Un hogar en Costa Rica para ocelotes con depresi¨®n y loros que no pueden volar
El centro de recuperaci¨®n Jaguar Rescue Center, en la zona sur del Caribe, rescata entre 500 y 700 animales al a?o
En el Jaguar Rescue Center vive un tuc¨¢n que sufre de problemas psiqui¨¢tricos, un ocelote que padece depresi¨®n, algunos loros que no pueden volar, un ciervo que tiene la lengua paralizada... Algunos de los animales que llegan a este centro de Costa Rica, ubicado entre Playa Chiquita y Punta Cocles (en la provincia de Lim¨®n, en la costa sur del Caribe), son liberados tras un per¨ªodo de recuperaci¨®n. Para otros, el santuario es su casa permanente: debido a su condici¨®n de salud precaria, no pueden volver a la naturaleza.
Costa Rica es uno de los pa¨ªses con mayor biodiversidad en el mundo, equivalente a m¨¢s del 5% del total del planeta, seg¨²n datos gubernamentales. Alrededor del 25% del territorio est¨¢ constituido por parques y reservas naturales, lo que lo convierte en uno de los pa¨ªses con la mayor superficie protegida en proporci¨®n al territorio nacional en el mundo. Muchos centros y asociaciones costarricenses tratan de salvaguardar esta biodiversidad con programas de conservaci¨®n y protecci¨®n en colaboraci¨®n con el Gobierno y el Sistema Nacional de ¨¢reas de Conservaci¨®n (SINAC). La tarea de salvar y cuidar a animales heridos, hu¨¦rfanos y confiscados le corresponde a centros de recuperaci¨®n como este.
El Jaguar Rescue Center fue fundado en 2008 por Encar Garc¨ªa y su difunto esposo Sandro Alviani, una pareja que se conoci¨® en 2001 en Costa Rica, cuando Sandro, herpet¨®logo o experto en reptiles, ya viv¨ªa en el pa¨ªs y ella, bi¨®loga y primat¨®loga catalana que trabaj¨® durante a?os en el zool¨®gico de Barcelona, estaba de vacaciones. Garc¨ªa decidi¨® mudarse a Costa Rica en 2005. Al enterarse de que en la zona viv¨ªan dos expertos, los vecinos comenzaron a traer a su casa ejemplares heridos.
El n¨²mero de ejemplares que les llegaba creci¨® cada vez m¨¢s, y cuidarlos comenz¨® a convertirse en un trabajo a tiempo completo. Por esta raz¨®n decidieron comprar m¨¢s tierra. El centro mide hoy aproximadamente 22.000 metros cuadrados y tiene capacidad de alojar permanentemente unos 160 animales. El nombre Jaguar Rescue Center proviene de una de las primeras llamadas recibidas, cuando un hombre confundi¨® err¨®neamente a un ocelote envenenado por un jaguar. Desde entonces la gente de la zona los llama ¡°la gente del Jaguar en Chiquita¡±, a pesar de que nunca han tenido uno en el centro.
Esta iniciativa ha rescatado entre 500 y 700 ejemplares al a?o desde su fundaci¨®n, seg¨²n sus propios datos, y liberado m¨¢s del 40% de ellos en la naturaleza. En 2021 recuper¨® 853 (443 mam¨ªferos, 226 aves y 184 reptiles) de los cuales 348 fueron liberados, 97 permanecieron en el centro y 408 murieron.
Turistas para financiar el centro
Costa Rica, un pa¨ªs de cinco millones de habitantes, recibi¨® 1,3 millones de visitantes en 2021, seg¨²n el Instituto Costarricense de Turismo. Antes de la pandemia llegaba casi el doble, y la industria del turismo representaba casi el 8% del Producto Interno Bruto y generaba el 10% de los empleos. El Jaguar Rescue Center se autofinancia con donaciones, presenciales u online, y visitas guiadas. El Gobierno, afirman los responsables, ayuda con la recuperaci¨®n de las especies, pero no ofrece otra financiaci¨®n.
