?frica prepara la vuelta a casa de su arte expoliado
El 90% del arte africano sigue fuera del continente. La restituci¨®n permitir¨¢ reconstruir identidades colectivas maltrechas por la ¨¦poca colonial y crear modelos de gesti¨®n cultural m¨¢s org¨¢nicos
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Hamady Bocoum emana un cordial aplomo incluso por videoconferencia, con su traje t¨ªpico senegal¨¦s y c¨®modamente reclinado en una silla de despacho. Suaviza la gravedad de su voz con amplias sonrisas. Intercala enf¨¢ticos golpes de tono en un discurso sereno. El director del Mus¨¦e des Civilisations Noires (Dakar, Senegal) despliega argumentos que, poco a poco, van resquebrajando la negativa de los pa¨ªses occidentales a devolver el arte expoliado en ?frica. Y remata con la raz¨®n ¨²ltima de la propiedad. Las piezas robadas, recuerda, pertenecen a los pueblos que las crearon. ¡°Podemos meterlas en museos, llevarlas al lugar de donde fueron arrancadas, enterrarlas o quemarlas. Es nuestra decisi¨®n¡±.
El nigeriano Chika Okeke-Agulu, historiador de arte africano y profesor en la Universidad de Princeton (EE UU), agrega: ¡°No debemos dar por hecho que el modelo occidental sobre gesti¨®n del patrimonio sirva para todo el mundo¡±. Sobre todo, a?ade, cuando ¡°el objeto mantiene una relaci¨®n org¨¢nica con el presente, un fuerte poder simb¨®lico¡±.
El Edo Museum of West African Art (EMOWAA), que se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo a?o en Ciudad de Benin (localidad nigeriana de 1,5 millones de habitantes situada en el Estado de Edo), buscar¨¢ conciliar fines en principio contrapuestos. F¨¦rrea seguridad y cercan¨ªa f¨ªsica. Mimo en la conservaci¨®n y v¨ªnculo socioemocional. Su gran atractivo ser¨¢n los 400 bronces de Ben¨ªn llegados desde Alemania en la que, hasta el momento, representa la mayor iniciativa de restituci¨®n art¨ªstica hacia el ?frica subsahariana. Phillip Ihenacho, director del Legacy Restoration Trust, su principal impulsor, explica: ¡°Queremos redefinir el significado de museo para que se asocie a un espacio vivo donde nuestra gente se sienta c¨®moda¡±.
Las ceremonias del pueblo Edo ¡ªlos bronces recubr¨ªan su palacio real, arrasado por Reino Unido en 1897¡ª convivir¨¢n con la efervescente vanguardia multimedia del oeste africano. La sofisticaci¨®n metal¨²rgica de sus piezas servir¨¢ de marco a todo tipo de actos. El museo ser¨¢ nexo hist¨®rico y lazo generacional. ¡°Nos proponemos atraer a la mayor¨ªa joven de Nigeria y otros pa¨ªses del continente, adecuar nuestro dise?o y oferta al p¨²blico de aqu¨ª¡±, asegura Ihenacho.
Orfandad art¨ªstica
La necesidad de continuidad temporal ampl¨ªa la perspectiva africana sobre restituci¨®n. Mientras los colonizadores vaciaban de cultura material sus conquistas, tambi¨¦n iban segando identidades centenarias. El car¨¢cter oral de la transmisi¨®n no hizo sino acentuar el terrible impacto de esta orfandad art¨ªstica. ¡°En muchos pueblos africanos¡±, sostiene el historiador Okeke-Agulu, ¡°revisar la historia con los ojos del presente siempre ha sido un aspecto muy importante en su sentimiento de ser colectivo. No se trata solo de llenar un hueco en su pasado, de curar una herida, sino de permitirles seguir reinventando sus tradiciones¡±.
