Los artistas nigerianos buscan proyecci¨®n internacional, en un pa¨ªs en el que dos tercios de la poblaci¨®n es pobre
La falta de un mercado local estructurado empuja al arte contempor¨¢neo africano fuera del continente, pero los creadores buscan que en el extranjero no se les defina ¨²nicamente por su procedencia, sino por sus obras
Paul Oyetunde Ogunlesi se pone el mono vaquero, coge una de sus brochas, abre un bote de pintura azul y se pone a perfilar el ¨²ltimo de sus cuadros. En ¨¦l aparecen mujeres lesbianas que forman parte de su nueva serie Alegor¨ªas de memorias compartidas. ¡°En estas obras exploro el concepto del g¨¦nero y la aceptaci¨®n de las personas tal como son¡±.
Ogunlesi vendi¨® su primer trabajo hace siete a?os y con el dinero que gan¨® pudo comer durante dos semanas. ¡°Ah¨ª fue cuando supe que era lo m¨ªo¡±, dice el artista de 27 a?os desde su peque?o estudio en Ikorodu, al este de Lagos, en Nigeria. En las apenas 56 baldosas donde trabaja cabe una mesa con cincuenta botes de pintura, dos sillas, dos cuadernos en los que dibuja a l¨¢piz y m¨¢s de 450 obras de arte enrolladas en lienzo que forman alfombras gruesas tiradas por el suelo.
Desde aquella primera venta, tan solo ha conseguido vender 50 de sus trabajos, pero busca hacerse un hueco en el mercado del arte moderno y contempor¨¢neo africano. Ogunlesi pinta figuras de cuerpo entero, pero les corta la cabeza. ¡°Hablo de temas universales como la muerte, el amor, la esperanza o la fe. Mis obras no necesitan caras¡±, reivindica.
La mayor¨ªa de la gente no viene a mi estudio, solo ve mis trabajos en redes socialesPaul Oyetunde Ogunlesi, artista nigeriano
Dos de estos trabajos han estado entre febrero y marzo en la galer¨ªa neoyorquina Harsh Collective, que organiz¨® la exposici¨®n colectiva Tight Knit, en conmemoraci¨®n del Mes de la Historia Negra. Estos espacios ayudan a dar visibilidad a j¨®venes artistas, pero tambi¨¦n genera una preocupante tendencia occidental al encorsetar el arte procedente de ?frica como una corriente aparte que no puede exponerse junto a otros.
Esta situaci¨®n incomoda a Ogunlesi, que busca ser reconocido por su trabajo y no por ser africano. ¡°Mis personajes en las pinturas no son nigerianos, podr¨ªan ser blancos, pero los pinto de negro. Aspiro a ser un artista que genere conversaciones, no que se me ponga la etiqueta de africano o nigeriano¡±, reivindica desde su estudio. ¡°Todav¨ªa hay subastas de arte africano, lo cual es extra?o porque el arte se basa en el periodo, no seg¨²n la geograf¨ªa¡±, agrega Oliver Enwonwu, exdirector de la Sociedad de Artistas Nigerianos.
No hay mercado para el arte en Nigeria
Ogunlesi suelta la brocha, coge su m¨®vil y entra en Instagram. ¡°Esto es nuestra gran oportunidad. La mayor¨ªa de la gente no viene a mi estudio, solo ve mis trabajos en redes sociales¡±, explica el pintor, que cuenta con m¨¢s de 8.500 seguidores en esta red social. Su futuro laboral, dice, pasa por vender sus cuadros entre quienes le siguen a trav¨¦s de la pantalla.
En 2021, las ventas de arte africano en el mundo aumentaron un 44% hasta un r¨¦cord de 67,5 millones de euros, empujadas principalmente por el auge de artistas j¨®venes, cuyo valor aument¨® en un 121% en tan solo un a?o, seg¨²n el ArtTactic Modern & Contemporary African Artist Market Report 2016-2021. El mercado nigeriano est¨¢ orientado al extranjero y a unos pocos nigerianos de clase alta, pero no a la masa social del pa¨ªs. ¡°Mi trabajo no es para un nigeriano medio, pocos pueden apreciar el arte y conectar con ¨¦l¡±, afirma Ogunlesin.
