¡°Con mi arte me dirijo a la gente africana. En realidad, a la gente negra¡±
Lemohang Mosese aprendi¨® a hacer pel¨ªculas de forma autodidacta en su Lesoto natal. Hoy es considerado uno de los directores m¨¢s vanguardistas del cine africano
Lemohang Mosese (Hlotse, Lesoto, 1980) dice que es cineasta ¡°desde el principio¡±. Fue durante su infancia cuando descubri¨® el cine. Pero solo lo pod¨ªa escuchar en una casa contigua al descampado donde se proyectaban pel¨ªculas los domingos. ¡°Imaginaba lo que suced¨ªa y cuando llegaba a casa lo recreaba en dibujos. Un clich¨¦ de historia africana¡±, r¨ªe al rememorar sus or¨ªgenes en un pa¨ªs en el que no hab¨ªa salas de cine, todas las pantallas eran ambulantes. Sus primeras creaciones, cuenta, son de esa ¨¦poca: consegu¨ªa rollos de papel de una caja registradora antigua para pintar las escenas y pasaba sus cintas en el proyector de la escuela.
Ese comienzo autodidacta, con la imaginaci¨®n como ¨²nica herramienta para crear im¨¢genes, sin t¨¦cnica, ha marcado su trayectoria. Mosese es considerado hoy uno de los cineastas m¨¢s innovadores y vanguardistas del panorama africano. De ah¨ª que el Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT) le haya invitado en su 19? edici¨®n como miembro del jurado.
Multipremiado en el circuito de festivales internacionales, Mosese sabe que el reconocimiento en este tipo de cert¨¢menes es un espaldarazo para los creadores de ?frica, econ¨®mico y en visibilidad, aunque sus aspiraciones sean llegar a un p¨²blico local. Esta vez, le toca a ¨¦l repartir dicha entre los 10 t¨ªtulos que compiten en la secci¨®n oficial Hipermetrop¨ªa.
Tras un intento fallido de montar una productora en Sud¨¢frica con un amigo, regres¨® a Lesoto para rodar su primer largo, Khapha tsa Mali (l¨¢grimas de sangre), en 2007. ¡°Era muy malo¡±, confiesa, ¡°pero fue mi escuela de cine¡±. Primero se enfrent¨® a la falta de financiaci¨®n. Trabajaba en un peri¨®dico a cambio de que la empresa se hiciera cargo de parte de los costes de la producci¨®n. ¡°No ten¨ªan mucho dinero, as¨ª que pagaban la comida¡±, recuerda. Despu¨¦s, se choc¨® con la falta de profesionales del cine en el pa¨ªs, donde no hab¨ªa ni cines. ¡°Los desped¨ª a todos porque no se lo tomaban en serio, llegaban tarde o ven¨ªan de resaca¡±. As¨ª, acab¨® haci¨¦ndolo todo. ¡°Era desde el iluminador hasta el maquillador¡±, enfatiza.
Finalizar aquel trabajo lo dej¨® destrozado. ¡°Estaba roto en mil pedazos, pero supe que algo especial hab¨ªa sucedido, sent¨ª que hab¨ªa probado algo y no hab¨ªa vuelta atr¨¢s. Me di cuenta de que esta es mi pasi¨®n y cambi¨® mi forma de entender el cine¡±. Su otra revelaci¨®n fue descubrir que exist¨ªan los cortometrajes. Y en la siguiente d¨¦cada grab¨® una trilog¨ªa aplaudida por la cr¨ªtica.
Sus dos largos posteriores Mother, I Am Suffocating. This Is My Last Film About You (Madre, me estoy ahogando. Esta es mi ¨²ltima pel¨ªcula sobre ti), de 2018, y This Is Not A Burial, It¡¯s A Resurrection (Esto no es un funeral. Es una resurrecci¨®n), de 2019, han cosechado igualmente reconocimientos y ¨¦xitos. ¡°Soy un privilegiado y estoy agradecido porque los premios ayudan con la distribuci¨®n y m¨¢s gente ve las pel¨ªculas. Y atraen la atenci¨®n para nuestros pr¨®ximos proyectos¡±.
¡°Creo que no me di cuenta de que ten¨ªa una manera de contar las cosas distinta hasta m¨¢s tarde¡±, comenta, ¡°cuando empec¨¦ a encontrarme con cineastas que hab¨ªan aprendido en escuelas. La gente que no va, que no est¨¢ adoctrinada con la t¨¦cnica, tiene un enfoque muy subconsciente y una forma muy fluida de acercarse¡±, opina. Un amigo de su familia, que s¨ª pudo permitirse estudios audiovisuales en Ciudad del Cabo, le dijo: ¡°Tienes algo especial. No lo pierdas nunca. Yo lo perd¨ª cuando fui a la escuela de cine¡±.
Mosese considera que en la ¨²ltima d¨¦cada est¨¢ emergiendo un nuevo cine africano, que est¨¢ inventando su propia narrativa gracias a esa falta de t¨¦cnica. ¡°En muchos pa¨ªses no tienen cines y los estudiantes buscan su propio camino. No es un impedimento, no es una raz¨®n para no hacer pel¨ªculas. As¨ª creamos nuestro lenguaje en funci¨®n de nuestra situaci¨®n¡±, reflexiona. Y para su p¨²blico; sin pensar en la aceptaci¨®n que tendr¨¢n sus creaciones en Europa o Estados Unidos, ni es sus festivales internacionales. ¡°Yo me dirijo a la gente africana. En realidad, a la gente negra¡±.
