La otra cara de la industria textil: ¡°Me sangraban los dedos, pero me obligaban a seguir trabajando¡±
Casi 50 millones de personas en el mundo son v¨ªctimas de la esclavitud moderna y el 12% son menores de edad. Narseen Sheikh es una superviviente del trabajo infantil que lucha por conseguir una legislaci¨®n europea que garantice salarios dignos para quienes hacen la ropa
Nasreen Sheikh ten¨ªa nueve a?os cuando huy¨® de Rajura, la aldea en la que naci¨® en la frontera de India y Nepal. ¡°All¨ª las personas son a menudo v¨ªctimas de trabajos forzosos y las mujeres son esclavas del hogar¡±, explica. Fue entonces cuando cay¨® en manos de la industria textil como trabajadora infantil, con tan solo 10 a?os. Dorm¨ªa, com¨ªa y trabajaba en la misma habitaci¨®n que describe como ¡°una celda de prisi¨®n¡± en una f¨¢brica clandestina en Katmand¨², la capital de Nepal. Su jornada era de 12 a 15 horas al d¨ªa y los derechos laborales, inexistentes. ¡°Me sangraban los dedos, pero me obligaban a seguir trabajando por menos de dos d¨®lares y un turno agotador¡±, recuerda. Las normas eran simples: si no terminaban toda la faena, no cobraban. Si se dorm¨ªan, les pon¨ªan m¨²sica alta o agua fr¨ªa en la cara para que se despertaran.
Sheikh es una de las voces internacionales m¨¢s reconocidas de la lucha por los derechos de las mujeres en el sur de Asia y contra el trabajo forzado. Su historia la ha llevado a fundar la organizaci¨®n Empowerment Colective, que pretende erradicar la esclavitud moderna empoderando a las mujeres marginadas de Nepal e India. Tambi¨¦n es una de las impulsoras de la campa?a Good clothes, Fair Pay, en la cual m¨¢s de 57 organizaciones de todo el mundo exigen ¡°una legislaci¨®n a nivel europeo que garantice salarios dignos en el sector de la confecci¨®n, el textil y el calzado¡±. Esto es, que cualquier empresa que quiera fabricar o vender productos en los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea (UE) debe cumplir con determinados requisitos en materia de salarios dignos, derechos humanos y sostenibilidad. Su objetivo es conseguir un mill¨®n de firmas para registrarla como iniciativa ciudadana europea.
Las prendas que cos¨ªamos se lavaban muchas veces antes de llegar a conocidas tiendas occidentales. Por lo que, mi sufrimiento se borrar¨ªa y ni un solo trozo de hilo contar¨ªa mi historia
Esta superviviente denuncia el elevado coste humano que supone el consumo de fast-fashion (moda r¨¢pida) en el norte global: ¡°En la f¨¢brica, los cables el¨¦ctricos se enredaban en el suelo y las chispas me quemaban la piel¡±, detalla. Estos recuerdos no solo han dejado huella psicol¨®gica, sino tambi¨¦n f¨ªsica, ya que sigue teniendo las cicatrices. ¡°Me recuerdan de d¨®nde vengo y no me permiten olvidar el trauma de la esclavitud a la que he sobrevivido¡±, lamenta.
La alimentaci¨®n era muy escasa y a menudo ten¨ªa que quitarse hilos de coser de la boca para poder masticar. Adem¨¢s, los productos qu¨ªmicos a veces no le permit¨ªan respirar con normalidad. Tras cada jornada ¡°se desplomaba¡± sobre las monta?as de ropa que usaba como cojines y mantas. ¡°Nos alimentaban como animales y trabaj¨¢bamos como m¨¢quinas¡±, relata.
Sheikh empez¨® a odiar cada prenda que confeccionaba, a la vez que la envidiaba porque sab¨ªa que acabar¨ªa en otra parte del mundo mientras ella permanec¨ªa encerrada: ¡°Con el tiempo me enter¨¦ de que las prendas que cos¨ªamos se lavaban muchas veces antes de llegar a conocidas tiendas occidentales. El sufrimiento ¡ªnuestra sangre, sudor y l¨¢grimas¡ª se borrar¨ªa, de modo que ni un solo trozo de hilo contar¨ªa mi historia¡±. Por eso, su mayor cr¨ªtica es hacia los directores ejecutivos de las grandes empresas del sector, que asegura que ignoran el sufrimiento de ni?as como ella y ¡°solo piensan en sus beneficios¡±: ¡°Seguimos siendo invisibles: trabajadores y trabajadoras esclavizadas que en este momento viven, trabajan y mueren en talleres clandestinos, y cuyos hijos har¨¢n lo mismo¡±.
Un mill¨®n de firmas por un salario digno
Este relato de esclavitud moderna no es una excepci¨®n. Cerca de 50 millones de personas son v¨ªctimas de este tipo de explotaci¨®n, que ha aumentado en los ¨²ltimos a?os, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT). El 12% son ni?os y ni?as. De ah¨ª que la campa?a que reivindica un salario digno para quienes confeccionan la ropa sea tan importante para supervivientes como Nasreen Sheikh. ¡°La industria textil me rob¨® mi infancia y est¨¢ destrozando el planeta. Y nadie habla de ello¡¡±, denuncia.
