Teatro comunitario en Malaui para combatir la violencia sexual desde lo colectivo
Una compa?¨ªa recorre el pa¨ªs con obras sobre agresiones a mujeres e interpela a la comunidad a que asuma su responsabilidad y participe en la b¨²squeda de soluciones
Christina, un chica malau¨ª con una discapacidad motriz, yace en el suelo con el cuerpo cubierto de polvo. Tiene la mirada ausente clavada en la tierra y apenas logra parpadear. Su vestido blanco ha quedado manchado con la tierra que cubre Tekateka, una peque?a comunidad al norte de la capital de Malaui, Lilong¨¹e. Un grupo de curiosos la rodea en semic¨ªrculo, pero nadie hace nada para ayudarla. Christina hab¨ªa acudido a un reclutamiento de personal en su comunidad para acceder a un empleo. A pesar de que su madre se lo prohibi¨®, ella desobedeci¨® y se plant¨® frente al responsable. Todo ocurri¨® muy r¨¢pido:
¨D?A qu¨¦ has venido? T¨² no puedes hacer nada.
¨DQuiero trabajar, sentirme ¨²til¡ Quiero ser modista.
¨DPuedo ayudarte solo si te acuestas conmigo.
¨DNo, de ninguna manera.
Instantes despu¨¦s, Christina fue brutalmente violada por aquel hombre.
Esta escena forma parte de una representaci¨®n teatral organizada por Theater For a Change (Teatro para el Cambio, TFaC por sus siglas en ingl¨¦s), una compa?¨ªa que utiliza historias de vida reales de chicas que han sufrido alg¨²n tipo de violencia sexual para crear obras de teatro participativas. ¡°Queremos inspirar a mujeres y ni?as marginadas para que desarrollen sus capacidades y su confianza, encuentren su voz y hagan valer sus derechos como personas y miembros de su comunidad¡±, explica Louisa Kabwila, miembro del equipo directivo de la compa?¨ªa. Christina es una actriz ¡ªcon una discapacidad motriz real¡ª que representa un compendio de historias de vida elaboradas por otras adolescentes que s¨ª sufrieron abusos sexuales. La escena es teatro, la historia es real.
TFaC adapta sus funciones en base a los problemas de la sociedad malau¨ª. Por eso, en la obra, Christina representa el papel de una chica que ha sido abusada sexualmente por un hombre, al que una curandera tradicional hab¨ªa aconsejado que, para aumentar su riqueza, tuviera sexo con una discapacitada. Una creencia (recogida en el documento Acabar con la violencia sexual contra las mujeres y ni?as en Malaui, elaborado por Unicef en 2020) muy extendida en en el pa¨ªs, donde tres de cada cuatro habitantes cree en la brujer¨ªa, seg¨²n una reciente encuesta de Afrobar¨®metro.
Otra, elaborada a escala nacional en 2013 por el Ministerio de G¨¦nero, Infancia, Discapacidad y Bienestar Social y titulada Violencia contra las ni?as y mujeres j¨®venes en Malaui, arroj¨® un dato espeluznante: m¨¢s del 60% de las 1.029 entrevistadas aseguraron haber sufrido agresiones durante su infancia. La encuesta recogi¨® tambi¨¦n que, entre las mujeres de 13 a 17 a?os que sufrieron abusos sexuales, el 88,5% declar¨® que el primer incidente se produjo antes de los 16 a?os, y casi la mitad, el 48,6%, que antes de los 13. El documento catalog¨® los resultados de emergencia nacional, una situaci¨®n que se repite en otros pa¨ªses de ?frica subsahariana. En algunos de ellos, el 76% de las mujeres ha sufrido violencia f¨ªsica y/o sexual en su vida.
La escena es teatro, la historia es real
La creaci¨®n de las obras que lleva a cabo TFaC implica que las chicas tengan que contar sus historias y, parad¨®jicamente, socialicen el trauma vivido para sanarlo. Kabwila explica c¨®mo lo hacen: ¡°En primer lugar se moviliza e identifica a las v¨ªctimas de abuso sexual en las comunidades y se las inscribe para que formen parte como beneficiarias de un proyecto espec¨ªfico. El proceso de desarrollo de las obras implica comprender las historias reales de las participantes para inspirar el drama¡±. Son ellas mismas quienes crean la historia a representar, basada en sus propias experiencias.
As¨ª fue como Chifundo se uni¨®. Su caso cumpl¨ªa todo lo necesario para una intervenci¨®n: tiene una discapacidad, es menor de edad, dej¨® la escuela a los ocho a?os tras la muerte de sus padres y sufri¨® un intento de violaci¨®n. Adem¨¢s del incentivo econ¨®mico, dice que ha encontrado en TFaC ¡°un lugar donde compartir¡± sus experiencias e historias con el p¨²blico, pero, sobre todo, ¡°un lugar donde ser portavoz de otras chicas discapacitadas¡±. La historia que representa hoy la actriz Christina es el espejo de muchos aspectos de la vida de Chifundo.
