Croacia, la ¨²ltima frontera
El aumento y tecnificaci¨®n de la vigilancia policial desde la crisis migratoria de 2015, as¨ª como su falta de respeto por los derechos humanos, han convertido a Croacia en el tr¨¢nsito m¨¢s dif¨ªcil para las personas que aspiran a llegar a la Europa Schengen
Abdel* es un hombre palestino de 33 a?os que fue capturado tambi¨¦n en territorio croata cuando intentaba cruzar la frontera para llegar a Europa: ¡°Llegamos a un pueblo llamado Belo y un campesino nos vio y llam¨® a la polic¨ªa. Nos cogieron en el bosque y nos quitaron todo el dinero. Nos hicieron desnudarnos y echarnos al suelo y nos inspeccionaban los cuerpos uno por uno, con ayuda de perros, para ver si ocult¨¢bamos algo m¨¢s¡±, denuncia. Su testimonio es uno de los miles que demuestran que Croacia, con el apoyo manifiesto de la Uni¨®n Europea, se ha convertido en la ¨²ltima frontera, el trayecto m¨¢s complicado que los migrantes tienen que realizar antes de llegar a la llamada ¡°Europa de verdad¡±, una expresi¨®n com¨²n entre los refugiados al referirse a Italia, Francia y Alemania, pa¨ªses donde podr¨¢n pedir asilo, trabajar y tener una vida digna. Hablan del territorio que pertenece al tratado Schengen.
En 2021, 60.541 personas en tr¨¢nsito de diferentes nacionalidades atravesaron los Balcanes antes de llegar a la UE, un 124% m¨¢s que en 2020, seg¨²n datos de Frontex. Se trata de un recorrido que se ha hecho ruta habitual desde la llamada crisis migratoria de 2015. Atravesando bosques, monta?as y r¨ªos, estos hombres, mujeres y ni?os acometen una ruta que pasa primero por Bosnia y luego por Croacia y Eslovenia para llegar a Trieste, Italia, desde donde continuar¨¢n a otros pa¨ªses europeos.
Primero: sobrevivir en Bosnia
Ya desde las localidades bosnias de Biha? y Velika Kladu?a, y otras m¨¢s peque?as del cant¨®n de Una Sana, se agolpan miles de extranjeros, tratando de continuar su viaje hacia Italia. Se calcula que 70.000 personas en tr¨¢nsito han llegado a este pa¨ªs en los ¨²ltimos dos a?os. Muchos de ellos residen en casas y f¨¢bricas abandonadas y, cuando baja el fr¨ªo, en tiendas de campa?a.
Abundan los afganos y paquistan¨ªes, pero el abanico de nacionalidades es muy amplio. Tambi¨¦n proceden de Siria, Ir¨¢n e Irak; otra gran cantidad llega desde Argelia y Marruecos, que intentan la ruta balc¨¢nica desde Turqu¨ªa, ya que se puede volar a este pa¨ªs sin visado. En el mismo recorrido confluyen ciudadanos de Banglad¨¦s y, aunque algunos han hecho toda la ruta por tierra, la mayor¨ªa procede de Dubai, v¨ªa Om¨¢n e Ir¨¢n. No falta un peque?o n¨²mero de personas de Egipto, Libia, Palestina y Sud¨¢n, as¨ª como de India y Nepal, e incluso de T¨ªbet y Mongolia. Tambi¨¦n se incorpor¨® este a?o a la ruta balc¨¢nica al menos un cubano, llegado desde Mosc¨² v¨ªa Armenia, gracias a los acuerdos hist¨®ricos que mantiene Cuba con Rusia.
Al contrario de Biha?, donde la gran mayor¨ªa de personas en tr¨¢nsito fuera de los campos son hombres adultos, en la zona de Velika Kladu?a hay mucha m¨¢s variedad: numerosas familias con ni?os y ni?as peque?as, principalmente afganas. Tambi¨¦n mujeres solas y menores no acompa?ados.
