Pobreza, sequ¨ªa y cambio clim¨¢tico: no olvidemos por qu¨¦ los menores huyen de ?frica
El uso de la migraci¨®n para generar tensi¨®n entre Marruecos y Espa?a es algo puntual. Los j¨®venes y ni?os africanos buscan una salida frente a las desfavorables condiciones de sus pa¨ªses de origen
Las im¨¢genes de la pasada semana en Ceuta de menores perseguidos por agentes de la Polic¨ªa Nacional o por militares nos han sorprendido. Es una clara manifestaci¨®n de un juego pol¨ªtico entre Espa?a y Marruecos, en el que se utiliza como peones a menores de edad marroqu¨ªes.
No obstante, estas acciones policiales son el protocolo que siguen las autoridades espa?olas para cumplir con los procedimientos para garantizar el respeto de los derechos de los ni?os y ni?as que llegan a Europa sin protecci¨®n de un adulto.
Los ni?os migrantes tienen derecho a la protecci¨®n p¨²blica en igualdad de condiciones con los ni?os espa?oles. El art¨ªculo 39.4 de la Constituci¨®n Espa?ola no diferencia entre menores de edad espa?oles y extranjeros. Por tanto, todos los derechos que recoge la Convenci¨®n de los Derechos del Ni?o deben ser disfrutados tambi¨¦n por estos ¨²ltimos.
La obligaci¨®n de garantizar el respeto y disfrute de esos derechos por parte de los ni?os y ni?as se extiende a todos los poderes del Estado, ya sea legislativo, ejecutivo o judicial. Los ¨®rganos de polic¨ªa ser¨ªan los encargados de hacer cumplir ese mandato.
En el caso de los menores de edad no acompa?ados, el hilo conductor de las actuaciones de las Administraciones ser¨ªa el principio del inter¨¦s superior del menor, tal y como establece el art¨ªculo 3 de la Convenci¨®n de Derechos del Ni?o. El Comit¨¦ de Derechos del Ni?o se ha encargado de especificar el contenido y valoraci¨®n de este principio en la Observaci¨®n general n.? 14 (2013) sobre el derecho del ni?o a que su inter¨¦s superior sea una consideraci¨®n primordial.
La determinaci¨®n del inter¨¦s superior del menor debe documentarse en todo momento, es decir, ha de justificarse y motivarse en cada decisi¨®n que afecte a alguno. Adem¨¢s, no se trata de determinar el inter¨¦s superior de la infancia, sino del individuo en concreto que se ver¨¢ afectado por la decisi¨®n o medida a tomar.
Para cumplir con este principio, se necesita evaluar la identidad del peque?o: su nacionalidad, crianza, antecedentes ¨¦tnicos, culturales y ling¨¹¨ªsticos, as¨ª como las necesidades especiales de protecci¨®n que pueda presentar.
Las devoluciones en caliente de menores no acompa?ados forman parte de los efectos colaterales del juego fronterizo, pero son a todas luces inconstitucionales y contrarias a la normativa internacional de protecci¨®n de derechos humanos.
Las herramientas jur¨ªdicas de protecci¨®n
Al igual que sucede con las llegadas intermitentes de migrantes a trav¨¦s de la frontera sur de Europa, las pautas de actuaci¨®n en situaciones derivadas de la apertura de fronteras por parte de gobiernos norteafricanos ser¨ªan las directrices de garant¨ªa de derechos humanos que establecen los convenios internacionales en la materia.
No obstante, se impone una reflexi¨®n pausada sobre los flujos migratorios, sus tendencias e impactos. Tradicionalmente, el estudio de la inmigraci¨®n se ha abordado desde su impacto territorial, el impacto econ¨®mico y en el mercado de trabajo. Pero es evidente que las migraciones tienen tendencias y requieren enfoques de naturaleza transversal para la optimizaci¨®n de recursos y la planificaci¨®n de estrategias de geopol¨ªtica m¨¢s efectivas.
Las crisis migratorias y el cambio clim¨¢tico
En los a?os sesenta y setenta del siglo XX, Espa?a asisti¨® a movimientos migratorios fundamentalmente protagonizados por hombres que acud¨ªan solos a trabajar a Europa, al igual que hicieron ciudadanos espa?oles en esa ¨¦poca. Estos trabajadores comenzaron a reclamar la reagrupaci¨®n de sus familias, en lo que puede considerarse una segunda etapa migratoria.
