Las v¨ªctimas de la violencia machista de La Fortaleza rompen el muro de silencio
Golpes y abusos sexuales han sido una constante en la vida de la mayor¨ªa de mujeres de esta comunidad informal, en C¨²cuta, frontera colombiana con Venezuela. La diferencia de hace un par de a?os a hoy es que ahora ellas, casi todas migrantes, se atreven a contarlo. Y as¨ª ayudan a las j¨®venes

A Carmen Cecilia Becerra la han violado casi una decena de hombres desde que ten¨ªa siete a?os. Primero, sus tres padrastros, luego sus t¨ªos, despu¨¦s su marido. Cuando Mari San Juan ve una furgoneta, se sigue escondiendo y aguantando la incontinencia del p¨¢nico que le dan. Gran parte de los sonidos de la infancia de Ana Ortiz son los gritos y los golpes de su padre. Los de su adultez se le parecen bastante. Lo ¨²nico en lo que Chirley P¨¦rez piensa al atardecer es en que ojal¨¢ su expareja no haya bebido ¡°porque se transforma¡± y pega a sus hijos. La violencia de g¨¦nero ha sido una constante en la vida de la mayor¨ªa de mujeres de la comunidad de La Fortaleza, en C¨²cuta, frontera colombiana con Venezuela. La diferencia de hace un par de a?os a hoy es que ahora se atreven a contarlo. Y as¨ª, dicen, pesa un poco menos.
Becerra recuerda su historia entre susurros para que los ni?os que tiene a cargo en la guarder¨ªa improvisada en el sal¨®n de su casa no la escuchen hablar ¡°de eso¡±. La Fortaleza es un asentamiento irregular con m¨¢s de 2.000 familias ¡ªla mayor¨ªa migrantes venezolanos o retornados¡ª sin apenas presencia del Gobierno. Los pocos trabajos que se conocen aqu¨ª son de d¨ªas y se aceptan aunque a los extranjeros se les pague menos. ¡°Tenemos que coger lo que nos salga¡±, repiten. Una ni?a peque?a se acerca dando saltitos en un vestido amarillo, y abraza a la se?o antes de volver a jugar. ¡°As¨ª de chiquita era yo cuando abusaron de m¨ª¡±, dice cuando esta se va. ¡°No ten¨ªa ni ocho a?os¡±. Fue su padrastro. Luego fueron los otros dos. Pero la mayor de las agresiones que recuerda de entonces, fue la bronca de la madre cuando tom¨® el coraje necesario para confesarlo y mudarse con su padre. ¡°?Por qu¨¦ tiemblas? No seas exagerada¡±, le dec¨ªa entonces a esta mujer que hoy tiene 47 a?os.

En los primeros ocho meses del a?o se registraron 432 feminicidios en Colombia; en ese mismo per¨ªodo, la Fiscal¨ªa recibi¨® 14.711 denuncias por maltrato intrafamiliar y 3.877 casos de violencia sexual. El ejercicio pasado cerr¨® con 630 feminicidios en el pa¨ªs, seg¨²n el Observatorio de Feminicidios Colombia, siendo el Norte de Santander el s¨¦ptimo departamento m¨¢s sangriento con ellas. Mar¨ªa Fernanda Ovalles Carrillo, secretaria de la Mujer y Equidad de G¨¦nero del departamento, alerta de que ser inmigrante es ¡°una de las brechas¡± que m¨¢s las expone a la violencia: ¡°Adem¨¢s de la xenofobia, se encuentran diferentes barreras en el acceso a la atenci¨®n en salud, a la protecci¨®n y a la justicia. Esto se justifica en el estatus migratorio irregular¡±. Seg¨²n su oficina, en el ¨²ltimo a?o se produjeron 18 asesinatos machistas m¨¢s que en 2020, donde se registraron 21.