Arteterapia y el precedente del VIH
Esta corriente psicoterap¨¦utica, acu?ada por el artista Graham Hill en 1942 como Arteterapia, no es nueva en el pa¨ªs. Sus inicios se remontan a la d¨¦cada de los noventa, cuando la epidemia de VIH azot¨® Malaui y el primer Gobierno tras la independencia de la colonia brit¨¢nica, liderado por Hastings Kamuzu Banda, no asign¨® fondos suficientes para combatir la enfermedad. Entonces la lucha contra el VIH fue asumida por las ONG, que recurrieron al teatro como herramienta para concienciar a la poblaci¨®n de los peligros que conllevaba el virus: el teatro llegaba m¨¢s y mejor, y se utiliz¨® para transmitir un mensaje de alerta de la propagaci¨®n.
Muchos proyectos han encontrado en el arteterapia un medio de expresi¨®n para mejorar la salud mental y el bienestar emocional y social de las personas. ¡°La arteterapia incluye las artes y el valor del proceso creativo para permitir que la persona exprese, metabolice, identifique y pueda tomar una cierta distancia del trauma sufrido¡±, explica Edmundo dos Santos, profesor e investigador de arteterapia y director del Instituto Poiesis. De ah¨ª que los beneficios de este tipo de actividades en relaci¨®n con el VIH se extendieran hasta otros ¨¢mbitos, como el de la atenci¨®n a las v¨ªctimas de violencia sexual. Pero nadie en Malaui excepto TFaC ha enfocado su labor en atender las necesidades de ni?as discapacitadas que hayan sufrido abusos sexuales.
La violencia contra las mujeres es un problema global, y Malaui es uno de los pa¨ªses con mayor inequidad entre hombres y mujeres de todo el mundo. Ocupa el puesto 143 de 155 pa¨ªses en la Clasificaci¨®n del ?ndice de Desigualdad de G¨¦nero elaborado por ONU Mujeres. El documento elaborado por Unicef en 2020 mostr¨® adem¨¢s un problema que hasta entonces hab¨ªa permanecido en silencio: ¡°Las mujeres con discapacidad tienen el doble de probabilidades de sufrir violencia de pareja y otras formas de violencia sexual y de g¨¦nero que las mujeres sin discapacidad¡±.
Para hacer frente al problema, Malaui ha puesto en marcha una serie de acciones destinadas a la eliminaci¨®n de la violencia de g¨¦nero. El Gobierno, junto a Naciones Unidas, la Uni¨®n Europea y la sociedad civil, se embarc¨® en 2019 en la Iniciativa Spotlight, un programa centrado en la eliminaci¨®n de la violencia contra las mujeres y ni?as. El proyecto recoge una estrategia de prevenci¨®n integral que aborda problemas estructurales y v¨ªnculos con la salud, los derechos sexuales y reproductivos y el sida. Malaui es uno de los ocho pa¨ªses africanos (13 a nivel mundial) seleccionados para recibir parte de los 260 millones de euros de la UE para implementar Spotlight. Los otros siete son Liberia, Mal¨ª, Mozambique, N¨ªger, Nigeria, Uganda y Zimbabue.
Socializar el dolor
Una voz agrandada suena a trav¨¦s de un altavoz en la comunidad de Tekateka: ¡°?C¨®mo debemos ayudar ahora a Christina?¡±. Ella permanece en el suelo, en silencio. La voz pertenece a Asiyatu Mwamadi, actriz y presentadora de radio, y va dirigida al p¨²blico que rodea la brutal escena. ¡°Tiene que ir al hospital inmediatamente¡±, responde un asistente. Asiyatu, que interpreta el papel de mediadora entre los actores y el p¨²blico, explica que no puede hacerlo sola y da varias razones: es menor de edad, acaba de sufrir un shock y su discapacidad le impide expresarse correctamente. Entonces se plantea qui¨¦n podr¨ªa llevarla y el p¨²blico decide un¨¢nimemente que sea la madre, pero en la escena esta la culpabiliza y se enfada con su hija porque la ha desobedecido, prohibi¨¦ndole ir al hospital como castigo. Conjuntamente, se siguen buscando alternativas para ayudar a Christina. El p¨²blico piensa.
Una encuesta del Ministerio de G¨¦nero, Infancia, Discapacidad y Bienestar Social arroj¨® un dato espeluznante: m¨¢s del 60% de las entrevistadas aseguraron haber sufrido agresiones durante su infancia.
Tras un largo silencio, Beatrice Gemotoni, una asistente y vecina de la comunidad, levanta la mano y pasa a formar parte de la obra: el p¨²blico ha decidido que esta mujer, que representa ahora a una vecina de Christina, sea la encargada de llevarla al hospital y cuidarla. ¡°Estas actividades son importantes porque muestran a la comunidad sus responsabilidades. Nos ense?an que todos tenemos un rol y que aunque le pase a otra persona no hay que dejarlo estar. Si los padres est¨¢n abusando de la hija, hay que decirles que est¨¢ mal¡±, expone al terminar la obra.
