Ciencia a la sombra de un baobab: el triunfo de 25 a?os de cooperaci¨®n hispanoafricana
Manhi?a fue el pueblo elegido para levantar un centro de investigaci¨®n de las enfermedades de la pobreza. Han pasado 25 a?os y este sue?o de Mozambique y Espa?a es un ejemplo de excelencia mundial. Entre sus hitos, aqu¨ª se desarroll¨® la que probablemente sea la primera vacuna contra la malaria recomendada por la OMS para su uso a gran escala
No crecen baobabs en el sur de Mozambique. Excepto en un soleado jard¨ªn, apenas un patio interior bien disimulado en uno de los miles de fincas de la ciudad de Manhi?a. All¨ª, robusto y orgulloso, muestra sus peladas ramas un ejemplar tan ¨²nico como el lugar que lo acoge, el Centro de Investigaci¨®n en Salud de Manhi?a o CISM: uno de los m¨¢s eminentes espacios consagrados a la innovaci¨®n m¨¦dica y cient¨ªfica de ?frica. La instituci¨®n cumple 25 a?os este 2021 como pionero ejemplo de ¨¦xito de la colaboraci¨®n en igualdad de condiciones entre el Gobierno de un pa¨ªs rico y el de uno pobre: un mano a mano donde se ha cumplido a rajatabla el ¡°tanto monta, monta tanto¡± de los cat¨®licos reyes Isabel y Fernando.
Desde sus primeros pasos en 1996 hasta ahora ha aportado destacados avances en el campo de la investigaci¨®n m¨¦dica. Entre ellos, la vacuna RTS,S (Mosquirix por su nombre comercial) contra la malaria, pues aqu¨ª fue donde se realizaron las primeras pruebas de concepto y una parte importante de su desarrollo cl¨ªnico; aqu¨ª, por primera vez, se demostr¨® que se pod¨ªa proteger a los ni?os africanos. Los estudios dentro y fuera del continente demostraron una reducci¨®n del 36% de los casos en ni?os vacunados a partir de cinco meses.
Tras finalizar un programa piloto de administraci¨®n masiva de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) implementado desde 2019 en tres pa¨ªses ¨CKenia, Ghana y Malawi¨C con 800.000 menores de edad, es previsible que en los pr¨®ximos d¨ªas este organismo emita una recomendaci¨®n para su utilizaci¨®n a gran escala como herramienta complementaria para prevenir el paludismo. Ser¨¢ la primera vez que la OMS recomiende el uso a gran escala de una vacuna contra la malaria, una decisi¨®n hist¨®rica que vendr¨¢ avalada por la evaluaci¨®n previa de la Agencia Europea del Medicamento, que en 2015 dio una opini¨®n positiva.
Hoy, el CISM es un hervidero de m¨¦dicos, epidemi¨®logos, dem¨®grafos y t¨¦cnicos de laboratorio ¨Centre otras especialidades¨C volcados en la b¨²squeda de curas definitivas para la tuberculosis, el VIH y otras enfermedades de la pobreza. Es la famosa brecha 10/90 que el doctor Pedro Alonso, cofundador del CISM y actual director del Programa Mundial de la Malaria de la OMS, contaba a todo el que quer¨ªa escucharle hace un cuarto de siglo, cuando elucubraba con crear un centro de investigaci¨®n de referencia en ?frica. ¡°Si cuantificabas la carga de enfermedad en el mundo, el 90% estaba en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo y solo el 10% en los desarrollados. Pero el presupuesto mundial de investigaci¨®n va a las enfermedades de los pa¨ªses ricos, y solo el 10% se dedica a las enfermedades de la pobreza¡±, contextualiza.