Dorm¨ª tranquila el d¨ªa que me enter¨¦ que mi exmarido se hab¨ªa muerto¡±, narra a¨²n aterrada. Nunca denunci¨®. ¡°?A qui¨¦n? Todos lo conoc¨ªan¡±Carmen Cecilia Becerra, superviviente de maltrato machista
En su adolescencia, Becerra conoci¨® a un tipo ¡°encantador y trabajador¡± al principio. Y su mayor pesadilla despu¨¦s. Intent¨® escapar siete veces. Agarraba un par de mudas de sus hijos y sal¨ªa de noche con el miedo en la garganta. ¡°Pero me encontr¨® todas las veces¡±, dice. Las amenazas se materializaron con machetazos, intentos de asfixias en la alcantarilla y palizas en su lugar de trabajo. ¡°Dorm¨ª tranquila el d¨ªa que me enter¨¦ de que se hab¨ªa muerto¡±, narra a¨²n aterrada. Nunca denunci¨®. ¡°?A qui¨¦n? Todos lo conoc¨ªan en el pueblo¡±.
La falta de papeles juega un papel clave en ello. As¨ª lo asegura Adriana Marcela P¨¦rez Rodr¨ªguez, directora del Observatorio de Asuntos de G¨¦nero de Norte de Santander: ¡°Cuando las mujeres migrantes venezolanas amenazan con denunciar a sus agresores, sufren coacciones y presiones para intimidarlas y que no lo hagan. Es com¨²n que ellos tambi¨¦n digan que ir¨¢n a la polic¨ªa a decir que no tienen los documentos al d¨ªa y que las deporten. Esto pasa sobre todo con v¨ªctimas de trata¡±.
La falta de acceso al sistema judicial evidencia que la poblaci¨®n migrante es m¨¢s vulnerable a la violencia de g¨¦nero. Las rutas de migraci¨®n inseguras o irregulares aumentan el riesgo, tambi¨¦n de trata de personas. Las mujeres migrantes, las ni?as y las personas LGBTI son el blanco de un sinf¨ªn de mafias. Desde el 2013 hasta julio de 2020, de acuerdo con cifras del Ministerio del Interior, en Colombia se han registrado 686 casos de trata de personas, de los cuales 408 con fines de explotaci¨®n sexual; dos de cada 10 son migrantes. Esta cifra es, seg¨²n los expertos, probablemente mucho mayor de las conocidas dada su clandestinidad.
Despu¨¦s de la muerte de su exmarido, Becerra se instal¨® en La Fortaleza junto a sus hijos y una idea taladr¨¢ndole la cabeza: ¡°No m¨¢s¡±. Ahora se dedica a cuidar a los ni?os y ni?as del vecindario, cuando sus padres est¨¢n trabajando. Educar es, dice, su semilla del cambio. Como ella, 104 mujeres llevan meses intentando escribir un presente diferente. Hace nueve, se inscribieron en un curso de capacitaci¨®n y sensibilizaci¨®n de Ayuda en Acci¨®n enfocado a mujeres migrantes, retornadas, comunidades de acogida y v¨ªctimas de la violencia. El objetivo de la organizaci¨®n es fortalecer su papel en el ¨¢mbito comunitario para exigir sus derechos y la prevenci¨®n del machismo en contextos asociados a procesos migratorios. Desde que concluy¨® el proyecto, son ellas quienes siguen reuni¨¦ndose y extendiendo los conocimientos aprendidos a las chicas m¨¢s j¨®venes.
Este relevo de liderazgo lo celebra Orlando Ortiz Medina, director del equipo de impacto y coordinador de los programas de Ayuda en Acci¨®n Colombia. ¡°Lo que pretendemos es dejar la capacidad instalada para que las mujeres y sus organizaciones sigan adelante con el desarrollo de sus propuestas¡±, explica. Para ¨¦l, el machismo es uno de los ¡°principales flagelos¡± del pa¨ªs andino. ¡°Es tan necesario avanzar en la disminuci¨®n de los factores de los que se nutren este tipo de agresiones, como lograr que desde el Estado se pongan en curso medidas dirigidas a prevenir y garantizar la protecci¨®n debida¡±.
