La brecha de g¨¦nero tras los datos de empleo
Espa?a tiene m¨¢s mujeres trabajando que nunca, pero a¨²n se concentran en la escala salarial m¨¢s baja

La masiva incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral ha sido uno de los mayores avances sociales de la etapa democr¨¢tica. Hasta 10,15 millones de espa?olas estaban trabajando en el ¨²ltimo trimestre de 2024, la cifra m¨¢s alta registrada por la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) y casi el triple que al comienzo de la Transici¨®n. La proporci¨®n de trabajadoras ha ido creciendo de forma ininterrumpida: ya son el 46,4% de la fuerza laboral, cada vez m¨¢s cerca del 50,1% que suponen en el conjunto de la poblaci¨®n. Pese a ello, tras los buenos datos de empleo se oculta una inaceptable brecha laboral y salarial de g¨¦nero.
En 73 de los 100 sectores de la Clasificaci¨®n Nacional de Actividades Econ¨®micas (CNAE), las mujeres suponen menos de la mitad de la fuerza laboral. Son mayor¨ªa, por lo general, en los sectores peor retribuidos, muchos ligados a los cuidados, como el empleo dom¨¦stico, los servicios sociales o las residencias. De las 27 actividades en las que son mayor¨ªa, en 16 el salario medio mensual queda por debajo de la media de la econom¨ªa. De las 10 actividades con peores n¨®minas, en siete hay m¨¢s mujeres que hombres.
¡°A igual trabajo, igual salario¡± es una consigna vigente del feminismo. Esto, sobre el papel, ya est¨¢ garantizado. Las leyes y los convenios amparan cobrar el mismo salario por el mismo empleo y con la misma disponibilidad. Pero la aspiraci¨®n no es individual, sino social. En 2023, el salario medio de las mujeres ascendi¨® a 2.063,2 euros brutos mensuales frente a los 2.467,9 euros de los hombres. Las diferencias se registran tanto en jornadas parciales como completas. Si bien la brecha salarial de g¨¦nero se ha reducido 10 puntos en una d¨¦cada ¡ªdel 18,7% en 2012 al 8,7% en 2022, seg¨²n Funcas¡ª, las profesiones m¨¢s feminizadas siguen peor pagadas, incluso en empleos que exigen mayor formaci¨®n. En la reducci¨®n de la brecha est¨¢n teniendo un papel relevante las mejoras en el salario m¨ªnimo y la mayor estabilidad propiciada por la reforma laboral, que han incidido precisamente en los puestos peor remunerados. Espa?a es uno de los pa¨ªses ricos con menos desigualdad retributiva total sin tener en cuenta el g¨¦nero, seg¨²n la OIT, pero es el que tiene m¨¢s mujeres en la banda salarial baja.
Las mujeres sufren m¨¢s paro, m¨¢s temporalidad, m¨¢s precariedad y parcialidad, y un mayor riesgo de pobreza. Siglos de machismo estructural se traducen en que el peso de los cuidados, del trabajo dom¨¦stico no retribuido y de las cargas familiares recaiga de forma desproporcionada en ellas, lo que afecta a sus carreras profesionales.
Las mujeres tienen un nivel educativo m¨¢s alto que los varones en las generaciones m¨¢s j¨®venes, lo que indica una buena base para corregir el problema a largo plazo. Pero una sociedad y unas instituciones que defienden y aspiran a la plena igualdad no pueden dejar la resoluci¨®n de los problemas en manos de la evoluci¨®n social. Actuar contra esta brecha exige acciones estructurales de calado.
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