Ellos, en su mayor parte, llevan a?os en el camino y han pasado por Grecia. Otros muchos han llegado atravesando Bulgaria y Serbia. Los afganos, que llevan lustros huyendo de la situaci¨®n pol¨ªtica en su pa¨ªs, han visto un rayo de esperanza a ra¨ªz de los ¨²ltimos acontecimientos de 2021, con la salida de Estados Unidos de su territorio y la instauraci¨®n de un Gobierno talib¨¢n. Sin embargo, en lugar de suavizar las restricciones para su tr¨¢nsito o facilitar la solicitud de asilo, las fronteras europeas se est¨¢n blindando m¨¢s.
En esta zona las preocupaciones constantes son la comida y la higiene diaria. Varias organizaciones les ayudan con ropa, alimentos y art¨ªculos de aseo. Tambi¨¦n proporcionan ayuda m¨¦dica y, en ocasiones, tratamiento. Entre ellas est¨¢n la espa?ola No Name Kitchen y varios colectivos, principalmente alemanes. Los activistas son en general j¨®venes y presentan una voluntad manifiesta de ayudar, aunque a veces se ven sobrepasados por el volumen de llegadas. Tambi¨¦n asisten organizaciones locales, como Sos Biha?. Zlatan Kova?evi?, su fundador, perdi¨® una pierna en el conflicto de los Balcanes y decidi¨® desde entonces auxiliar a personas necesitadas.
A¨²n se ven, 30 a?os despu¨¦s, los impactos de la guerra en muchas fachadas de Biha? y de Velika Kladu?a y, sin embargo, parte de la poblaci¨®n civil ¡°parece haber olvidado su pasado de asedio y sufrimiento¡±, refiere Kova?evi?. As¨ª, hay quien ayuda a los que van llegando con agua y comida, e incluso acogi¨¦ndoles en sus casas. ¡°Una pareja que vive aqu¨ª, al lado de Helicopter Place ¨Cuno de los hangares abandonados donde viven los migrantes¨C me dijo que pod¨ªa dormir en su casa hasta que pasara el fr¨ªo¡±, relata Malik, un chico paquistan¨ª de 20 a?os. Por otra parte, no obstante, existen peque?os grupos de ultraderecha que, con apoyo de parte de la prensa local, calientan los ¨¢nimos peri¨®dicamente, convocando manifestaciones contra los migrantes. En la opini¨®n de Anel Kajtezovi?, periodista del medio local Uskinfo, en Biha?, ¡°existe un ambiente general de cansancio, y a veces de hostilidad declarada contra los migrantes¡±. Ha habido, de hecho, casos puntuales, incluso, de agresiones o acoso a voluntarios como David, espa?ol y miembro de No Name Kitchen: ¡°bajaron dos personas de un todo terreno negro y me dijeron de manera agresiva que sab¨ªan lo que estaba haciendo y que me fuera de Bosnia¡±, relata.
Las autoridades del cant¨®n de Una Sana han declarado su intenci¨®n de acabar con ¡°el problema¡±, exigiendo al ministro de Seguridad y al Consejo de Ministros de Bosnia y Herzegovina que se detenga el flujo de migrantes y que se construya un campo fuera del cant¨®n donde reubicarlos. Durante 2020 se han incrementado tambi¨¦n los desalojos policiales de squats, las casas abandonadas o en construcci¨®n donde viven muchos de estos extranjeros.
Segundo: atreverse con el Game
Desde Bosnia, los desplazados se afanan en reunir lo necesario para iniciar lo que llaman the game (juego, en ingl¨¦s), es decir, llegar a Croacia, cruzar su frontera y continuar la ruta hasta Italia. Algunas personas lo han intentado m¨¢s de 20 veces. La tarea es relativamente sencilla, ya que no hay muros ni alambradas y en algunos puntos se puede pasar atravesando un bosque, bordeando un peque?o riachuelo o atravesando un campo. Sin embargo, es durante el tr¨¢nsito por Croacia donde la mayor¨ªa es capturada por la polic¨ªa y tratados de manera abusiva, seg¨²n han denunciado las organizaciones humanitarias como M¨¦dicos Sin Fronteras presentes en la zona.