El objetivo de este tipo de intervenciones no es otro que el de educar y concienciar a la poblaci¨®n sobre la violencia sexual y ofrecer soluciones pr¨¢cticas: ¡°La verdadera transformaci¨®n social pasa por poder acceder a los diferentes grupos implicados y trabajar con todos los agentes. Si nos quedamos ¨²nicamente en la atenci¨®n a las v¨ªctimas, la terapia cojea, porque las din¨¢micas de abuso y los c¨ªrculos de la violencia siguen estando presentes, ya que no se llega al ¨¢mbito familiar y comunitario. Es importante atender a las ni?as pero tambi¨¦n a los padres, a la comunidad, a los l¨ªderes, a los profesionales¡ Ah¨ª es donde el arteterapia llega a tener un impacto¡±, explica Dos Santos.
Esta afirmaci¨®n cobra especial importancia en Malaui, un pa¨ªs con una sociedad regida por una estructura de poder piramidal muy marcada, donde la mayor¨ªa de personas est¨¢n expuestas simult¨¢neamente a dos formas de poder: la ley constitucional y la ley consuetudinaria (un conjunto de normas jur¨ªdicas que no est¨¢n escritas pero se aplican porque en el tiempo se ha hecho costumbre su cumplimiento). Esta ¨²ltima sigue muy presente en el pa¨ªs y es por eso que, al final de cada representaci¨®n, la atenci¨®n se dirige a los jefes del pueblo (los village heads, en ingl¨¦s) para escuchar y proponer las soluciones necesarias a nivel comunitario que hagan frente al problema: ¡°Sab¨ªamos que la comunidad pod¨ªa ser un ambiente cr¨ªtico para una persona con discapacidad, pero no que pod¨ªan sufrir abusos en el hogar. Vamos a tener una reuni¨®n con el resto de los jefes y los padres de esos hogares, para que a partir de ah¨ª sean los jefes quienes sigan los casos, ofrezcan apoyo, etc¨¦tera¡±, explica Tekateka, el jefe del pueblo que lleva su mismo nombre.
Si nos quedamos ¨²nicamente en la atenci¨®n a las v¨ªctimas, la terapia cojea, porque las din¨¢micas de abuso y los c¨ªrculos de la violencia siguen estando presentes, ya que no se llega al ¨¢mbito familiar y comunitarioEdmundo dos Santos, profesor e investigador de arteterapia y director del Instituto Poiesis
¡°La mayor¨ªa de la gente no sab¨ªa que esto era un asunto serio, ni siquiera nosotros. Es un toque de atenci¨®n a nuestra comunidad y un mensaje para aquellos que abusan o quisieran abusar¡±, reconoce al terminar la representaci¨®n Gelevazio Inilesi, jefe de Mbeta, otra comunidad al norte de la capital. Hasta la fecha, la Iniciativa Spotlight Malaui ha conseguido la participaci¨®n de casi 2.000 l¨ªderes tradicionales y ha fomentado su capacidad para estimular el progreso hacia el final de la violencia contra mujeres y ni?as.
Acompa?ar a denunciar
Tras comprobar en el hospital que Christina no sufre ning¨²n tipo de lesi¨®n, Gemotoni (ayudada por el p¨²blico) decide acompa?ar a la v¨ªctima a denunciar, no sin antes hablar con el jefe del pueblo. Cuando este las deriva a la polic¨ªa comunitaria (un cuerpo de voluntarios que no pertenecen a la polic¨ªa del pa¨ªs pero que se encarga de la seguridad en las comunidades), la vecina les explica que deben denunciar lo ocurrido en las oficinas de la polic¨ªa estatal ya que ellos solo tienen la potestad de encontrar al violador, pero no de detenerlo. Ambos cuerpos de seguridad trabajan de la mano. ¡°El prop¨®sito final es que la gente sea consciente del procedimiento de denuncia en este tipo de abusos y de los derechos de las personas con discapacidad¡±, explica Asiyatu.
Las representaciones no se limitan ¨²nicamente al ¨¢mbito comunitario. Cada martes emiten el Radioteatro Interactivo, un programa de radio que permite a las beneficiarias del proyecto idear radionovelas que involucran a la audiencia. Se dirige a m¨²ltiples clubes de oyentes de todo el pa¨ªs, que escuchan e interact¨²an a distancia a trav¨¦s de llamadas telef¨®nicas y mensajes, as¨ª como de plataformas de redes sociales y medios de comunicaci¨®n: la obra se narra a trav¨¦s de la radio y son los oyentes quienes ofrecen las soluciones. ¡°Invitamos tambi¨¦n a los titulares de las obligaciones, como parlamentarios y miembros de la polic¨ªa, para conseguir que la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las ni?as sean implementados¡±, cuenta Kabwila, miembro del equipo directivo de la compa?¨ªa. ¡°El abuso es un tema que tiene que llegar a las altas esferas. Tiene que ser el propio Gobierno quien impulse medidas pol¨ªticas y comunitarias para la prevenci¨®n¡±, a?ade Dos Santos.
Solo as¨ª se evitar¨ªan situaciones como la que sigue sufriendo Chifundo. El hombre que la intent¨® violar vive todav¨ªa en su misma comunidad como si nada hubiese ocurrido. ¡°?Es posible que la polic¨ªa no me considerara suficientemente humana como para merecer justicia? Yo creo que s¨ª¡±, sentencia.
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