Corr¨ªa el a?o 1994 y Manhi?a solo era un punto en el mapa de un pa¨ªs que acababa de salir de una larga guerra civil y que figuraba entre los tres o cuatro m¨¢s pobres del mundo. A miles de kil¨®metros, el doctor Alonso y la tambi¨¦n doctora Clara Men¨¦ndez llegaban al Hospital Cl¨ªnic de Barcelona para contribuir al peque?o n¨²cleo de salud internacional que unos a?os despu¨¦s ser¨ªa el primer servicio de salud internacional de un hospital de Espa?a. ¡°Me dieron v¨ªa libre mientras fuera un trabajo de calidad¡±, recuerda Alonso. ¡°Clara y yo insist¨ªamos en que la investigaci¨®n en salud era imprescindible para el desarrollo econ¨®mico y social y, por tanto, una herramienta clave en la cooperaci¨®n internacional¡±. Con ese argumento arrancaron el ¡°proyecto Manhi?a¡±: establecer un centro de esas caracter¨ªsticas en Mozambique. ?Y por qu¨¦ all¨ª? Por la misma raz¨®n por la que uno encuentra langostinos sobre su mesa en cada Navidad: este pa¨ªs del ?frica austral ha sido uno de los principales socios comerciales de Espa?a desde la ¨¦poca colonial gracias a la pesca y tambi¨¦n, o quiz¨¢ por eso, pa¨ªs prioritario para la Cooperaci¨®n Espa?ola, la Aecid, que es la puerta a la que los doctores fueron a llamar en busca de apoyo econ¨®mico.
Alonso se plant¨® en Mozambique cual director de cine a la caza de localizaciones para su siguiente pel¨ªcula. Quer¨ªan una zona rural, pero cercana a un aeropuerto, para facilitar las cuestiones log¨ªsticas y poder instalar laboratorios. ¡°Deb¨ªa ser un lugar donde se pudiera lograr que la investigaci¨®n cl¨ªnica y la epidemiol¨®gica fueran como en Espa?a. Nuestro mantra siempre ha sido: ¡®lo mismo que se puede hacer en Espa?a se tiene que hacer aqu¨ª¡±, afirma Men¨¦ndez.
Manhi?a pose¨ªa un hospital desangelado, con demasiados pacientes y escasos m¨¦dicos, pero era capital de distrito, lo que facilitaba cuestiones administrativas. Con esto y sus apenas 80 kil¨®metros de distancia de Maputo, fue la elegida.
En aquellos tiempos de post conflicto, la situaci¨®n sanitaria era preocupante. La mortalidad infantil era muy alta por las frecuentes epidemias de malaria y las diarreas, y el acceso a servicios esenciales de salud era m¨ªnimo. ¡°Era com¨²n ver enfermer¨ªas enteras llenas de ni?os malnutridos. Pon¨ªamos en la misma cama hasta tres porque no hab¨ªa espacio para todos¡±, relata el actual director del CISM, Francisco Sa¨²te, el primer mozambique?o que se uni¨® al proyecto cuando era un jovenc¨ªsimo licenciado en Medicina.
Con este panorama, el CISM naci¨® con tres ejes indisolubles: asistencial, de formaci¨®n y de investigaci¨®n. ¡°No pod¨ªamos estar y no contribuir¡± afirma Alonso. ¡°Y ten¨ªamos clar¨ªsimo desde el primer d¨ªa que quer¨ªamos tener gente joven mozambique?a que se formara¡±.
Francisco Sa¨²te dio sus primeros pasos en el CISM a las ¨®rdenes de Alonso, que dirigi¨® la instituci¨®n hasta 2009, y recuerda aquellos d¨ªas de principiante. ¡°Entonces trabaj¨¢bamos en un cuarto del centro de salud, que ni siquiera era hospital distrital. Manhi?a era m¨¢s rural que ahora, la electricidad era irregular, no hab¨ªa tel¨¦fonos en las casas y deb¨ªas ir a la oficina de correos para hacer una llamada¡ Era otro mundo. Nada hac¨ªa pensar que ¨ªbamos a estar aqu¨ª 25 a?os¡±.
La electricidad era irregular, no hab¨ªa tel¨¦fonos en las casas y deb¨ªas ir a la oficina de correos para hacer una llamada¡ Era otro mundo. Nada hac¨ªa pensar que ¨ªbamos a estar aqu¨ª 25 a?osFrancisco Saute, director del CISM
A pesar de las dificultades, echaron a andar. Los investigadores pudieron ocupar al poco tiempo una escuela de enfermer¨ªa contigua que estaba en desuso, y a partir de ah¨ª todo fue crecer: laboratorios, despachos e instalaciones de todo tipo florecieron como floreci¨® aquel baobab que a?os despu¨¦s los doctores Alonso y Men¨¦ndez plantar¨ªan all¨ª mismo.
