Las mujeres que se cansaron de aguardar
Varias emprendedoras del delta del Sine-Saloum, en Senegal, han decidido cambiar su destino buscando actividades generadoras de ingresos que les ayuden a impulsar su autonom¨ªa econ¨®mica
El delta de Sine-Saloum es un peque?o para¨ªso en Senegal. Gran parte de ¨¦l fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011. ¡°Formado por los brazos de tres r¨ªos, el sitio comprende una red de canales de agua salobre con m¨¢s de 200 islas e islotes, bosques de manglares, zonas costeras atl¨¢nticas y un bosque seco¡±, explica el organismo de Naciones Unidas. Sin embargo, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, el delta sufre los efectos del cambio clim¨¢tico, as¨ª lo confirma Fatou Ndoye, presidenta de la ONG Enda Graf Sahel, que trabaja en la zona. ¡°El avance del mar es particularmente dram¨¢tico. La salinizaci¨®n de las tierras ha conducido al abandono de la agricultura. Tambi¨¦n, y sobre todo, la desaparici¨®n del marisco. Por lo que ha habido que buscar actividades econ¨®micas alternativas. Yo acompa?o esta gesti¨®n con la idea de apuntalar la resiliencia de las comunidades, de manera especial a las mujeres, para que tengan otras fuentes de ingresos. Reforzamos sus competencias, pero tambi¨¦n valorizamos los conocimientos tradicionales y a partir de ellos probamos nuevas t¨¦cnicas junto con la universidad¡±, dice Ndoye.
El aumento de la salinidad del agua, la disminuci¨®n de los manglares, el cambio clim¨¢tico, la pesca industrial y la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (conocida por sus siglas como pesca INDNR) ¡ªpracticada por grandes barcos de todo el mundo en la costa atl¨¢ntica¡ª, han provocado que muchas personas ya no puedan vivir de los recursos naturales que garantizaron la supervivencia de sus antepasados durante generaciones. Por eso, muchos j¨®venes optaron, y siguen optando, por migrar hacia Europa en busca de una vida mejor. Hasta ahora, los hombres se iban, y las madres, mujeres y novias se quedaban aguardando a que llegaran sanos y salvos a su destino y pudieran comenzar a enviar remesas que aliviasen la situaci¨®n de la familia. As¨ª lo describe la escritora senegalesa Fatou Diome en su novela Las que aguardan (El Aleph Editores, 2011).
Ya no es el hombre el ¨²nico que aporta dinero a la casa, ellas tambi¨¦n, e incluso m¨¢s que ellos. Por eso, ahora tambi¨¦n pueden exigir el ser tenidas en cuenta en la toma de decisiones
Pero las mujeres del delta del Sine-Saloum se han cansado de aguardar a que los que se fueron env¨ªen su ayuda. Y, sobe todo, las madres se han cansado de ver partir a los hijos y no saber qu¨¦ vida llevan lejos de ellas. Por eso, han decidido tomar la iniciativa y buscar formas alternativas de generaci¨®n de ingresos que les permitan mantener a sus familias y frenar el flujo de j¨®venes hacia el extranjero.
Sal y fiestas
La entrada al pueblo de Faoye est¨¢ presidida por un desierto de sal. El sol rebota en el suelo blanco y ciega al visitante. Es ah¨ª donde un grupo de 60 mujeres de la asociaci¨®n Diam Bougoum han encontrado una forma de generar ingresos.
Para conseguir la sal que venden, tienen que cavar pozos, unos rect¨¢ngulos no muy profundos, y un canal por donde hacen llegar el agua del mar hasta que el recinto se llena. Si esta no fluye, recurren a una bomba el¨¦ctrica para conseguirlo. Cuando llega al tope, dejan que se evapore durante 15 d¨ªas, tras lo cuales se obtienen los primeros granos de sal. Estos se extraen y se amontonan. Luego se introducen en sacos para su venta. Camiones procedentes de todo el pa¨ªs llegan hasta all¨ª a comprarlos. Un saco de 25 kilos se vende por 700 francos CFA (1,06 euros).
