Instrucci¨®n n¨²mero 20
Todav¨ªa en la cama, mire la hora: las diez de la ma?ana. Piense ¡°Es tarde¡±. Luego preg¨²ntese: ¡°?Tarde para qu¨¦?¡±. Es s¨¢bado
Todav¨ªa en la cama, mire la hora: las diez de la ma?ana. Piense ¡°Es tarde¡±. Luego preg¨²ntese: ¡°?Tarde para qu¨¦?¡±. Es s¨¢bado. Aparte las s¨¢banas. Camine hacia la cocina. El cielo est¨¢ ampuloso como un animal suelto. Prepare caf¨¦, vaya hasta el ba?o. M¨ªrese al espejo. Piense: ¡°Tengo canas en las cejas¡±. L¨¢vese los dientes. Al pasar por delante de la habitaci¨®n, constate que ¨¦l todav¨ªa no despert¨®. Intente recordar a qu¨¦ hora se durmieron mirando la televisi¨®n. No lo recuerde. Piense que deber¨ªa dejar de beber vino en las noches. Inmediatamente despu¨¦s, piense que beber vino en las noches es lo ¨²nico que la anima a llegar al final del d¨ªa. Camine hacia la cocina donde el sol entra con un estruendo que no sirve para nada, que no le hace bien a nadie. Encienda el televisor. Escuche que los conductores dicen que ser¨¢ un s¨¢bado perfecto para actividades al aire libre o para cenar afuera. Preg¨²ntese cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que cenaron afuera (?y la ¨²ltima vez que tuvieron sexo?). Escuche, mientras se sirve caf¨¦, que los conductores anuncian el estreno de un reality para esa misma noche. Perciba que algo, dentro suyo, se arroja como un lobo hambriento sobre esa informaci¨®n: ?algo para hacer, qu¨¦ bien! Sienta un alivio humillante (usted, que estaba hecha de agua y de fuego). Preg¨²ntese desde cu¨¢ndo los viernes y los s¨¢bados son iguales a los martes o los lunes o los jueves (usted, que bailaba en la penumbra de los bares exudando luz enardecida). Escuche que ¨¦l entra en la cocina. M¨ªrelo. D¨ªgase que sol¨ªa besarla en la nuca pero que ahora siempre se queja de algo antes de decir: ¡°Buen d¨ªa¡±. Recuerde el poema de Hilda Hilst: ¡°sonre¨ª cuando ¨¦l me dijo cosas amargas / Y nada lo conmueve. / Nada lo espanta. / Y miente / y miente amor / como mienten los chicos¡±. Escuche c¨®mo ¨¦l dice: ¡°Qu¨¦ calor que hace ac¨¢¡±. Tenga la impresi¨®n de que lo dice como si usted fuera culpable del calor. Si¨¦ntase culpable (?usted, que era impune, que era el apocalipsis, que era el fin y el principio de todo!).
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