La circunvalaci¨®n de C¨®rdoba, un c¨ªrculo de pobreza que no cierra
Un problem¨¢tico proyecto vial, modelo del desarrollismo urbano imperante en tantas ciudades de Am¨¦rica Latina, aspiraba a fomentar la sostenibilidad, pero hoy sirve de muro entre dos clases sociales cada vez m¨¢s distantes
Cuando el urbanista italiano Ernesto Lapadula configur¨® el proyecto de la circunvalaci¨®n vial de la ciudad de C¨®rdoba, en la zona centro de Argentina, la plante¨® como un l¨ªmite a la expansi¨®n urbana de la ciudad. La idea era que su interior pudiera albergar m¨¢s de dos millones de personas con plenitud de servicios y delimitar una zona verde que evitara la ampliaci¨®n de la mancha urbana de la ciudad, convertida en una de las m¨¢s industriales de Am¨¦rica Latina en la d¨¦cada de los sesenta. Aspiraba ser el cintur¨®n verde de producci¨®n de alimentos y reposici¨®n de las capacidades ecosist¨¦micas de la urbe. Un verde que limpiara su aire, filtrase sus aguas y alimentara a sus habitantes. La demora de los l¨ªmites viales durante tanto tiempo, sumados a la falta de planeamiento y ordenamiento urbano, la corrupci¨®n de algunos dirigentes pol¨ªticos y las crisis econ¨®micas c¨ªclicas construyeron por dentro y fuera del l¨ªmite circunvalar, denominado Ruta Nacional A019 Avenida de Circunvalaci¨®n Agust¨ªn Tosco, una ciudad completamente distinta a la que pens¨® el urbanista.
El proyecto fue presentado en 1968, pero el inicio de las obras se demor¨® varios a?os. Fue construido parcialmente, se paraliz¨® cuando estaba a medias y continu¨® dos d¨¦cadas m¨¢s, avanzando por tramos cortos durante los ochenta y noventa. A principios de siglo, el objetivo de terminar la circunvalaci¨®n retom¨® fuerzas y se fue completando en distintas etapas. El ¨²ltimo tramo se extendi¨® tres a?os durante los que concluy¨® la construcci¨®n de 17 kil¨®metros de una autopista de tres carriles interconectados con la ciudad con m¨¢s de 20 accesos nuevos, un t¨²nel, decenas de puentes y millones de metros c¨²bicos de movimiento de suelo. Todo ello, con un presupuesto de 400 millones de euros. En agosto de 2019, los 44 kil¨®metros que circunvalan la ciudad de C¨®rdoba se comenzaron a poder recorrer ¨ªntegros despu¨¦s de m¨¢s de 50 a?os desde el inicio de las obras.
C¨®rdoba tiene 1,3 millones de habitantes dentro del ejido municipal y casi 300.000 m¨¢s en el conurbano, un ap¨¦ndice que el proyecto original quer¨ªa evitar que existiese con el concepto del l¨ªmite verde al crecimiento de la mancha urbana. Pero el verde fue perdiendo terreno en manos de urbanizaciones privadas, barrios cerrados o semicerrados; guetos de ciudadanos de clase alta y una clase media alta a la que asustaban las decenas de miles de personas viviendo en asentamientos, villas miserias y barrios de trabajadores sin trabajo. El paisaje lo completan cada vez menos industrias y quintas hort¨ªcolas. Estas, cuando no son reemplazadas por countries o canteras, lo son por campos de soja.
¡°Alquilamos el campo en diciembre de 1985. Fue ah¨ª cuando vinimos. La vi nacer a la circunvalaci¨®n en ese momento. Vos pod¨ªas cruzar de un lado a otro sin problema. Recuerdo que estaban las topadoras (gr¨²as) y las m¨¢quinas moviendo el suelo y me dec¨ªan que lo iban a levantar siete metros y yo no lo pod¨ªa creer. No entend¨ªa c¨®mo pod¨ªa ser¡±. Estos son los recuerdos de Hugo Rosatti, un agricultor hort¨ªcola del noroeste de la ciudad, en Chacra de la Merced. Rosatti relata c¨®mo en esa ¨¦poca las quintas que rodeaban la suya, que fue comprada por su familia a?os despu¨¦s, se fueron vendiendo a mineras para la extracci¨®n de ¨¢ridos a?o tras a?o. Actualmente, estos materiales abundan en los bajos de lo que alguna vez fue el lecho del r¨ªo Suqu¨ªa antes que fuera canalizado.