Con los ingresos que obtienen conceden microcr¨¦ditos a las socias del grupo. ¡°La mayor¨ªa de ellas hacen comercio. Con el dinero que reciben compran cosas para luego vender. Tambi¨¦n es para ayudar a su familia o para hacer alguna obra en la casa. Pero este cr¨¦dito lo tienen que ir devolviendo a la caja com¨²n, que luego utilizamos para nuevos microcr¨¦ditos¡±, explica Mamah Coumba Sarr, tesorera de la asociaci¨®n.
Ahora, este grupo quiere dar un paso m¨¢s y ampliar sus fuentes de generaci¨®n de ingresos. Algunas de las mujeres est¨¢n form¨¢ndose en la transformaci¨®n de frutos secos como el anacardo o los cacahuetes y el secado de frutas. La formaci¨®n y la puesta en marcha de estas iniciativas han sido posible gracias al acompa?amiento de la ONG senegalesa SAPOP y de la espa?ola Enraiza Derechos. Ambas son parte del programa Santander Best Africa de la Fundaci¨®n Santander.
El desarrollo de proyectos como el de la asociaci¨®n Ndamior, que re¨²ne a 50 mujeres, ha generado un cambio importante en el pueblo. Se nota que ahora circula m¨¢s dinero. Una de las consecuencias de ello son las celebraciones, que se realizan cada vez de mejor calidad. Han comprado sillas, toldos, peroles, platos, cubiertos¡ Todo lo necesario para celebrar una buena fiesta. La gente las contrata para cocinar y organizar bodas, bautizos, circuncisiones o cualquier otra ocasi¨®n festiva.
¡°Una parte de los beneficios van a la asociaci¨®n, otras se reparten entre los miembros del grupo. Tambi¨¦n realizamos pr¨¦stamos reembolsables. Un ejemplo, hemos dado a 25 mujeres 25.000 francos (37,86 euros) a cada una para hacer sus propios negocios. Luego est¨¢n las fiestas que se organizan y ya tenemos precios fijos, de los cuales una parte va directamente a las socias que trabajan ese d¨ªa¡±, explica Maimouna Coumba Labou, presidenta de la cooperativa.
El ¨¦xito y la autonom¨ªa que han adquirido las mujeres de estas dos asociaciones est¨¢n animando a otras a organizarse e iniciar sus propios proyectos. Una nueva cooperativa de mujeres ha surgido en Faoye, su objetivo es construir graneros de seguridad alimentaria. Es as¨ª como estas pioneras han abierto un camino que otras compa?eras empiezan a recorrer. El ¨¦xito de unas pocas es la inspiraci¨®n de muchas.
Mujeres que generan trabajo
Las asociaciones de Faoye, y las que se est¨¢n formando, solo agrupan a mujeres. Cuando se les pregunta por qu¨¦ no hay hombres en estos proyectos, todas r¨ªen. ¡°Si los hombres quieren que hagan su propia asociaci¨®n¡± responde, sin contener la risa, Awa Basse, presidenta de Diam Bougoum.
Sin embargo, los hombres est¨¢n muy presentes en todas las actividades que estas cooperativas realizan. Son ellos los que cavan los pozos y los canales, sacan la sal, la envasan o cargan los camiones. Son ellos los que colocan los toldos, las sillas, los que construyen el almac¨¦n o la cerca. Las mujeres han conseguido crear puestos de trabajo remunerados que permiten a los j¨®venes ganar un salario y de este modo evitar el tener que emigrar. ¡°Si tienen que irse, que lo hagan de manera legal, con papeles y no atravesando desiertos¡±, dice Sarr con el asentimiento de las mujeres que la rodean.