El nacimiento de una vacuna hist¨®rica
A toro pasado, uno de los principales hitos en la historia del centro ha sido su contribuci¨®n en el ¨¢mbito de las pol¨ªticas de salud. Sus trabajos ayudaron a la implementaci¨®n en el sistema sanitario nacional de las vacunas contra la neumon¨ªa y la diarrea, dos de las principales causas de mortalidad infantil. Tambi¨¦n naci¨® aqu¨ª la t¨¦cnica de las autopsias m¨ªnimamente invasivas para determinar las verdaderas causas de muerte en ni?os y poder atajarlas. Asimismo, se han desarrollado estrategias novedosas para prevenir la malaria en embarazadas que hoy se pueden leer entre las recomendaciones de la OMS.
Pero el hallazgo m¨¢s conocido es el de la vacuna de la malaria, una enfermedad que mata anualmente a una media de 400.000 personas, la mayor¨ªa ni?os menores de cinco a?os en la regi¨®n de ?frica subsahariana. Esta lleg¨® tras la visita de la entonces directora de la Iniciativa de Vacunaci¨®n contra la Malaria, Regina Rabinovich. ¡°No est¨¢bamos muy preparados, pero r¨¢pidamente nos arremangamos. Se corri¨® mucho, debo decir: ten¨ªa que hacerse el primer ensayo de una vacuna de malaria de nuestros tiempos. Fue en 60 ni?os y fue dif¨ªcil porque el pa¨ªs no estaba acostumbrado a estas cosas¡ Hubo un trabajo muy intenso y fue, de alguna manera el punto de partida de nuestro crecimiento¡±, considera Eusebio Macete, director del CISM entre 2009 y 2021 y presente tambi¨¦n desde los primeros tiempos.
Se han conjurado infinidad de factores y actores que han propiciado que los investigadores de Manhi?a hayan llevado sus trabajos a buen t¨¦rmino, pero hay dos que todos mencionan. Por una parte, la colaboraci¨®n ciudadana. ¡°Disponemos de una plataforma de vigilancia de morbilidad en el hospital y otra de demograf¨ªa de la comunidad. Por tanto, tenemos el distrito entero censado; es una cohorte de 25 a?os ideal para cualquier investigaci¨®n porque tienen una muestra concreta¡±, explica Sa¨²te. Leonardo Sim?o, presidente de la Fundaci¨®n Manhi?a y ministro de Exteriores cuando se fund¨® el centro, se enorgullece de ello: ¡°En ocasiones, la poblaci¨®n no acepta la investigaci¨®n cient¨ªfica, la gente piensa que va a ser utilizada como cobaya. Pero nosotros tenemos una confianza que se fue construyendo y consolidando¡±.
El escenario que ofrece Manhi?a para la investigaci¨®n es otro de sus mayores atractivos. ¡°Hay una preocupaci¨®n internacional por reducir los problemas de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo: la mortalidad neonatal, las muertes por malaria y por tuberculosis... Pues Manhi?a est¨¢ donde esos problemas existen¡±, contempla Macete.
Un ¡°tanto monta, monta tanto¡± entre Espa?a y Mozambique
Es de justicia decir que el dinero p¨²blico espa?ol ha sido determinante para impulsar este proyecto. Primero, como un proyecto de cooperaci¨®n y luego, mediante un convenio, hoy en d¨ªa Espa?a aporta de manera regular alrededor de 1,5 millones de euros anuales a trav¨¦s de la Aecid. El CISM maneja hasta 14 millones de euros de presupuesto anual. ¡°Con cada euro que pone el Gobierno de Espa?a nosotros atraemos diez euros de fuera, y empleamos 700 personas de media¡±, afirma Macete.