Solo para producir unos vaqueros se necesitan m¨¢s de 7.500 litros de agua
Nad¨¨ge Seguin, coordinadora de Fashion Revolution Espa?a, est¨¢ movilizando a miles de personas en Espa?a para dar a conocer la campa?a. ¡°Conseguir esta legislaci¨®n en Europa limitar¨ªa mucho a las empresas que optan por la deslocalizaci¨®n¡±, subraya. Asimismo, m¨¢s all¨¢ del objetivo principal de la campa?a, tambi¨¦n quieren sensibilizar sobre el sufrimiento de estas trabajadoras. ¡°Como consumidores tenemos que aprender a hacerlo mejor dentro de nuestras posibilidades. Preferimos culpar a la industria en vez de entender nuestra implicaci¨®n en este c¨ªrculo. Esta campa?a es una oportunidad para demostrar que realmente nos importan los derechos de quienes hacen nuestra ropa porque firmar no cuesta nada¡±, opina. Seg¨²n explica esta activista medioambiental, no existe jurisprudencia similar en el mundo: ¡°Queremos que esta campa?a sea un precedente¡±, a?ade.
Hasta la fecha han conseguido m¨¢s de 73.000 firmas y esperan que la campa?a crezca en los pr¨®ximos meses. ¡°Sabemos que hay gente que tiene mucho inter¨¦s en que esto no salga adelante y las empresas tienen una buena estrategia de marketing. Pero, tambi¨¦n hay mucha implicaci¨®n ciudadana¡±, puntualiza. Las condiciones laborales no son las ¨²nicas que preocupan a las promotoras de esta campa?a, sino que tambi¨¦n han puesto de relieve el impacto medioambiental de la moda r¨¢pida. Esta industria es la segunda m¨¢s contaminante del mundo y es responsable de m¨¢s del 20% del desperdicio total de agua en el mundo. Solo para producir unos vaqueros se necesitan m¨¢s de 7.500 litros de agua. As¨ª, de acuerdo con Seguin, el ¨¦xito de la campa?a no solo beneficiar¨ªa a los y las trabajadoras del sur global, sino a toda la humanidad. Adem¨¢s, explica, esto tambi¨¦n podr¨ªa favorecer a los peque?os productores cuyos potenciales clientes suelen recurrir a las grandes marcas.
Desde Fashion Revolution Espa?a est¨¢n satisfechas con la acogida que ha tenido la iniciativa, pero reconocen que tambi¨¦n ha habido dificultades. ¡°Hay quienes piensan que esto encarecer¨ªa mucho las prendas, pero no es as¨ª¡±, afirma. Para ello se sirven del informe Made on Poverty de Oxfam Australia, que revel¨® que las empresas tendr¨ªan que aumentar tan solo un 1% el coste de venta para garantizar un sueldo digno a las trabajadoras.
El 80% de la mano de obra mundial en el sector textil tiene rostro de mujer
Este cambio podr¨ªa haber marcado una gran diferencia en la vida de Nasreen Sheikh. Las atrocidades y la violencia machista sufridas por la joven en su pueblo natal la obligaron a pasar su infancia en una f¨¢brica y alejarse para siempre de su familia. ¡°Mi familia oblig¨® a mi hermana mayor a casarse con 12 a?os y sent¨ª que yo ser¨ªa la siguiente. Al buscar mi libertad termin¨¦ como v¨ªctima del trabajo infantil¡±, recuerda.
Las mujeres representan el 80% de la fuerza laboral de este sector a nivel mundial y hay estudios que plantean que la violencia de g¨¦nero es causa y consecuencia de la explotaci¨®n econ¨®mica. Por esta raz¨®n, Sheik fund¨® Local Women Handicrafts, una tienda de artesan¨ªa en la que apoyan a mujeres en situaci¨®n de vulnerabilidad para que logren su independencia econ¨®mica mientras fabrican productos sostenibles de acuerdo con los principios de comercio justo.
Su ansiada revoluci¨®n de la moda podr¨ªa estar cada vez m¨¢s cerca. Mientras tanto, no pierde la esperanza de que otras mujeres y ni?as cambien los telares por los libros de texto, como logr¨® ella: ¡°Si yo pude encontrar una v¨ªa de escape, entonces tambi¨¦n podr¨ªan hacerlo 50 millones con la ayuda de todo el mundo¡±. El ¨¦xito de esta campa?a ser¨ªa para ella el inicio de un gran cambio global: ¡°Si lo conseguimos, cada vez m¨¢s supervivientes se unir¨¢n y esto es importante para garantizar que todos los ni?os y ni?as del planeta tengan lo esencial: comida, agua, casa, salud, educaci¨®n, un entorno seguro y acceso a la tecnolog¨ªa que les permita evitar ser v¨ªctimas de la esclavitud moderna¡±, concluye.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.