Ya no es el hombre el ¨²nico que aporta dinero a la casa, ellas tambi¨¦n, e incluso m¨¢s que ellos. Por eso, ahora tambi¨¦n pueden exigir el ser tenidas en cuenta en la toma de decisiones. Cosa que antes no suced¨ªa.
Campamentos Solidarios
Detr¨¢s de esta peque?a revoluci¨®n de las mujeres de Faoye se encuentra la asociaci¨®n Campamentos Solidarios, que ofrece una manera distinta de viajar y conocer Senegal de forma sostenible y ecol¨®gica. Cuenta con tres campamentos en el pa¨ªs, uno de ellos en Faoye. Unas caba?as b¨¢sicas que miran al r¨ªo y una zona com¨²n de comedor y bar. Todo erigido con construcciones sostenibles que se mimetizan con el entorno. Un lugar gestionado ¨ªntegramente por la gente del pueblo. Khady Faye es la encargada de este proyecto en el delta del Sine-Saloum, y como ella, la mayor¨ªa de sus trabajadoras son mujeres. ¡°Quiz¨¢s, antes la gente de este pueblo pensaba que una mujer no pod¨ªa estar al frente de un negocio, pero ahora ha visto que s¨ª es posible y la mentalidad est¨¢ cambiando¡±, afirma.
El ¨¦xito de unas pocas es la inspiraci¨®n de muchas
Esta asociaci¨®n realiza la selecci¨®n y el seguimiento de las iniciativas que la gente de la zona presenta para despu¨¦s canalizarlas al programa Santander Best Africa.
Granjas para la seguridad alimentaria
No muy lejos de Faoye, en Fimela, un grupo de mujeres ha elegido la agricultura como medio para generar ingresos. Reciben formaci¨®n en la granja escuela de la SAPOP donde aprenden t¨¦cnicas sostenibles de cultivo y conocen plantas y ¨¢rboles frutales que se adaptan a las nuevas condiciones del delta del Sine-Saloum. Igualmente, se introducen en la cr¨ªa de aves de forma sostenible. Finalmente, acuden a cursos de transformaci¨®n y conservaci¨®n de los productos obtenidos. Cheikh Tidiane Diduf, director de la organizaci¨®n, explica que el programa es un ¨¦xito y que cuentan con una larga lista de espera debido a la falta de espacio para acoger a m¨¢s alumnas.
Una vez concluido el periodo de aprendizaje, las asociaciones de mujeres organizan sus propias granjas. Parte de las ganancias que obtienen va a las beneficiarias, otra a la asociaci¨®n. Con esta se conceden microcr¨¦ditos con los que las mujeres pueden hacer otros negocios que complementen la econom¨ªa familiar o ayuden en el hogar.
En este caso, SAPOP tambi¨¦n cuenta con el acompa?amiento de la organizaci¨®n espa?ola Enra¨ªza Derechos.
Mujeres que se han cansado de aguardar
Quiz¨¢s, la pregunta que ahora flota en el aire es por qu¨¦ buscar dinero fuera cuando se puede encontrar en el mismo pa¨ªs. Con una peque?a ayuda, estas mujeres est¨¢n demostrando que son capaces de generar ingresos que les permiten cuidar de sus necesidades y crear empleo. As¨ª consiguen que muchos j¨®venes de la zona ya no se vean abocados a abandonar su tierra en busca de un futuro mejor.
Las granjas sostenibles, la sal, la organizaci¨®n de eventos, los posibles graneros de seguridad alimentaria y tantas otras iniciativas que est¨¢n surgiendo, muestra que las mujeres del delta del Sine-Saloum quieren dar la vuelta a la historia. Ahora son ellas las que encuentran soluciones a los problemas que el cambio clim¨¢tico, la pesca industrial o la pobreza originan en sus pueblos. Ellas se han convertido en generadoras de ingresos y de empleo y como tales empiezan a cambiar el destino de sus familias.
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