Por el lado mozambique?o, destaca la apuesta por el proyecto desde los inicios a pesar de que invertir en ciencia no es algo muy popular. Y menos en un pa¨ªs paup¨¦rrimo. En el a?o 1994 era muy dif¨ªcil explicar que con tan pocos m¨¦dicos como hab¨ªa deb¨ªan destinar una parte a la labor investigadora. Tuvieron suerte, sostiene Pedro Alonso, porque les toc¨® tratar con una ¨¦lite pol¨ªtica muy cultivada. Recuerda al ex primer ministro Pascoal Mocumbi, uno de los padres fundadores de la Frelimo (Frente de Liberaci¨®n de Mozambique, partido gobernante desde la independencia en 1975) y que pas¨® por los cargos de ministro de Sanidad y ministro de Exteriores antes de llegar a primer ministro. Con ¨¦l contact¨® Alonso en el a?o 98 para pedirle apoyo. ¡°Me recomendaron que hablara con Mocumbi. ?Pero c¨®mo iba a hablar yo a este se?or? Yo era un mindundi¡±, r¨ªe al recordar. ¡°Cuando le conoc¨ª, encontr¨¦ a un se?or extraordinariamente l¨²cido. Me dijo: ¡®mira Pedro, no me tienes que convencer. ?Sabes por qu¨¦ necesitamos investigar? Porque somos pobres¡±, relata Alonso.
Descolonizando la salud global
La independencia de la instituci¨®n siempre ha sido el faro que ha orientado las decisiones que se han tomado. Por eso, cualquier oferta de colaboraci¨®n con una entidad externa se acepta siempre y cuando esta sea relevante para Mozambique. Y se ha hecho as¨ª desde los or¨ªgenes, en contraposici¨®n a otras academias e instituciones instaladas en ?frica, pero utilizadas como ¡°anclajes de colonizaci¨®n cient¨ªfica¡±, en palabras de Macete. ¡°Eso es malo porque las instituciones no llegan a crecer y si no las dejas crecer, no las dejas pensar, no creas espacio para que los problemas locales sean pensados con los locales¡±, reflexiona el exdirector del CISM. Por ese esp¨ªritu, en el a?o 2008 el CISM se convirti¨® en algo m¨¢s grande: la Fundaci¨®n Manhi?a, ya en manos cien por cien mozambique?a y declarada de utilidad p¨²blica.
El CISM cuenta con socios, parceiros se dice en Mozambique, de todas partes del mundo. La clave de la confianza no son las buenas palabras, sino los resultados. ¡°Si un proyecto se lleva a cabo, se ejecuta adecuadamente y hay unos resultados publicados, eso demuestra que se est¨¢n haciendo las cosas bien. Pero para eso hay que estar muy alerta, mantener la calidad y no acomodarte¡±, advierte Men¨¦ndez, actual directora de Iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva del Instituto de Salud Global de Barcelona.
El salto a la excelencia
Mucho ha cambiado el centro desde aquellos inicios circunscritos a un cuarto mal iluminado del hospital de Manhi?a donde Clara Men¨¦ndez, Pedro Alonso y Francisco Sa¨²te instalaron sus primeros ordenadores. Ahora, solamente una puerta enrejada con la pintura blanca ya carcomida es de lo poco que se conserva de esos tiempos.
De lunes a domingo, el CISM bulle actividad. A las siete de la ma?ana, el personal hace cola en la entrada para la toma de temperatura consabida en estos tiempos pand¨¦micos. A las siete de la tarde, que en Mozambique acostumbra a ser noche cerrada, siempre queda alguna estancia encendida con alg¨²n t¨¦cnico de bata blanca escudri?ando a trav¨¦s del microscopio. En los pabellones destinados a la investigaci¨®n en tuberculosis, el equipo de los doctores Sozinho Ac¨¢cio y Alberto Garc¨ªa-Basteiro hacen planes para expandir su reino en las dependencias del hospital; as¨ª lo requiere su creciente labor investigadora: ahora est¨¢n enfrascados en una nueva herramienta para diagnosticar tuberculosis a ni?os, en otra para hallar mejor la variedad resistente de la enfermedad a partir de placas de petri coloridas.
Enfrente, la veterana t¨¦cnica de laboratorio Samira Sirage busca par¨¢sitos y microbios en unas muestras nada atractivas de heces, de sangre, de orina y de esputos. M¨¢s lejos, unas estancias cerradas a cal y canto con doble puerta almacenan infinitos ejemplares de la hembra del mosquito Anopheles, el transmisor de la malaria, que han sido previamente capturados por los chicos que dirige el doctor Pedro Aide, uno de los mayores expertos en paludismo, coordinador del ¨¢rea de investigaci¨®n de esta enfermedad end¨¦mica y en buena parte responsable del ¨¦xito de la vacuna RTS,S.