¡°Te puedo decir que todos los meses nos llega alguna oferta para vender y as¨ª hace a?os. Pero no me interesa. No porque no convenga econ¨®micamente, porque ac¨¢ sacamos para sobrevivir y nada m¨¢s, sino porque uno se hace de un lugar y pensar en irse, en qu¨¦ hacer... ?Para qu¨¦? si ac¨¢ yo ya s¨¦ lo que tengo que hacer cada ma?ana cuando me levanto¡±, dice el agricultor mientras cosecha las acelgas que vender¨¢ unas horas m¨¢s tarde en el mercado de abastos de la ciudad. De 500 productores que hab¨ªa en C¨®rdoba a principios de siglo, apenas quedan 200. La ciudad, que en otras ¨¦pocas enviaba parte de su producci¨®n a otras partes del pa¨ªs, hoy recibe mucho m¨¢s de lo que produce y produce much¨ªsimo menos de lo que necesita.
El verde fue perdiendo terreno en manos de urbanizaciones privadas, barrios cerrados o semicerrados; guetos de ciudadanos de clase alta y una clase media alta a la que asustaban las decenas de miles de personas viviendo en asentamientos, villas miserias y barrios de trabajadores sin trabajo
Hace al menos 30 a?os que la zona de Chacra de la Merced es uno de los mayores focos de contaminaci¨®n de la ciudad. Poluci¨®n que viene, en parte, de las industrias ubicadas en las m¨¢rgenes del r¨ªo, que vierten los desechos sin un control exhaustivo desde hace d¨¦cadas. Pero lo peor procede de la estaci¨®n depuradora de aguas residuales de Bajo Grande, la ¨²nica de su tipo y dimensiones de la ciudad, abandonada hace m¨¢s de 20 a?os y que, de acuerdo a lo denunciado por las autoridades provinciales, vierte al r¨ªo un 30% de las aguas cloacales que recibe pr¨¢cticamente sin tratar. El resto recibe apenas cloro.
La mitad de la ciudad no tiene alcantarillado
Solo el 50% de la ciudad tiene red de alcantarillado. Una encuesta del a?o 2019 arrojaba que el 65% de los cordobeses vio rebasar las aguas servidas de su barrio en tiempos recientes. Las obras para poner en funcionamiento real a la planta depuradora es una promesa electoral que se ha incumplido desde principios de siglo.
Mientras que sobre la autopista los veh¨ªculos pueden ahora circular a 110 kil¨®metros por hora por el carril m¨¢s r¨¢pido. Abajo, en las colectoras que la rodean, la circulaci¨®n m¨¢s com¨²n es mucho m¨¢s lenta. En estos territorios de recolecci¨®n y descarte de desechos, reinan los baches y la falta de pavimento, y muchos de los que la recorren lo hacen con carros tirados por caballos tan fam¨¦licos como las personas que los conducen o, en el mejor de los casos, por chatarras que a duras penas funcionan, pero que son esenciales para la subsistencia de demasiadas familias.
¡°Todo el tiempo se queda [atasca], pero tranquilo que la empujamos y arranca seguro¡± dice H¨¦ctor, quien agrega, con una mueca, mirando para adentro de la cabina antes de subirse: ¡°Pensar que la compre casi nueva¡±. El hombre no tiene ni el aliento ni las ganas de seguir conversando; en los pocos segundos que dura el intercambio, H¨¦ctor, de unos 60 a?os, cuenta que es la cuarta vez que se le estrope¨® la camioneta en el d¨ªa, y que por eso hoy no logr¨® juntar ni para pagar el combustible. Tanto el hombre como la Chevrolet amarilla parecen haber visto tiempos mejores. Ahora, como dice, ¡°cirujea por el mango¡±, recolectando fierros, cart¨®n, o cualquier descarte que pueda convertir en comida al final del d¨ªa.
Desarrollismo sin detenerse, desarrollismo sin pesta?ear
Las obras p¨²blicas, en especial grandes obras viales, han sido una de las caracter¨ªsticas del ciclo de Gobiernos dominados por el peronismo conservador, comenzados en 1999 y encarnados por el fallecido exgobernador Jos¨¦ De La Sota y su delf¨ªn y sucesor Juan Schiaretti. Algunos de los proyectos m¨¢s importantes han tenido serios cuestionamientos t¨¦cnicos, sociales y ambientales: La autopista de C¨®rdoba Jesus Mar¨ªa, que en muchos tramos se inunda ante m¨ªnimas lluvias; la ruta Camino del Cuadrado, que ocasiona constantes derrumbes ya que se desvi¨® ¨Dcon fines especulativos¨D por zonas geol¨®gicamente inestables; megaproyectos como la suspendida autov¨ªa de monta?a en el valle de Punilla, que planeaba destruir el patrimonio paisaj¨ªstico del valle m¨¢s tur¨ªstico de la provincia y por la que se construy¨® un gigantesco puente sobre el dique San Roque que hoy va a ning¨²n lado...
