuyo aspecto es mim¨¦tico al de los catalanes de apellidos catalanes, sienta la necesidad inconsciente de demostrar que es catal¨¢n. Soy de los que piensan que es una p¨¦rdida de tiempo intentar demostrar lo que uno ya es. Pero cada uno deja pasar el poco tiempo que nos es dado como puede.
En un interesante pasaje de las excepcionales memorias de Jordi Pujol, el expresidente explica una an¨¦cdota de un viaje oficial que hizo a Argentina. En Buenos Aires, visita el Casal de Catalunya, lleno de gente nacida en Catalu?a y sus descendientes. Pujol les dice que mantener la catalanidad est¨¢ muy bien, pero que no se equivoquen: ellos son argentinos, no catalanes. Pujol es un fervoroso creyente en la idea de integraci¨®n. Se la toma en serio incluso cuando, para decirlo de alg¨²n modo, no favorece a Catalu?a. El discurso de Sola se imbrica perfectamente en la doctrina de Pujol. Pero con un a?adido que la actualiza. La declaraci¨®n de ser orgullosamente charnego solo es un banal reflejo de c¨®mo se concibe la identidad ¡ªcualquier identidad¡ª en el siglo XXI. Por un lado, mi identidad consiste en identificar y difundir muy solemnemente las diferencias menores que me distinguen de aquellos a quienes m¨¢s me parezco. Se trata del narcisismo de las peque?as diferencias que caracteriza nuestra ¨¦poca. En el caso de Sola, esto se traduce en resaltar que, a diferencia de los catalanes de ocho apellidos catalanes, sus abuelos no nacieron en Catalu?a. Es la sobreexplotaci¨®n p¨²blica de este narcisismo el que provoc¨® que el concepto ¡°charnego¡±, como si se tratara de un L¨¢zaro casposo, se levantara de su tumba har¨¢ ahora 10 a?os. Y es probablemente este mismo narcisismo de las peque?as diferencias el que, en parte, explica el crecimiento, 13 a?os atr¨¢s, del independentismo.
Por otra parte, la identidad en el siglo XXI est¨¢ construida sobre agravios. Esto no fue siempre ni en todos los lugares as¨ª. Pero desde hace un tiempo, toda identidad es, de un modo u otro, la de una v¨ªctima. A veces, se trata de agravios reales; otras veces de agravios ficticios o, por lo menos, exagerados. Yo no s¨¦ muy bien, en pleno 2025, qu¨¦ significa ser un charnego nacido en los a?os ochenta, como Sola (o como yo mismo). Pero sea lo que sea, estoy moderadamente seguro de que no significa, como dijo Sola, ¡°venir de lo m¨¢s bajo¡±. Y es que, en nuestras biograf¨ªas, la de los charnegos treinta?eros o cuarentones, no abundan situaciones de miseria s¨®rdida o de vida lumpenproletariat.
El discurso de Sola es producto de haber incorporado a la doctrina nacionalista de Pujol del siglo XX el retorcido concepto de identidad del siglo XXI. En nuestro tiempo, la integraci¨®n nacional luce como el discurso de Sola. Otra historia, que dejaremos para otro d¨ªa o para otra vida, es la verdad inc¨®moda de que, en Catalu?a o fuera de Catalu?a, la idea de integraci¨®n en el siglo XXI sigue siendo la misma idea reaccionaria y siniestra que ya era en el siglo XX.
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