Existen cientos de casos documentados de devoluciones ilegales con gran violencia por parte de los agentes, como le ocurri¨® a Abdel, el joven palestino. Los apresados son golpeados y obligados a desnudarse, y la polic¨ªa les quema la ropa y les quita el dinero que lleven encima, como se?ala Amnist¨ªa Internacional. Los agentes, adem¨¢s, roban sus m¨®viles o los destruyen. En ocasiones son mordidos por los perros pertenecientes a las fuerzas del orden, e incluso se han registrado casos de palizas a menores de edad y de abusos sexuales. Una mujer afgana sufri¨® tocamientos por parte de la polic¨ªa y un chico, tambi¨¦n de la misma nacionalidad, fue violado con una rama, seg¨²n denunci¨® en un informe el Danish Refugee Council. ¡°En la enfermer¨ªa del campo de Miral, el equipo m¨¦dico confirm¨® las lesiones en el ¨¢rea rectal, coincidentes con los actos de violencia descritos por el entrevistado¡±, reza el documento.
Contraviniendo las leyes europeas, las solicitudes de asilo o de reunificaci¨®n familiar son sistem¨¢ticamente rechazadas. Algunas de estas devoluciones se realizan en cadena desde Eslovenia e incluso desde Italia, en los que participa la polic¨ªa de cada pa¨ªs de forma coordinada.
El Border Violence Monitoring Network, una red de asociaciones y ONG que monitoriza las violaciones de derechos humanos en las fronteras exteriores de la Uni¨®n Europea, redact¨® el Libro Negro de las devoluciones en caliente, dos vol¨²menes editados por la Izquierda Europea y presentados ante el Parlamento Europeo, que prueban la existencia de vulneraciones extremas de los derechos fundamentales por parte de Estados miembros y agencias de la UE. Varios medios independientes han conseguido tambi¨¦n im¨¢genes de de estas devoluciones.
Los agentes croatas cuentan con drones, c¨¢maras de infrarrojos, t¨¦rmicas y dispositivos que detectan los latidos del coraz¨®n, todo financiado por la Uni¨®n Europea y con el apoyo log¨ªstico de Frontex
Los agentes croatas cuentan con drones, c¨¢maras de infrarrojos, t¨¦rmicas y dispositivos que detectan los latidos del coraz¨®n, todo financiado por la Uni¨®n Europea y con el apoyo log¨ªstico de Frontex. En un informe de la Comisi¨®n Europea se detalla el apoyo financiero a Croacia desde 2015 para la gesti¨®n de la migraci¨®n: Bruselas ha pagado a Zagreb 41,1 millones de euros durante los ¨²ltimos cinco a?os y aprob¨® otros 122,03 millones de euros del Fondo de Seguridad Interior, dinero que se destina directamente al control de fronteras.
Aisha*, un chico afgano de 16 a?os, cuenta c¨®mo su familia al completo, de seis personas, fue detenida por la polic¨ªa en Croacia. Al sacarlos de la furgoneta, frente a la localidad bosnia de Velika Kladu?a, fueron agredidos sistem¨¢ticamente: ¡°Eran cinco polic¨ªas con m¨¢scaras negras. Nos golpearon a todos, uno por uno, con palos. Incluso a mi madre y a mis hermanos menores, de 8, 10 y 13 a?os. Al mayor le dieron pu?etazos en el est¨®mago y en la cara y le hicieron sangrar, mientras nos empujaban al lado bosnio dici¨¦ndonos que no volvi¨¦ramos a entrar a Croacia¡±.
Estas personas en tr¨¢nsito tambi¨¦n han de enfrentarse a una orograf¨ªa compleja, a temperaturas bajo cero en invierno y al cruce improvisado de r¨ªos caudalosos. Ocho de ellos han muerto ahogados en los r¨ªos en 2021, y 13 en 2020, seg¨²n Missing Migrants Project, dependiente de la Organizaci¨®n Internacional para las migraciones (OIM/ONU). Siempre caminan lejos de las carreteras, normalmente por los bosques, por miedo a ser vistos. A menudo son denunciados a la polic¨ªa por campesinos o pobladores de peque?as localidades. Sumado a esto, est¨¢ el peligro de las minas personales. En marzo de 2021, un migrante muri¨® y otros cuatro resultaron gravemente heridos por la explosi¨®n de una mina antipersonal en la regi¨®n de Saborsko. A pesar de las campa?as para acabar con ellas, 258 kil¨®metros cuadrados en Croacia est¨¢n a¨²n minados.