¡°Te cela porque te quiere¡±
Sentada en una silla de pl¨¢stico blanco del comedor social de la parroquia de la aldea, Ismar Adreina Santiago Montilla reposa el almuerzo. Tiene 22 a?os y lleg¨® de Barinas, Venezuela, hace cuatro, cuando se dio cuenta de que su primer marido la maltrataba. Reconocerlo no fue f¨¢cil. Hasta que esta mujer ¡°abri¨® los ojos¡±, pasaron varios a?os y un proceso de comprensi¨®n de c¨®mo funciona la violencia machista. Y de mucho desaprender. Creci¨® escuchando: ¡°Te cela porque te quiere¡±, ¡°Es normal que haga eso¡±, ¡°El amor duele¡±.
Sentir que te entiende alguien te hace sentir menos solaLaddy Davina, de 42 a?os, cucute?a v¨ªctima del conflicto armado y la violencia machista
¡°Normalizaba muchas cosas que hoy en d¨ªa me doy cuenta de que no deber¨ªan de ser as¨ª. ?l me trataba mal si sal¨ªa sola a la calle o si me saludaban. Si era hombre, porque era mi amante. Si era mujer, porque me hice lesbiana¡±. Hasta que un d¨ªa dijo ¡°se acab¨®¡±. Y entonces ¨¦l le quit¨® los documentos para que no pudiera viajar. Para no dejarle. ¡°Ahora que lo veo claro me siento frustrada, pero es parte de mi pasado. Y es lo que estoy intentando superar¡±, dice esta madre de dos hijos, de seis y dos a?os.
Su misi¨®n actual es que no se repitan historias como la suya. ¡°Quisiera decirle a las j¨®venes que no se dejen, que tienen opciones¡±, narra apretando con fuerza una gorra en la que se lee: ¡°Juntas somos m¨¢s fuertes¡±. Seg¨²n un reciente estudio de Plan International, el 50% de las ni?as y adolescentes refugiadas y migrantes venezolanas se sienten inseguras en las calles; mientras que el 21% de ni?as y el 13% de adolescentes han sido testigos de situaciones de violencia, abuso sexual o agresiones verbales. ¡°Cuando escucho a mis compa?eras, entiendo por lo que han pasado. Porque se le parece mucho a lo m¨ªo¡±, dice Laddy Davina, de 42 a?os. ¡°Sentir que te entiende alguien te hace sentir menos sola¡±, zanja esta cucute?a v¨ªctima tambi¨¦n del conflicto armado.
De acuerdo con el bolet¨ªn n¨²mero 4 Entre llantos y consignas por una vida digna del Observatorio de Asuntos de G¨¦nero del Norte de Santander, el tipo de violencia con m¨¢s casos registrados es la psicol¨®gica, con un 82,3%; le sigue la f¨ªsica con un 63% y la patrimonial, con un 27,4%. Esta ¨²ltima hace referencia a cuando el hombre utiliza su poder econ¨®mico para controlar las decisiones y proyecto de vida de su pareja.
La sororidad es una carcajada c¨®mplice
Juntas son sororidad. Les une la empat¨ªa de entender el miedo de la otra; a dejar a quien han amado, a contarlo, a que a sus hijos les pase algo. A muchas de ellas se les suma todo lo que implica emigrar desde Venezuela o volver a su pa¨ªs tras tantos a?os fuera y sin redes de apoyo. Adem¨¢s de supervivientes del maltrato y el abuso, trabajan para ser lideresas de un presente de paz. Y hay veces en las que solo el humor las rescata. ¡°Nos toca aprender a hacer chiste, porque si no, ?qu¨¦?¡±, dice Ana Ortiz, de 61 a?os, la mayor del grupo. Aunque bromea y es quien equilibra los ¨¢nimos cuando est¨¢n bajos, a¨²n carga con la depresi¨®n que le dej¨® el maltrato desde la infancia.
¡°He guerreado mucho por mi familia. Yo perd¨ª mi casa, mis ahorros y vivo de prestado en un lotecito de lona, pero gloria a Dios, mis hijos y yo estamos bien¡±, cuenta. ¡°Hoy somos mujeres diferentes. Mujeres fuertes que podemos aconsejar a las ni?as que vienen. Mi historia es lo ¨²nico que yo tengo para ense?arles a mis nietas¡±.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.