Coacci¨®n mafiosa para obtener la rendici¨®n
La diplomacia de Trump es puro humo, apenas un elegante eufemismo para vestir su extorsi¨®n a Ucrania
?Pobre Ucrania! Una detr¨¢s de otra se van sucediendo las escenas tr¨¢gicas. La victoria de Trump. Su Gobierno trufado de putinistas y arrepentidos halcones republicanos, ahora apaciguadores y equidistantes. La fluida comunicaci¨®n telef¨®nica entre la Casa Blanca y el Kremlin. Las provocaciones trumpistas en Bruselas y en la cumbre de seguridad de M¨²nich, plagadas de insultos a Zelenski, a las democracias europeas y a los valores compartidos con Estados Unidos hasta ahora. Luego, el primer e inquietante encuentro de Riad entre ambas c¨²pulas diplom¨¢ticas, con Washington apresurado para alcanzar una paz en la que Rusia gana todo, Ucrania queda desprotegida y Europa es ninguneada. Y al final, la vergonzosa encerrona a Zelenski en el Despacho Oval para obtener su rendici¨®n y, en caso contrario, su derrota.
Es ins¨®lita la f¨®rmula urdida entre el Kremlin y la Casa Blanca. El invadido paga las indemnizaciones, como si hubiera sido vencido de antemano. La superpotencia que apoy¨® a Ucrania y la anim¨® a defenderse saca los beneficios. Nada paga el invasor por sus fechor¨ªas y cr¨ªmenes de guerra; al contrario, tiene premio: sigue bajo su control el territorio ocupado y mantiene todas sus exigencias respecto a la neutralidad de Ucrania, su exclusi¨®n de la OTAN, la celebraci¨®n de nuevas elecciones para prescindir de Zelenski... Es la rendici¨®n de Ucrania y la victoria de Rusia, envueltas en un gran negocio para Estados Unidos y la gloria pacificadora de su presidente. Conociendo los antecedentes, se trata del programa expansivo de Putin para los pr¨®ximos a?os, en direcci¨®n a Moldavia, las rep¨²blicas b¨¢lticas y Polonia.
Ninguna de las obligaciones contra¨ªdas internacionalmente por Rusia respecto a Ucrania ha quedado por vulnerar desde que Putin est¨¢ en el Kremlin: la Carta de Naciones Unidas y el Acta Final de la Conferencia de Helsinki sobre la renuncia a la guerra de agresi¨®n, al cambio de fronteras por la fuerza y a la vulneraci¨®n de la soberan¨ªa de los otros pa¨ªses; el Pacto de Amistad entre Mosc¨² y Kiev y el Memor¨¢ndum de Budapest para la desnuclearizaci¨®n de Ucrania a cambio del respeto a su independencia y a la integridad territorial, que lleva, por cierto, las firmas de Washington, Londres, Par¨ªs y Pek¨ªn. Todo era falso: garant¨ªas y garantes. Solo la amenaza permanente es aut¨¦ntica, de donde se deduce la necesidad de garant¨ªas tambi¨¦n aut¨¦nticas.
Para Kiev, es el ingreso inmediato en la OTAN. Hubiera sido sustancial en 2022, pero no es seguro que siga significando lo mismo ahora, con Trump en la Casa Blanca. ?De qu¨¦ le servir¨ªa la OTAN a Ucrania si Trump desatiende el art¨ªculo 5 sobre la defensa solidaria ante un ataque exterior? Pero una Ucrania excluida para siempre, en cambio, le sirve a Putin para declararse vencedor e incluso seguir la expansi¨®n, mientras que si Zelenski entra en la Alianza aparecer¨¢ como derrotado, aunque consiga retener territorio ucranio. De ah¨ª la oposici¨®n tajante de Trump, siempre presto a complacer a Putin.
La diplomacia transaccional trumpista es humo, palabrer¨ªa, apenas un elegante eufemismo para vestir la extorsi¨®n mafiosa, que brilla en todo su siniestro esplendor con el acuerdo sobre los minerales ucranios. No se fundamenta en ning¨²n valor compartido, tampoco en un objetivo pol¨ªtico com¨²n, ni siquiera en intereses consorciados. Y encima es nula la disuasi¨®n que pueda surgir de la explotaci¨®n conjunta de recursos naturales. La riqueza de Ucrania, al igual que las playas de Gaza, son el bot¨ªn que el depredador demanda por sus peculiares habilidades de presunto pacificador y aut¨¦ntico chantajista, que explota al desvalido y comparte el bot¨ªn con los poderosos, sus iguales.
De tan perversa f¨®rmula solo se aleja Europa, que es para Trump lo que Ucrania para Putin. Ambas desaf¨ªan la diplomacia coercitiva de las grandes potencias, combaten los intereses depredadores imperiales y constituyen un ejemplo democr¨¢tico a combatir. Para vestir el santo, Trump necesita a Zelenski en la mesa de la paz, pero a los europeos lejos, castigados. Ah¨ª hay una peque?a diferencia con Putin, que preferir¨ªa resolverlo todo mano a mano con Trump, sin nadie m¨¢s. As¨ª, Putin tendr¨¢ a su alcance una Ucrania rusa y Trump, una Europa d¨®cil y dividida.
Solo en un punto Trump lleva raz¨®n. Corresponde a los europeos ofrecer a Ucrania las garant¨ªas de seguridad. Y acierta Zelenski en la f¨®rmula sencilla aunque improbable: un ej¨¦rcito europeo. El exministro de Exteriores alem¨¢n Joschka Fischer la defini¨® premonitoriamente antes de la vergonzosa encerrona del Despacho Oval: ¡°La traici¨®n inminente a Ucrania por parte de Trump muestra hasta qu¨¦ punto la impotencia europea es peligrosa para todos nosotros. La paz y la libertad en el continente europeo deber¨¢n fundamentarse en nuestras propias fuerzas y nuestra capacidad de disuasi¨®n¡±. Una fuerza europea con capacidad disuasiva es condici¨®n necesaria, aunque quiz¨¢s no suficiente, de una Ucrania soberana, independiente y democr¨¢tica. Y de una Europa que siga siendo Europa.
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