Avanzar en la restituci¨®n tambi¨¦n ayudar¨¢, en opini¨®n de Bocoum, a que el fluir de pertenencia emborrone fronteras. A que se forjen conexiones fragmentadas por l¨ªmites arbitrarios. ¡°Los pa¨ªses hemos de colaborar de manera concertada y armoniosa; reinsertar y hacer circular los objetos en su verdadero contexto, que no es Senegal, Mali o Nigeria, distinciones geogr¨¢ficas que no tienen nada que ver con el aut¨¦ntico contexto de creaci¨®n precolonial¡±.
El director del MCN alerta sobre el riesgo de una posible ¡°berlinizaci¨®n cultural¡±, aludiendo a la Conferencia de Berl¨ªn de 1884 mediante la cual las potencias europeas se repartieron, con escuadra y cartab¨®n, sus posesiones imperiales. Teme adem¨¢s que el proceso derive en una ¡°balcanizaci¨®n pol¨ªtica¡±. En sentido opuesto, recuerda el acto que sirvi¨® para celebrar en 2019 el retorno definitivo a Senegal ¡ªdesde el Mus¨¦e de la Arm¨¦e de Par¨ªs¡ª del sable de El Hadj Omar Foutiyou, h¨¦roe de la resistencia a los franceses en toda el ?frica Occidental. ¡°Hab¨ªa representantes de Gambia, Costa de Marfil... El ?frica antes de Berl¨ªn se congreg¨® all¨ª¡±.
La vuelta a casa del ic¨®nico sable supuso la certeza de que el edificio art¨ªstico-colonial europeo ¡ªsus museos nutridos de guerra y pillaje, sus justificaciones para el statu quo¡ª empezaba a tambalearse. Tradujo en hechos la voluntad de Francia (con implicaci¨®n directa del presidente Emmanuel Macron) de apostar por una estrategia de restituci¨®n masiva, ya expresada en un informe de 2018. Activ¨® un efecto domin¨® que ha cobrado br¨ªo con el retorno anunciado de los bronces de Ben¨ªn.
Varios factores convergen y se retroalimentan en un cambio de aires impensable hace una d¨¦cada escasa. En Europa, emerge una nueva generaci¨®n de l¨ªderes pol¨ªticos y directores de museos ¡°que ya no son hijos del imperio y quieren distanciarse de la herencia colonial¡±, apunta Okeke-Agulu. Desde ?frica, se?ala por su parte Bocoum, los gobiernos ¡°articulan con m¨¢s determinaci¨®n sus acciones¡±, aumentan y canalizan mejor sus reclamaciones, se coordinan en organizaciones regionales para unir sus voces.
Lejos del alto nivel, la sociedad civil africana contribuye, mediante campa?as virales, a visibilizar la dimensi¨®n del expolio
Lejos del alto nivel, la sociedad civil contribuye, mediante campa?as virales, a visibilizar la dimensi¨®n del expolio. Ihenacho resume el clima que hoy prevalece: ¡°No tenemos que malgastar tanto tiempo en persuadir, hay suficiente presi¨®n p¨²blica. Desde hace un par de a?os no se habla tanto de si va a haber o no restituci¨®n, sino de cu¨¢ndo y c¨®mo¡±.
Okeke-Agulu tambi¨¦n percibe un resurgir del orgullo cultural africano que, espoleado con las independencias, decay¨® durante las d¨¦cadas siguientes. Conciencia sobre el valor de lo propio que a¨²n ha de sacudirse desprecios impuestos y, en parte, asimilados. ¡°Durante mucho tiempo se nos dijo que ¨¦ramos malos y primitivos; ahora los j¨®venes est¨¢n recuperando el inter¨¦s por cuidar de nuestra cultura¡±, sostiene.