Un cuarto de siglo despu¨¦s es innegable el impacto del CISM en Manhi?a. Primero, el socioecon¨®mico. Tambi¨¦n en la salud de la comunidad, porque el hospital atiende a muchos enfermos que, en otras circunstancias, tendr¨ªan que ser referidos a un hospital de Maputo y porque, si bien los problemas m¨¢s prevalentes son los mismos que en los inicios, la mortalidad ha bajado notablemente en las ¨²ltimas d¨¦cadas. ¡°Existe un ambiente profesional muy favorable a la investigaci¨®n y hay una relaci¨®n muy fuerte con el distrito de Manhi?a, con sus l¨ªderes del distrito, con la sociedad civil¡ Dan importancia a la investigaci¨®n y colaboran. Todos est¨¢n en un ambiente que facilitan mucho la investigaci¨®n¡±, opina el exministro Sim?o.
Adem¨¢s, se ha expandido. Hay m¨¢s centros de salud distritales y est¨¢n presentes en las ciudades de Quelimane y Mopeia, donde ahora se estudian nuevas t¨¦cnicas de prevenci¨®n de la malaria. Hasta Espa?a llega su sombra, pues dio pie al nacimiento del Instituto de Salud Global de Barcelona, dependiente tambi¨¦n del Hospital Cl¨ªnic.
Desaf¨ªo: no morir de ¨¦xito
Hace 25 a?os, el CISM era uno de los dos o tres proyectos en ?frica que aspiraba a convertirse en instituci¨®n de referencia, pero ahora que lo ha logrado el reto pasa por reinventarse constantemente ¡°Tenemos 67 proyectos activos en este momento, y el equipo es m¨¢s o menos el mismo que hab¨ªa hace siete a?os¡±, expone el director Sa¨²te, consciente de que existe tambi¨¦n un riesgo de dispersi¨®n que los lleve a perder calidad. Por eso, en su reci¨¦n estrenado cargo quiere centrarse en reconsiderar las prioridades. ¡°Debemos revisar qu¨¦ hacemos y qu¨¦ debemos hacer¡±.
Uno de los rostros habituales en el traj¨ªn diario del CISM es In¨¢cio Mandomando. Actual coordinador del ¨¢rea de enfermedades bacterianas, virales y otras enfermedades tropicales desatendidas, fue tambi¨¦n uno de los primeros m¨¦dicos instruidos aqu¨ª y hoy devuelve ese legado formando a los epidemi¨®logos m¨¢s j¨®venes. A su juicio, y pese al aumento del personal entrenado, siguen siendo pocos investigadores. ¡°Uno de los retos es continuar buscando talentos y retenerlos, y hemos de identificar c¨®mo lograrlo¡±, propone.
Aquel baobab que lleg¨® como un esqueje de apenas 30 cent¨ªmetros vigila como el primer d¨ªa la animada confu?ao ¨Cvocablo que sirve para casi todo en Mozambique¨C que se desarrolla en las blancas dependencias del CISM. Le acompa?a un enorme mango, regalo de Gra?a Machel a la instituci¨®n, y una la gigantesca palhota ¨Ccenador de techo de paja¨C circular plantada en plena entrada, s¨ªmbolo de identidad de la sede de Manhi?a.
Los ¨¦xitos y fracasos; las bienvenidas y los adioses; la concentraci¨®n de quienes ocupan los laboratorios y la pericia de quienes hacen trabajo de campo; la solemnidad de unos, la espontaneidad de otros¡ El CISM son aquellos pioneros que so?aron con crear un centro de excelencia cient¨ªfica en medio de la nada m¨¢s absoluta hace 25 a?os. Tambi¨¦n son los reci¨¦n llegados, la mayor¨ªa j¨®venes cient¨ªficos, que pasan los d¨ªas aprendiendo de sus mentores y las noches de los jueves compartiendo cervezas 2M y frango ¨Cpollo¨C frito en el cercano restaurante Casa Fresca. Desde un primer ministro como Mocumbi hasta una encuestadora, como Samira Sirage cuando comenz¨®, unos y otros han construido esta inusual historia de ¨¦xito. En sus manos, y en sus mentes, sobre todo, recae ahora la responsabilidad de continuar con este legado.
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