El final del viaje, Italia o la muerte
Algunos de los que nunca consiguieron alcanzar la UE est¨¢n enterrados en un rinc¨®n del cementerio local de Biha?, donde hay una decena de tumbas con la inscripci¨®n NN (Nomen nescio, en lat¨ªn), que significa nombre desconocido, persona sin identificar. Entre ellos hay un ni?o, Noman, muerto antes de alcanzar el a?o de edad. Algunas de estas personas murieron ahogadas, otras v¨ªctimas del fuego en alg¨²n desalojo forzoso o por enfermedad, pero, en definitiva, todas fallecieron como consecuencia de su tr¨¢nsito migratorio y las condiciones en que se ven obligadas a hacerlo.
La rutas para cubrir estos 225 kil¨®metros son muy variadas y transcurren a trav¨¦s de espacios naturales de gran belleza, como el Parque Nacional Risnjak o la Riserva Naturale della Val Rosandra, ya en Italia, y coincide en algunos tramos con la V¨ªa Din¨¢rica, el sendero de Gran Recorrido que atraviesa los Balcanes. Sin embargo, estos parajes id¨ªlicos se pueden convertir en un infierno cuando se camina por necesidad.
Pasada la frontera eslovena, las ¨²ltimas horas transcurren en territorio italiano, hasta llegar a la ciudad de Trieste. En la Piazza della Libert¨¤, frente a la estaci¨®n de tren, les esperan Gian Andrea Franchi y Lorena Fornasir, para darles ropa, comida, apoyo y sanarles las heridas. Fundadores de la organizaci¨®n Linea D¡¯Ombra, llevan a?os asistiendo a los migrantes, que llegan hambrientos, cansados y con los pies destrozados. En 2015, cuando los flujos migratorios de los Balcanes comenzaron a desembocar en su ciudad, Fornasir y Franchi, fisioterapeuta y profesor de filosof¨ªa jubilados respectivamente, no dudaron en ayudar a los reci¨¦n llegados.
En un descanso de su trabajo de asistencia, los dos italianos relatan c¨®mo en febrero de 2021 ellos mismos fueron acusados de favorecer la inmigraci¨®n ilegal: ¡°Un lunes de febrero de 2021 de madrugada la polic¨ªa lleg¨® a nuestra casa y se llevaron los ordenadores y documentos de la organizaci¨®n. Nos dijeron que se nos acusaba de ¡®favorecer la inmigraci¨®n clandestina¡±. En su opini¨®n, este proceso pretende criminalizar la solidaridad. Finalmente, el pasado noviembre, la causa contra ambos fue desestimada y archivada por el fiscal y el juez de instrucci¨®n del tribunal de Bolonia ¡°al no surgir elementos que permitan sustentar la acusaci¨®n¡±.
Mientras, en la plaza se ven abrazos y reencuentros, sonrisas, alegr¨ªas e incertidumbre. Este es el final del camino. En muchos rostros se asoman expresiones de incredulidad, tratando de asimilar que la persecuci¨®n ha acabado y que a partir de ahora quiz¨¢s todo sea un poco m¨¢s f¨¢cil. Fornasir, inmutable, se concentra en limpiar llagas y colocar vendajes, sin apenas levantar la cabeza, mientras otros miembros de la organizaci¨®n reparten agua y comida. Esta Piazza della Libert¨¤ de Trieste se ha convertido en la meta de este macabra ruta de los Balcanes, a donde todas las personas en tr¨¢nsito desde Bosnia aspiran a llegar, en busca de una nueva vida. Abdel, el adulto palestino que tantas veces fue capturado, finalmente fue de los que lo logr¨®.
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