La odisea de salvar a un familiar de la covid-19 en Per¨²
Las redes sociales y la b¨²squeda de contactos se han convertido en el ¨²ltimo salvavidas para quienes intentan ganarle la batalla al coronavirus, que cada cinco minutos mata a alguien en el pa¨ªs sudamericano
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¡°Cueste lo que cueste¡± no es una met¨¢fora a la hora de buscar cama UCI en Per¨². En el pa¨ªs que ya super¨® su r¨¦cord de muertes diarias por covid-19, intentar salvar a un familiar puede costar lo mismo que un auto, una casa o incluso un ri?¨®n. Y cuando aun as¨ª el sistema de salud colapsa, sin cuidados intensivos, el ¨²ltimo salvavidas para las familias es acudir a un contacto de poder, sea por medio de conocidos o redes sociales. Un privilegio al que, desde luego, no todos acceden.
¡°Es una angustia indescriptible cuando te dicen que necesitas cama UCI y ves que no hay absolutamente nada, pero s¨ª que puedes conseguirla si eres amiga del primo de no s¨¦ qui¨¦n. Yo no ten¨ªa nada de eso¡±, cuenta Mabel Velarde, cuya hermana de 29 a?os enferm¨® del virus en marzo. Cuando la neumon¨ªa ya afectaba al 80% de sus pulmones, la llev¨® a un hospital en Lima. Lo hizo en medio de una de las semanas en que en la capital no quedaron camas para adultos, ni siquiera en cl¨ªnicas privadas.
Velarde llam¨® a todos sus amigos en busca de un contacto dentro del sistema sanitario. Recorri¨® cada cl¨ªnica de la ciudad, habl¨® con la prensa y lanz¨® una campa?a en redes sociales que pronto se viraliz¨®. ¡°Hab¨ªamos buscado tanto que sab¨ªamos que no hab¨ªa cama en ning¨²n sitio¡±, recuerda. ¡°Realmente est¨¢bamos esperando a que alguien falleciera o le dieran el alta, para que ella pueda tener una cama¡±.
A las 48 horas de haber internado en el hospital, entr¨® a cuidados intensivos. ¡°En ese momento celebr¨¦ como si hubiera resucitado¡±, admite Velarde, quien estuvo a punto de pagar unos 90.000 soles (19.000 euros) de garant¨ªa por una cama que se liber¨® ese d¨ªa en una cl¨ªnica. ¡°?Qui¨¦n celebra cuando su familiar entra a UCI?¡±, se cuestiona ahora.
Pero esa celebraci¨®n es un s¨ªntoma de lo que padecen los peruanos con un familiar grave por el nuevo coronavirus. Esta segunda ola, en la cual predomina la variante brasile?a, ha dejado sin cuidados intensivos a cientos de personas en el pa¨ªs. Por ejemplo, el pasado viernes 21 de mayo, cuando la curva de contagios estaba dando cierta tregua, tan solo quedaban libres 135 de las 2.796 camas UCI en la zona covid-19. De estas, 23 se encuentran en Lima Metropolitana y ninguna en las regiones de Ucayali y ?ncash.
De ah¨ª que en las publicaciones de los familiares por redes sociales sigan m¨¢s o menos un mismo patr¨®n: ¡°Necesito urgente cama UCI, por favor un contacto o informaci¨®n¡±. Algunos etiquetan a cuentas oficiales de autoridades, medios de comunicaci¨®n o personalidades influyentes. Otros solo piden que esa se comparta para llegar a m¨¢s personas. Inclusive hay quienes han creado grupos en Facebook para intercambiar informaci¨®n de camas y comprar ox¨ªgeno. En uno de esos grupos, el 28 de abril un hijo ofreci¨® su ri?¨®n a cambio de cuidados intensivos para su madre. Pocos d¨ªas despu¨¦s, otros dos j¨®venes hicieron lo mismo.
¡°Estos mensajes dan cuenta de c¨®mo est¨¢ estructurado nuestro sistema sanitario¡±, asegura Camila Gianella, psic¨®loga y experta en salud p¨²blica. Por un lado, ¡°se sabe que aqu¨ª no tienes derecho a la salud, pero que siempre hay la posibilidad de saltarte la fila si tienes un contacto¡±. Por otro, se ha ¡°normalizado que la sociedad tenga que abastecerse a s¨ª misma¡±.
Para el epidemi¨®logo Antonio Quispe, esto ha instaurado ¡°un sistema de salud alterno¡±, en el cual quienes tienen m¨¢s recursos contratan ¡°una rotaci¨®n de m¨¦dicos y enfermeras en casa y no tienen que hacer fila por ox¨ªgeno¡±. En tanto los m¨¢s pobres, ¡°van a un hospital que les cierra la puerta en la cara si no llegan con su tanque de ox¨ªgeno¡±.
Ante la crudeza de esta ola, al pa¨ªs le han faltado por lo menos 110 toneladas de ox¨ªgeno al d¨ªa, de acuerdo con datos oficiales. Un d¨¦ficit que literalmente asfixia a los m¨¢s pobres, ya que en tiempos de escasez la recarga de ox¨ªgeno de un cilindro de 10 metros c¨²bicos ha superado los 1.500 soles (340 euros), poco m¨¢s que un salario m¨ªnimo. Y se calcula que un paciente de gravedad leve consume hasta dos tanques diarios, seg¨²n el Seguro Social de Salud.