Uno de los motivos es que el arte no es prioridad en un pa¨ªs donde casi dos tercios de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza, con menos de 2,15 d¨®lares al d¨ªa. ¡°No importa lo buenas que sean las obras, seguir¨¢ sin ser interesante para ellos porque tienen que poner comida en su mesa¡±, opina Enwonwu. ¡°En Occidente el suministro el¨¦ctrico o el agua no es un problema. No puedes decirle a un hombre que gana poco al mes que venga a ver arte¡±, a?ade.
Oliver Enwonwu es hijo de Ben Enwonwu, considerado el padre del arte contempor¨¢neo nigeriano. En 2018, 24 a?os despu¨¦s de su muerte, su obra Tutu, conocida como la Mona Lisa Africana, se vendi¨® por 1,3 millones de euros en la casa de subastas brit¨¢nica Bonhams. Un a?o despu¨¦s, se super¨® esa cifra con Christine, del mismo autor, por la que se pag¨® 1,4 millones de euros en un Sotheby¡¯s. Antes de estas dos cantidades astron¨®micas, en 2017, el valor de las ventas de arte nigeriano tan solo en Londres hab¨ªa sido de 4,3 millones de euros, cinco veces m¨¢s que en Lagos, seg¨²n datos del ¨²ltimo informe del mercado del arte nigeriano.
La falta de una demanda local hace que el mercado no est¨¦ conectado ni regulado. ¡°No tenemos un sector del arte como deber¨ªa ser, tenemos gente en la di¨¢spora. Deber¨ªamos contar con tasadores y espacios de arte propios construidos con una temperatura correcta¡±, lamenta Enwonwu.
Las galer¨ªas internacionales promocionan la obra, pero no a los artistas y eso es explotaci¨®nOliver Enwonwu, Galer¨ªa Omenka en Lagos
Las iniciativas de apoyo que hay son privadas, como la Galer¨ªa Omenka que Enwonwu abri¨® en honor a su padre en el que era el sal¨®n de su casa familiar en Lagos para promocionar a j¨®venes artistas nigerianos. ¡°Como pintor veo a otros con dificultades y me gusta ayudarles¡±, dice. Este febrero, ha expuesto obras de Derek Jahyem Jombo-Ogboi y Olubankole Olabode, cuyos cuadros se venden por cantidades entre los 3.800 y 7.500 euros.
Enwonwu critica al gobierno nigeriano por no poner de su parte para hacer crecer el sector. ¡°El arte est¨¢ en la cola, dan m¨¢s importancia a la industria del cine, que es m¨¢s visible, que se puede ver en la televisi¨®n sin necesidad de desplazarse a una galer¨ªa¡±, afirma.
Ganarse la vida en el extranjero, tarea dif¨ªcil
Aun as¨ª, ganarse la vida en el extranjero no es f¨¢cil. Las obras de Ogunlesin ya han viajado por Marruecos, Sud¨¢frica y Londres, pero ¨¦l todav¨ªa no ha salido de Nigeria. ¡°Algunas galer¨ªas no te pagan para desplazarte, simplemente ponen im¨¢genes digitales de tus cuadros¡±, explica.
Enwonwu critica la avaricia occidental de las casas de subasta occidentales, ya que muchas no dan la oportunidad a los artistas locales de poder brillar en el extranjero. ¡°Las galer¨ªas internacionales promocionan la obra, pero no a los artistas y eso es explotaci¨®n. Saben que una vez que el artista viaja puede hacer sus contactos con coleccionistas, y eso no les interesa¡±, critica.
