Los golpes de Estado en el ?frica del siglo XXI
Desde 2015 hasta trece l¨ªderes africanos han modificado la Constituci¨®n de sus pa¨ªses para poder continuar en el poder m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite de dos mandatos. Una pr¨¢ctica que erosiona la democracia desde Costa de Marfil y Guinea en el oeste hasta Burundi y Uganda en el este del continente
Alassane Ouattara ha sido proclamado, por tercera vez consecutiva, ganador de las elecciones en Costa de Marfil. En el poder desde 2011, el presidente se ampar¨® en la falta de retroactividad para poder saltarse la limitaci¨®n de dos mandatos presidenciales introducida en la constituci¨®n de 2016.
Tras conocerse su decisi¨®n, la oposici¨®n boicote¨® la celebraci¨®n de unos comicios que consideraron ilegales y alentaron las protestas. Al menos 30 personas han muerto en una campa?a tensa y violenta que recuerda a un tiempo no tan pasado, cuando Costa de Marfil entr¨® en guerra civil en 2010. Diez a?os despu¨¦s, la situaci¨®n est¨¢ lejos de solventarse. La oposici¨®n no reconoce la victoria de Ouattara y ha declarado un gobierno de transici¨®n. El fiscal general ha denunciado esa declaraci¨®n como un acto de terrorismo y solicita prisi¨®n de por vida para los dos principales l¨ªderes de la oposici¨®n.
El caso de Ouattara en Costa de Marfil es solo el ¨²ltimo ejemplo de los golpes de Estado del siglo XXI en ?frica. Amparados en el filibusterismo legislativo, desde 2015 hasta trece l¨ªderes africanos han modificado la constituci¨®n de sus pa¨ªses para poder continuar en el poder m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite de dos mandatos.
Sin militares armados ni el eco internacional que ello supone, los cambios constitucionales erosionan la democracia desde Costa de Marfil y Guinea en el oeste hasta Burundi y Uganda en el este del continente.
L¨ªderes ancianos
Introducidos inicialmente en la d¨¦cada de los 90 tras la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la presi¨®n de donantes y organismos internacionales, la limitaci¨®n de mandatos busca acabar con presidentes ancianos. La media de edad de los l¨ªderes en ?frica Subsahariana es de 62 a?os, mientras que la de la poblaci¨®n es de 20. Una brecha generacional que genera un distanciamiento entre el pueblo y sus gobernantes y que ha provocado un r¨¦cord hist¨®rico de protestas en 2019.
Los l¨ªderes hacen todo lo posible por permanecer en el poder a pesar de su longeva edad debido a la incertidumbre m¨¢s all¨¢ del sill¨®n presidencial. Al contrario que en las democracias occidentales, la mayor¨ªa de pa¨ªses africanos no cuentan con pensiones de jubilaci¨®n para expresidentes. En muchos casos son cercados por la justicia por sus actos il¨ªcitos mientras gobernaban y deciden exiliarse para no ser arrestados. De los diez l¨ªderes que m¨¢s a?os llevan en el poder en el mundo, seis son africanos. Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial, lidera la lista con sus 41 a?os al frente del pa¨ªs.
La alternancia mejora la paz y gobernanza
Los l¨ªmites en los mandatos presidenciales se introdujeron con la intenci¨®n de evitar que los dictadores se perpetuaran en el poder. En los comicios celebrados entre 1992 y 2006 en ?frica Subsahariana, cuando un l¨ªder se enfrent¨® a la reelecci¨®n gan¨® en un 93% de los casos, mientras que su sucesor solo en un 60%.
La oposici¨®n tiene m¨¢s posibilidades al enfrentarse a un contrincante m¨¢s d¨¦bil, con falta de legitimidad para usar la fuerza institucional a su favor y con la necesidad de marcar distancia con su predecesor. El cambio de poder es importante porque mejora la gobernanza, reduce la corrupci¨®n y trae estabilidad. Nueve de los diez pa¨ªses en conflicto civil en ?frica no tienen l¨ªmites de mandato presidencial, as¨ª como 8 de los 10 pa¨ªses con m¨¢s desplazados internos.
Si un presidente lleva mucho tiempo se borra la l¨ªnea entre Estado y su patrimonio personal. As¨ª, acaba manejando el pa¨ªs como su empresa y favoreciendo a su n¨²cleo duro.
Aquellos pa¨ªses que no respetan las restricciones est¨¢n entre los pa¨ªses con m¨¢s incidencia de corrupci¨®n del mundo, situ¨¢ndose en promedio en la posici¨®n 145 de los 180 en el ?ndice de Percepci¨®n de la Corrupci¨®n. En cambio, cuando hay una transici¨®n en el partido en el poder la gobernanza mejora en 1,3 puntos, seg¨²n Freedom House.
L¨ªmites de la duraci¨®n de los mandatos de los dirigentes africanos
Los l¨ªmites no son siempre eficaces
Sin embargo, el respeto por los l¨ªmites presidenciales no garantiza la alternancia en el poder. Son pocos los pa¨ªses donde ha habido una transici¨®n pac¨ªfica entre partidos, con Ghana, Kenia, Senegal y m¨¢s recientemente Malawi como los casos m¨¢s relevantes. Sin embargo, en otros pa¨ªses como Tanzania, a pesar de cambiar al presidente cada dos mandatos, el mismo partido lleva en el poder desde la independencia del pa¨ªs.
En cualquier caso, no es necesario haber experimentado un cambio de partido en el poder para ser una democracia. Sud¨¢frica, Botsuana y Namibia son tres de los pa¨ªses considerados como democracias y respetan la limitaci¨®n de mandatos, pero en todos ellos los movimientos de liberaci¨®n que llegaron al poder en la independencia siguen gobernando d¨¦cadas despu¨¦s.
A la imperfecci¨®n se le suma una corriente contraria a la implementaci¨®n de los l¨ªmites presidenciales. En su argumentaci¨®n la restricci¨®n de dos mandatos fomenta pol¨ªticas a corto plazo, ya que los dirigentes buscan el mayor impacto en el espacio de tiempo que est¨¦n presentes para obtener r¨¦dito de sus acciones.
Adem¨¢s, en naciones poco democr¨¢ticas, la celebraci¨®n peri¨®dica de comicios con candidatos nuevos incrementa la tensi¨®n en campa?a y las probabilidades de inestabilidad poselectoral.
La limitaci¨®n a los mandatos presidenciales es una medida con buenas intenciones, pero sin eficacia por s¨ª sola. Los casos recientes de Ouattara en Costa de Marfil o Alpha Cond¨¦ en Guinea Conakry muestran que los l¨ªderes aut¨®cratas pueden llegar a amasar suficiente poder para cambiar la constituci¨®n a su antojo.
Para asegurar que cedan el poder tras dos mandatos, la restricci¨®n legal debe venir acompa?ada de una sociedad civil fuerte que presione para su cumplimiento. Adem¨¢s, el pa¨ªs debe tener unas instituciones independientes que garanticen la salida del gobernante.
Por ¨²ltimo, el propio l¨ªder debe querer salir. Para ello, la introducci¨®n de mecanismos de protecci¨®n para expresidentes como garant¨ªas legales y un salario por jubilaci¨®n pueden favorecer un cambio. Mientras que no ocurra, los presidentes seguir¨¢n queriendo morir en el poder.
David Soler Crespo es periodista e investigador especializado en ?frica Subsahariana: pol¨ªtica, democracia y buena gobernanza, Universidad de Navarra. Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation.
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