Estas inequidades hacen que el coronavirus sea m¨¢s mortal para unos que otros. ¡°Todo se ha vuelto un negocio, los doctores solo te atienden previamente haciendo un pago. Si tu familiar se agrava, desaparecen¡±, comenta Cynthia Bahamonde, cuyo padre falleci¨® a los 52 a?os a la espera de una cama UCI en marzo. Aunque la familia pudo costear medicamentos y ox¨ªgeno a domicilio, la saturaci¨®n de su padre no dej¨® de caer. Fue entonces cuando lo llev¨® a un hospital, al cual no le dejaban ingresar si no tra¨ªa sus propios balones de ox¨ªgeno. Lo que sigui¨® es la misma historia que ha destrozado a muchas familias peruanas. ¡°Si no conoces alguien que trabaje en la zona covid, te dejan al abandono y mueres¡±, afirma.
A Per¨² le han faltado por lo menos 110 toneladas de ox¨ªgeno al d¨ªa, de acuerdo con datos oficiales
Para la investigadora Gianella, estas muertes dejan la sensaci¨®n de que si se hubiera tenido los contactos, se podr¨ªan haber salvado. ¡°Tambi¨¦n dejan desesperanza porque, pese a que haces todo lo posible, alguien que quieres mueres¡±, advierte.
A inicios de abril, el mandatario de transici¨®n, Francisco Sagasti, pidi¨® disculpas a quienes han perdido ¡°un ser querido o un conocido en esta pandemia¡±, a la vez que reconoci¨® que el Estado peruano fall¨®. ¡°El crecimiento econ¨®mico que tuvimos durante varios a?os no se aprovech¨® para invertir adecuadamente en el sistema de salud p¨²blica, el cual se encuentra muy d¨¦bil y fragmentado con una escasez de recursos humanos que nos est¨¢ pasando factura¡±, dijo.
Ese mismo mes, Per¨² super¨® su cifra de defunciones diarias en lo que va de la pandemia. Seg¨²n el Ministerio de Salud, el pasado abril murieron 9.627 personas por covid-19, es decir, cada cinco minutos el virus mat¨® a una persona en el pa¨ªs.
¡°Ahora todos conocen a un familiar o un amigo que ha fallecido por covid-19, cuando antes eso era la noticia m¨¢s terrible del mundo¡±, precisa Quispe, quien adem¨¢s subraya el subregistro de defunciones. ¡°Hemos llegado a tener 1.200 fallecidos por d¨ªa y esa parece ser nuestra nueva normalidad¡±.
Esta alta mortalidad cala ¡°en c¨®mo se entiende y se mira la sociedad¡±, se?ala la experta Gianella. ¡°Hemos perdido demasiada gente que pudo haberse salvado. Y lo que m¨¢s asusta es que quedar¨¢ impregnada esa desconfianza de que el Estado no sirve para nada. Entonces, ?para qu¨¦ voy a seguir las reglas si al final este me dejar¨¢ morir solo¡±.
Lo que publican en redes sociales quienes han perdido a un familiar sin cuidados intensivos son una muestra de ese recelo. ¡°Mi hermano se est¨¢ muriendo ahogado ante la indiferencia de las autoridades¡±. ¡°Este es el sistema de salud que en vez de protegernos, nos castiga¡±. ¡°No olvidar¨¦ que pudimos salvarlo, pero la burocracia nos imposibilit¨® todo¡±.
A juicio de Gianella, esta fractura requiere que Per¨² reflexione sobre c¨®mo escribir¨¢ su propia historia de la pandemia. ¡°?C¨®mo vamos a explicar a las pr¨®ximas generaciones lo que pas¨® aqu¨ª? ?Por qu¨¦ un virus afect¨® a unos m¨¢s que a otros?¡±. Por tanto, esa historia no puede ce?irse solo ¡°a la narrativa de una minor¨ªa privilegiada¡±.
Se trata entonces de repensar esa desigualdad que el epidemi¨®logo Quispe resume, desde su experiencia dando teleconsultas gratuitas, as¨ª: ¡°Mientras unos me preguntan qu¨¦ vacuna ponerse en Estados Unidos; del otro lado tengo a alguien de menos recursos que me pide ayuda para salvar su vida¡±.
En esa narrativa de la inequidad, Gianella indica que tambi¨¦n hay espacio para hablar de la solidaridad y ¡°ese cuidarse entre todos cuando el sistema no lo hace¡±. Precisamente, Mabel Valverde ha sido testigo de ¡°esa genuina preocupaci¨®n por el bienestar del otro que no es nadie para ti¡±. Y aunque reconoce que ¡°la corrupci¨®n y los atajos da?an todo¡±, es esa solidaridad la que le ha devuelto ¡°la fe que hab¨ªa perdido¡± en su pa¨ªs. Su hermana finalmente ingres¨® en una UCI y se salv¨®.
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