A ello se suma la comisi¨®n. Ogunlesi firm¨® un contrato con la galer¨ªa Harsh Collective de Nueva York por la que la instituci¨®n se llevar¨ªa un 50% del precio de venta de sus cuadros, una tasa que asegura que es habitual en el mercado. Las dos obras expuestas tienen un precio de 2.100 d¨®lares estadounidenses (algo m¨¢s de 1.900 euros), lo que implica que el artista se queda menos de mil euros.
Cuando empec¨¦ a vender m¨¢s, entend¨ª que mi precio inicial era muy, muy bajoMatthew Eguavoen, artista nigeriano
La falta de contacto directo con el exterior complica a los artistas africanos poner un precio adecuado a sus creaciones en el mercado occidental. ¡°He vendido obras por 2.000 d¨®lares, 1.000 e incluso 800, pero me gustar¨ªa adecuar los precios en el futuro¡±, asegura Ogunlesi. Ahora valora una de sus ¨²ltimas obras, todav¨ªa sin nombre, de su nueva serie Alegor¨ªas de memorias compartidas, en 2.950 d¨®lares estadounidenses (2.700 euros).
A pesar de las dificultades, Ogunlesi sabe que triunfar pasa por vender fuera del pa¨ªs y del continente. ¡°Ver a mis colegas haciendo cosas grandes me motiva¡±, asegura. Uno de ellos es su amigo Matthew Eguavoen. El suyo es un caso de ¨¦xito prematuro: en 2021 vendi¨® sus dos primeros trabajos a un coleccionista extranjero por 16.000 euros y, un a?o m¨¢s tarde, la galer¨ªa parisina Afikaris le dio la oportunidad de tener su primera exhibici¨®n internacional.
¡°Cuando empec¨¦ a vender m¨¢s, entend¨ª que mi precio inicial era muy, muy bajo¡±, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica desde Par¨ªs, donde ha vuelto un a?o despu¨¦s para exponer en la misma galer¨ªa. Ingeniero de profesi¨®n y sin estudios art¨ªsticos, Eguavoen suele pintar retratos con colores vivos, una caracter¨ªstica que predomina en las obras de muchos artistas contempor¨¢neos nigerianos.
Las caras que pinta tienen siempre la misma expresi¨®n seria. ¡°La mayor¨ªa de la gente no es feliz. La miseria es f¨¢cil de vender. La gente compra m¨¢s y se siente m¨¢s identificada con eso que con una felicidad falsa¡±, asegura el artista, de 35 a?os, que tiene su base en Lagos.
Contar realidades locales al mundo
Los dos artistas reflejan en su trabajo lo que viven en su d¨ªa a d¨ªa. ¡°Nuestras experiencias dan forma a qui¨¦nes somos: en qu¨¦ familia nacimos, en qu¨¦ sociedad vivimos, c¨®mo est¨¢ la econom¨ªa o el pa¨ªs¡±, dice Eguaoven, cuyo estudio se ubica tambi¨¦n en Lagos.
Esa realidad local se cuela tambi¨¦n en los lienzos de Ogunlesi. ¡°La seguridad en Nigeria es una misi¨®n solitaria, tienes que mirar por ti mismo y volver a casa pronto para que no te pase nada¡±, dice el artista desde su estudio. La inseguridad es la principal preocupaci¨®n de los nigerianos y casi dos de cada tres tienen miedo de caminar por su barrio, seg¨²n una encuesta de Afrobarometer.
Hace un a?o le robaron el m¨®vil en la calle y lo ha reflejado en su serie de dos cuadros Tracking check out time (Seguimiento de la hora de salida, en ingl¨¦s). En cada uno sale un chico con un m¨®vil en la mano e incluye un peque?o escarabajo en un c¨ªrculo, un detalle que suele incluir en sus cuadros como gui?o a su cultura: ¡°En mi etnia, la yoruba, el escarabajo es s¨ªmbolo de resistencia, de que uno siempre encuentra su camino¡±. Para artistas como Ogunlesi, su camino es un billete de avi¨®n que les lleve, junto a sus obras, rumbo a Europa o Estados Unidos.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.