Europa ya ha cambiado
La cumbre celebrada ayer constata la necesidad de apoyar a Ucrania mientras se construye una defensa que no dependa de Estados Unidos

La legitimidad de las democracias est¨¢ muchas veces vinculada a su eficacia. Y la Uni¨®n Europea no escapa a esa premisa. Por eso cada crisis pone a prueba su solidez. La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca y el terremoto que ha supuesto para el orden liberal internacional son un examen de primer nivel para la Uni¨®n, que ayer celebr¨® una de esas cumbres llamadas a reperfilar una comunidad pol¨ªtica que vive en permanente estado de transici¨®n.
Los puntos tratados en esa cumbre son un ba?o de realidad: Europa ha cambiado ya, en apenas semanas. De las declaraciones de sus l¨ªderes y de los citados puntos se infiere, de entrada, un cambio radical de ret¨®rica: tras 80 a?os de estrecha colaboraci¨®n, EE UU ya no es un aliado fiable. Trump parece cada vez m¨¢s cercano a Putin, y esa mutaci¨®n condiciona seriamente dos asuntos vinculados entre s¨ª: la guerra de Ucrania y el futuro de la seguridad europea.
Respecto a lo m¨¢s urgente, Ucrania, el Consejo europeo plantea recurrir a los instrumentos de la pol¨ªtica com¨²n de seguridad y defensa para ¡ªuna vez alcanzada una hipot¨¦tica paz¡ª desplegar fuerzas militares con bandera europea, algo que hace un mes parec¨ªa impensable y que est¨¢ cada vez m¨¢s cerca. Despu¨¦s de la multimillonaria ayuda financiera a Kiev y del env¨ªo de armas, gana fuerza esa posibilidad, que implicar¨ªa a algunos pa¨ªses de la Uni¨®n y a otros como Reino Unido, Noruega, Islandia y Turqu¨ªa, que se re¨²nen hoy con las instituciones comunitarias capitaneadas por Ant¨®nio Costa y Ursula Von der Leyen. Se trata as¨ª de contrarrestar el progresivo abandono de Washington, que esta semana ha congelado el suministro de informaci¨®n de inteligencia al Gobierno de Zelenski.
La posibilidad de enviar tropas es la avanzadilla del nuevo escudo europeo en seguridad. La cumbre de ayer recogi¨® el plan de rearme presentado el martes por Von der Leyen. Bruselas plantea, de entrada, un paquete de 800.000 millones de euros que supone una invitaci¨®n al gasto por parte de los Estados miembros sin que ese gasto compute en el c¨¢lculo del d¨¦ficit fiscal. Los Veintisiete tampoco descartan ¡°fuentes de financiaci¨®n adicionales¡±, el eufemismo elegido para aludir a la posibilidad de emitir eurobonos. Esos nuevos aires fiscales son el cambio m¨¢s reciente, patrocinado por el futuro canciller alem¨¢n, el conservador Friedrich Merz, que acaba de anunciar una peque?a gran revoluci¨®n en su pa¨ªs: el fin del freno constitucional de la deuda. Alemania, que lleva dos a?os en recesi¨®n, anticipa pol¨ªticas fiscales expansivas y pide ambici¨®n a Bruselas en ese campo. Lejos queda ya aquel r¨ªgido ordoliberalismo germano que deriv¨® en recortes y austeridad durante la Gran Recesi¨®n, especialmente para el sur de Europa.
La paradoja es que sea un conservador alem¨¢n quien haya tenido que dar la puntilla a esas pol¨ªticas. Puede que no sea la ¨²ltima. Pedro S¨¢nchez ¡ªque ha tardado mucho pero por fin ha convocado la semana que viene a todos los grupos parlamentarios menos a Vox¡ª es el l¨ªder socialdem¨®crata m¨¢s destacado del Consejo tras la derrota electoral de Scholz. A ¨¦l le toca lo m¨¢s dif¨ªcil: convencer a la opini¨®n p¨²blica de que Espa?a debe estar en primera l¨ªnea en los cambios que se han operado ya en la UE. Para ello tendr¨¢ que garantizar que el aumento de gasto en seguridad no se har¨¢ en detrimento del Estado de bienestar espa?ol, menos denso que el de otros socios. Hace 25 a?os, Espa?a hizo un esfuerzo enorme para estar en el euro. Y no cost¨® mucho convencer a los espa?oles: Europa era y es la ¨²ltima utop¨ªa factible. Un cuarto de siglo despu¨¦s, el salto en la integraci¨®n de la defensa es quiz¨¢ m¨¢s relevante a¨²n.
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