Por su parte, la circunvalaci¨®n Agust¨ªn Tosco sufri¨® en el transcurso de la construcci¨®n de su tramo final tres grandes cambios en el trazado del sector sur, donde tienen sus mayores emprendimientos algunos de los desarrolladores inmobiliarios m¨¢s importantes de la ciudad.
Fuera de ella, la mayor obra p¨²blica encarada por la gesti¨®n actual fue la construcci¨®n de gasoductos por valor de 800 millones de euros y cuyas licitaciones fueron ganadas por la multinacional brasile?a Odebrecht, la empresa que de forma probada m¨¢s ha pagado sobornos en la historia latinoamericana. A pesar de los antecedentes e investigaciones que recorren el continente y que involucran alcaldes, gobernadores, ministros y presidentes, en C¨®rdoba estas licitaciones no han sido sujetas a investigaciones judiciales.
¡°Ac¨¢ las ratas son grandes como los gatos", sentencia Mar¨ªa Rosa Arias, de 50 a?os y vecina de El Quemadero, en el norte de la ciudad y del anillo circunvalar. "El canal siempre est¨¢ lleno de basura, y viene cualquier lluvia m¨¢s o menos fuerte y ten¨¦s el agua y la basura entr¨¢ndote a la casa. Vos me pod¨¦s decir, ¡®bueno se?ora, pero la basura la tiran los mismos vecinos¡¯. ?Qu¨¦ se supone que tenemos que hacer con la basura si nadie la pasa a recolectar? Por adelante te cierran la circunvalaci¨®n y ahora te hacen un tercer carril, por atr¨¢s iluminan el barrio de al lado nuestro, porque son un barrio, pero ac¨¢, como nos clasifican como asentamiento, aunque algunos tengamos t¨ªtulos que nos dieron hace a?os, no recibimos nada. No tiran ni una carpeta de asfalto, ni un foco que nos ilumine de noche; que ilumine la escuela a la vuelta, que de abandonada ya parece un aguantadero. Esto oficialmente es una avenida, es la colectora de la circunvalaci¨®n ?a vos te parece una avenida?¡±, critica.
¡°Cuando el Gobierno se acuerda de nosotros, o es tiempo de elecciones y piensan que nos van a comprar con promesas y colchones, o es la Polic¨ªa que entra cada tanto a rompernos todo; a llevarse cualquier cosa que valga dos pesos, buscando a los culpables de lo que sea que pasa por ac¨¢ cerca¡±, completa el hijo de Mar¨ªa Rosa, Ismael, de 22 a?os, vendedor callejero junto con su padre. Con ambos ingresos, sostienen una familia de 12.
Emiliana Martina es doctora en arquitectura, docente de la Universidad Nacional de C¨®rdoba e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas y T¨¦cnicas de Argentina (Conicet). Consultada sobre el modelo de desarrollo urbano que ha imperado en ciudades como C¨®rdoba y tantas de Am¨¦rica Latina, la doctora Martina relata en un correo electr¨®nico: ¡°El paradigma de consumo de vida humana y urbana supone consumir de manera lineal, sin volver al ciclo y, peor a¨²n, naturalizando el mayor sinsentido de la humanidad, sin producir aquello vital. Producimos vida ociosa, simbolismos, abstractos, pero los productos esenciales para la existencia se los seguimos demandando a la naturaleza sin hacernos cargo de formar parte de ella. Todo lo que consumimos dentro de la forma de vida urbana implica un elevad¨ªsimo coste de producci¨®n plagado de costes externos que le hacemos asumir a la naturaleza como si pudi¨¦ramos recargarle la ecuaci¨®n sin alterar sus ritmos. Creemos que haciendo sostenibilidad num¨¦rica o burocr¨¢tica, el mundo m¨¢gicamente se va a acomodar¡±.
En la circunvalaci¨®n, a pesar de la pandemia y la brutal crisis econ¨®mica que tiene a la mitad de los cordobeses recibiendo asistencia social, las m¨¢quinas viales siguen trabajando. Desarrollismo insustentable sin pesta?ear. Sin detenerse por un minuto a repensar.
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