Entre los voluntarios que gu¨ªan a los turistas abundan los extranjeros, principalmente de Am¨¦rica del Norte y Europa, que quieren probar la experiencia de trabajar con animales salvajes. ¡°Desde que el centro comenz¨® a ser m¨¢s popular han comenzado a llegar muchos. Para nosotros fue fundamental porque cuidar de todos los que llegaban era muy complicado¡±, explica Garc¨ªa. Hoy tienen entre 20 y 25 voluntarios cada mes, adem¨¢s de una docena de trabajadores permanentes.
Los voluntarios trabajan en varios ¨¢mbitos, ayudando a bi¨®logos, m¨¦dicos e investigadores. Limpian las jaulas, preparan la comida, dan de comer, trabajan en la oficina, hacen de gu¨ªas tur¨ªsticos en distintos idiomas... ¡°Algunos se sienten inspirados para cambiar totalmente su camino de vida despu¨¦s de la experiencia, sienten la necesidad de ayudar a proteger la naturaleza y mejorar nuestro planeta¡±, dice Garc¨ªa. El centro colabora con varias agencias de voluntariado extranjeras, pero tambi¨¦n consigue reclutar a interesados gracias a redes sociales como Instagram.
La dif¨ªcil decisi¨®n de cu¨¢ndo liberar a un animal
Aquellos que son reci¨¦n rescatados van a la cl¨ªnica de Jaguar, muchos en condiciones precarias. El veterinario Roger Such decide entonces si necesitan cirug¨ªa, si pueden ser liberados tras un per¨ªodo de observaci¨®n y tratamiento, o si es mejor dejarlos vivir en el centro permanentemente. Actualmente, hay unos 35 inquilinos en el hospital. Veterinarios, enfermeros y bi¨®logos colaboran en su rehabilitaci¨®n.
Algunos son rescatados cuando son beb¨¦s porque han quedado hu¨¦rfanos. Sucede a menudo con monos cuyas madres mueren a causa de descargas el¨¦ctricas de los cables de la luz. ¡°Los beb¨¦s permanecen como m¨ªnimo dos a?os y medio con nosotros, luego seguimos todos los protocolos para que est¨¦n listo para volver a la naturaleza¡±, explica Garc¨ªa. ¡°Los protocolos son diferentes para cada animal: un beb¨¦ de perezoso, por ejemplo, debe permanecer en la incubadora y ser alimentado cada dos o tres horas al d¨ªa durante m¨¢s de un mes, antes de comenzar a comer hojas. Cuando tiene alrededor de dos a?os, lo llevamos a una jaula grande en el bosque con otros perezosos durante aproximadamente un a?o, para que pueda acostumbrarse a los sonidos del bosque y a la naturaleza¡±, prosigue.
No es f¨¢cil saber cu¨¢ndo un animal est¨¢ listo para volver al bosque. Algunos criterios, detalla la bi¨®loga, son que est¨¦ sano, que pueda conseguir comida por s¨ª mismo y se sienta c¨®modo en su h¨¢bitat natural. Cuando se puede, son liberados en la Ceiba o en los Parques Nacionales de Cahuita y Manzanillo en colaboraci¨®n con el Gobierno, despu¨¦s un per¨ªodo de rehabilitaci¨®n y tratamiento. Cualquier persona que se encuentre con un ejemplar herido puede ponerse en contacto con el SINAC o directamente con el centro.
Encar Garc¨ªa sigue trabajando duro despu¨¦s de la muerte de su marido, en 2016. ¡°Para hacer este trabajo hace falta pasi¨®n y amor. El centro naci¨® gracias al amor, amor por la naturaleza, por la vida salvaje, y amor entre una bi¨®loga catalana y un herpet¨®logo italiano¡±, reflexiona.
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