¨D ?Por qu¨¦?
¨D Porque hago arte con y para ellos, quiero tener una conversaci¨®n con ellos sobre qui¨¦nes somos y forjar nuestra identidad, que yo llamo conciencia africana. El ubuntu, que es m¨¢s que ser bueno, es la esencia. Y esa conciencia africana est¨¢ divorciada del colonialismo.
¨D ?Cree que tal descolonizaci¨®n total es posible?
¨D No en esta generaci¨®n. Ahora podemos pintar la imagen, c¨®mo se ver¨¢. Pero todav¨ªa estamos rascando la superficie.
Afincado desde hace una d¨¦cada en Berl¨ªn ¨D¡±iba para un a?o y llevo 10¡å, comenta¨D, Mosese se define como ¡°una contradicci¨®n andante¡±, que es lo que quiso reflejar en su cinta Madre, me estoy ahogando. Esta es la ¨²ltima pel¨ªcula que hago sobre ti. ¡°Buscamos nuestra propia identidad. Somos hombres africanos en Europa, pero ?por qu¨¦ estamos aqu¨ª? ?Por qu¨¦ tengo que venir? Con la pel¨ªcula culpaba a mi madre [en sentido de pa¨ªs] de terminar aqu¨ª. Con furia y, sin embargo, con amor¡±.
Improvisar es un lenguaje en s¨ª mismo
Rodada en blanco y negro, con la primera persona transg¨¦nero de Lesoto en el elenco, solo una voz en off, como grabada en una cinta de casete, le habla desde la di¨¢spora a su madre, a su pa¨ªs. Lesoto (2,2 millones de habitantes) ocupa el puesto 165 de 183 en el ?ndice de Desarrollo Humano de la ONU, la esperanza de vida al nacer es de poco m¨¢s de 54 a?os y el desempleo entre la juventud (15-24 a?os) supera el 33%. ¡°Es una carta de amor extremo, pero aun as¨ª est¨¢ llena de odio y rabia¡±, reitera. ¡°Una parte trata de venir a vivir a una sociedad europea y c¨®mo eres visto como un hombre africano y quieres ser visto tambi¨¦n como un ser humano¡±.
Sobre la complejidad de la cinta, con largos silencios, sin di¨¢logos, im¨¢genes de Lesoto que parecen inconexas, que se alternan con planos m¨¢s largos de una mujer arrastrando una cruz de madera, Mosese comenta: ¡°Como no ten¨ªa financiaci¨®n, ten¨ªa que improvisar. Y eso era un lenguaje en s¨ª mismo¡±.
Otro de los aspectos que Mosese destaca para explicar su peculiar mirada es que Lesoto nunca ha sido colonia. ¡°No tenemos complejos con la gente blanca porque no fuimos colonizados. En las guerras, fuimos cediendo terreno como negociaci¨®n y por eso nos hicimos m¨¢s peque?os¡±, detalla. Sin ese peso de la herencia impuesta, sus artistas ¡°pueden crear cosas que no se basen en la opresi¨®n¡±, apunta.
Sentado en una terraza de Tarifa, desde donde la vista alcanza a observar la orilla africana a 14 kil¨®metros, Mosese discurre por los temas a sorbitos de su tinto de verano. ¡°Esto es una utop¨ªa¡±, en referencia a la tranquilidad de la ciudad. ¡°?Sabes? Cuando me he parado a mirar ?frica desde aqu¨ª, adonde he venido a encontrar belleza, me he sentido abrumado por una fuerte sensaci¨®n de tragedia. Muchas personas se ahogan en este mar intentando llegar¡±. Un largo silencio despu¨¦s sigue: ¡°Desde aqu¨ª, la gente tiene libre circulaci¨®n, pueden ir donde quieran. Pero siempre en un solo sentido¡±.
Debemos encontrar la belleza de estar en todas partes. El sufrimiento de saber lo que se siente al ser migrante es valioso, pero no deber¨ªa ser una insignia de honor
?l mismo, que durante un tiempo conserv¨® su pasaporte de Lesoto como forma de mantener sus ra¨ªces o por orgullo patri¨®tico, acab¨® por hacerse con uno alem¨¢n. Era m¨¢s pr¨¢ctico, apunta, para moverse por el continente. ¡°Es un poco m¨¢s f¨¢cil que, cuando recibes invitaciones, no tengas que pensar en la visa¡±.
Tuvo una infancia feliz en el hogar materno y no ha sufrido racismo por ser negro en la di¨¢spora. Pero s¨ª se?ala como algo positivo para s¨ª mismo el haber experimentado las dificultades propias del inmigrante, que su hijo de dos a?os no padecer¨¢. ¡°No estaba contento con eso. Cre¨ªa que era importante que enfrentase esa lucha como inmigrante. Pero luego me di cuenta de que no, que esa es la enfermedad. No deber¨ªa ser as¨ª. Debemos encontrar la belleza de estar en todas partes. El sufrimiento de saber lo que se siente al ser migrante es valioso, pero no deber¨ªa ser una insignia de honor. No deber¨ªa haber belleza en ello. ?Tiene sentido?¡±, cavila.
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