Posteriormente, y debido al endurecimiento de los requisitos para la reagrupaci¨®n, comenz¨® a registrarse una feminizaci¨®n de la migraci¨®n. En concreto, a partir de 1985 se constata un aumento de la presencia de mujeres que emigraban solas hasta Espa?a.
A finales del siglo XX e inicios del siglo XXI encontramos una nueva tendencia que consiste en la emigraci¨®n de menores de edad solos o no acompa?ados. Esta perspectiva nos indica que los flujos migratorios se rigen por pautas propias y determinan los perfiles de la poblaci¨®n migrante en funci¨®n de las circunstancias sociales y pol¨ªticas de cada momento.
En la actualidad, la recepci¨®n de flujos migratorios en la frontera sur de Europa se caracteriza por rutas migratorias cada vez m¨¢s extensas y procedentes en su mayor¨ªa del ?frica subsahariana. Las condiciones econ¨®micas empobrecidas, la sequ¨ªa y el cambio clim¨¢tico han propiciado la percepci¨®n de que emigrar es la ¨²nica salida en los j¨®venes y ni?os del continente africano. Otra cosa bien distinta es la utilizaci¨®n puntual de menores para generar tensi¨®n fronteriza entre Marruecos y Espa?a.
Por tanto, es necesario predecir las situaciones de crisis migratoria para anteponernos y responder de manera adecuada en funci¨®n de los perfiles de migrantes que llegan a las costas de Europa, y no tanto en funci¨®n de las circunstancias econ¨®micas o pol¨ªticas.
La crisis de la covid-19 y sus efectos sociales
En los ¨²ltimos tiempos hemos presenciado discursos xen¨®fobos en relaci¨®n con las migraciones. Se ha generado la imagen social de que algunos problemas de nuestra sociedad derivan o son acentuados por la presencia de inmigrantes de otros pa¨ªses menos desarrollados.
Los conflictos raciales, ¨¦tnicos, culturales, de clase o simplemente de competencia en el ¨¢mbito laboral o de movilidad social adquieren una relevancia especial si tienen lugar en ¨¦poca de crisis.
Las crisis son terrenos propicios para la agudizaci¨®n de los conflictos econ¨®micos, y nos encontramos inmersos en una de las m¨¢s devastadoras crisis sanitarias a nivel mundial. Ha tenido repercusiones profundas sobre el mercado de trabajo y sobre la situaci¨®n de los grupos m¨¢s empobrecidos, entre los que se encuentran los colectivos de inmigrantes.
A lo anterior se a?ade el ¨¢mbito social, por una amplificaci¨®n del miedo hacia el otro, y la consiguiente utilizaci¨®n pol¨ªtica a trav¨¦s de la radicalizaci¨®n de los discursos contra la inmigraci¨®n.
La delincuencia protagonizada por menores de origen extranjero es un tema muy debatido y con resultados contradictorios en la literatura cient¨ªfica. Lo que s¨ª est¨¢ clara es la tendencia creciente de los delitos de odio en los pa¨ªses occidentales.
Las estrategias pol¨ªticas xen¨®fobas son peligrosas no solo por generar discursos violentos en las redes sociales. Tambi¨¦n por alimentar, y por tanto ser responsables ¨²ltimos, de la delincuencia violenta contra determinados grupos minoritarios y especialmente vulnerables.
Soluciones basadas en la prevenci¨®n
Ante la situaci¨®n de crisis migratoria derivada del empobrecimiento de las zonas geogr¨¢ficas y colectivos m¨¢s vulnerables, a nivel global, urge la necesidad de plantear estrategias de cooperaci¨®n internacional que potencien el desarrollo sostenible de una manera global.
Para ello contamos con pautas bien conocidas como los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de recursos permitir¨ªa reducir el impacto de las migraciones tanto en las personas migrantes como en las sociedades de origen y de acogida.
Tambi¨¦n las nuevas tecnolog¨ªas pueden aportar respuestas a trav¨¦s de la predicci¨®n de situaciones de crisis internacional, la identificaci¨®n de perfiles y la gesti¨®n de riesgos. Debemos predecir para reducir riesgos y proteger a los m¨¢s vulnerables.
Gloria Fern¨¢ndez- Pacheco Alises es profesora contratada doctora en Criminolog¨ªa en la Universidad Loyola Andaluc¨ªa
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation
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