Una Europa menos verde
La UE necesita una inyecci¨®n de competitividad, pero la Comisi¨®n yerra al exonerar a las empresas de su responsabilidad ambiental
La Comisi¨®n Europea present¨® este mi¨¦rcoles su plan de ¡°simplificaci¨®n¡± de las reglas medioambientales de la Uni¨®n con el objetivo, expresado por el vicepresidente econ¨®mico de la Comisi¨®n, Valdis Dombrovskis, de reducir la ¡°gran carga regulatoria¡± que para personas y negocios supone el refuerzo de las pol¨ªticas medioambientales derivado del Pacto Verde Europeo.
El n¨²cleo de las reformas es la exenci¨®n para las peque?as y medianas empresas del cumplimiento de buena parte de las nuevas exigencias ecol¨®gicas. Entre ellas, la obligaci¨®n de medir y documentar el impacto ambiental de sus operaciones e incluirlo en la informaci¨®n que hacen llegar a los accionistas y al p¨²blico en general. Las grandes firmas deber¨¢n cumplir con esa obligaci¨®n, pero obtienen una pr¨®rroga para hacerlo. Tambi¨¦n se elimina la necesidad de desarrollar al respecto planes espec¨ªficos en sectores especialmente contaminantes.
Lo mismo sucede con el mecanismo de compensaci¨®n de las emisiones de di¨®xido de carbono para las importaciones, por el que se obliga a certificar el pago de tasas por la compra a terceros pa¨ªses de productos como cemento, hierro, acero, aluminio y fertilizantes. Su objetivo era compensar un menor rigor en el control de emisiones y reducir el dumping medioambiental.
Aunque la Comisi¨®n asegura que su compromiso con la transici¨®n verde ¡°no se ha debilitado¡±, el paquete representa en la pr¨¢ctica una concesi¨®n a las presiones de las empresas y de los principales pa¨ªses industriales, como Alemania y Francia. Con todo, algunas de las peticiones del sector no han sido incluidas. As¨ª, la taxonom¨ªa de las inversiones ¡ªla definici¨®n de si son medioambientalmente positivas o no¡ª no se modifica a pesar de la insistencia de Berl¨ªn y Par¨ªs. Lo que s¨ª se ha incluido es una reducci¨®n dr¨¢stica del n¨²mero de empresas obligadas a definir sus actividades bajo esta regulaci¨®n.
Desde antes incluso de la formaci¨®n de su segundo gabinete comunitario ¡ªcomo, por ejemplo, durante la crisis de los agricultores hace un a?o¡ªUrsula von der Leyen hab¨ªa dado se?ales de que la pol¨ªtica medioambiental, piedra angular de su primera legislatura, iba a pasar a un segundo plano ante desaf¨ªos como la Defensa o la propia solidez pol¨ªtica de la Comisi¨®n. Von der Leyen ha de lidiar con un partido, el Popular, que busca practicar la geometr¨ªa variable dentro del Europarlamento, pactando con partes de la ultraderecha cuando lo vea necesario y usando la amenaza de tales alternativas para sacar concesiones a sus socios de coalici¨®n: tanto los liberales como, especialmente, los socialdem¨®cratas de su vicepresidenta, la espa?ola Teresa Ribera. Es significativo el uso de la palabra ¡°simplificaci¨®n¡± en lugar de ¡°desregulaci¨®n¡±, tab¨² para algunos de los socios del Ejecutivo.
No hay duda de que la econom¨ªa europea en general y su sector industrial en particular necesitan una inyecci¨®n de competitividad. As¨ª lo indicaban en sendos informes los ex primeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta. Sin embargo, la Comisi¨®n comete un error al tratar de impulsar esa competitividad a costa de rebajar las exigencias medioambientales. Las empresas han de poner de su parte en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. No se las puede exonerar de esa responsabilidad; ni a ellas, ni al conjunto de la sociedad. Hacerlo supone transferir irresponsablemente a las generaciones futuras la urgencia de buscar soluciones que, por nuestra inacci¨®n, tendr¨¢n un coste mucho m¨¢s alto para quienes vengan detr¨¢s.
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