?tica de la procedencia
Se calcula que el 90% del arte africano permanece fuera del continente, seg¨²n la revista New African, que se hace eco del informe mencionado. El camino se adivina largo y farragoso. Pleno de excusas laber¨ªnticas y vericuetos legales. Permanece en el Museo Real del ?frica Central (Tervuren, B¨¦lgica) una de las m¨¢s conocidas m¨¢scaras de Bandundu (Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo). Sus formas angulosas atestiguan la influencia del entonces llamado arte primitivo sobre el primer cubismo. Una campana de m¨¢rmol en el Brooklyn Museum (EEUU) ejemplifica la fina cultura de los Edo, m¨¢s all¨¢ de los bronces de Ben¨ªn... La lista es interminable. Sobre todo al ampliar el radio para incluir a Egipto. Su Piedra Rosetta (en el British Museum) es solo la punta de un iceberg que se extiende, debidamente fortificado, por los grandes museos occidentales.
En la Embajada de Etiop¨ªa en el Reino Unido saben bien lo que supone topar con la sacrosanta ley que, en teor¨ªa, impide a sus museos nacionales restituir obras de arte. El British Museum y el Victoria & Albert Museum poseen lo m¨¢s preciado del Tesoro de Magdala, un valioso conjunto de la dinast¨ªa abisinia y de la iglesia ortodoxa et¨ªope saqueado en una expedici¨®n de 1868. Su corona de oro, tallada en exquisita filigrana, se alza como uno de los grandes hitos del arte subsahariano.
Aunque Etiop¨ªa no fue colonizada, tambi¨¦n sufri¨® el af¨¢n depredador de la Europa decimon¨®nica. ¡°El tesoro no solo refleja nuestra historia y religi¨®n, encarna nuestros valores y creencias como sociedad. No cejaremos hasta traerlo de vuelta¡±, subraya firme Beyeme Gebremeskel, adjunto de misi¨®n en la Embajada. El alto diplom¨¢tico apuesta por una ¡°estrategia inteligente y respetuosa, pero en la que no decaiga la perseverancia¡±. Se trata, contin¨²a, de dise?ar acciones ¡°coherentes que capitalicen¡± el clamor de la joven ¡°inteligencia et¨ªope¡± y el ¡°creciente sentimiento de culpa de las antiguas potencias coloniales¡±.
Francia ha demostrado que la coraza legal resiste lo que la voluntad pol¨ªtica decida. Con una normativa similar a la brit¨¢nica, el pa¨ªs galo dio el pasado a?o un golpe de tim¨®n al aprobar la ¡°derogaci¨®n limitada del principio de inalienabilidad que protege las colecciones p¨²blicas francesas¡±. Menos ambiciosa de lo esperado, la nueva ley permitir¨¢ el retorno del Tesoro de Behanzin a Ben¨ªn (llamado Dahomey hasta 1976, no confundir con ciudad de Ben¨ªn, en la actual Nigeria). Con su famoso trono real como pieza m¨¢s excelsa, el tesoro se exhibe ahora en el Mus¨¦e du Quai Branly, que en su p¨¢gina web hace gala de atesorar 370.000 obras de ¡°civilizaciones extra-europeas¡±.
Todav¨ªa mucha gente piensa que Occidente debe custodiar el patrimonio africano y, por extensi¨®n, mundial. Del mismo modo que han de ser los guardianes de la paz globalChika Okeke-Agulu, profesor en la Universidad de Princeton (EE UU)
Tambi¨¦n Alemania ha sentado un precedente que ahonda, m¨¢s a¨²n, en el axioma de que la legalidad no es siempre leg¨ªtima. Al devolver bienes que no hab¨ªa expoliado (compr¨® sus bronces a los brit¨¢nicos en un supuesto mercado libre), lanza un mensaje global que pone el foco en la ¨¦tica de la procedencia. Seg¨²n Okeke-Agulu, la decisi¨®n germana socava las excusas de pa¨ªses como EE UU, que cuenta con vastos cat¨¢logos de arte subsahariano ¡ªel m¨¢s numeroso en el Smithsonian Institute¡ª sin haber participado en su saqueo.
Razones de m¨¢s enjundia hacen prever un proceso arduo. Sobresale el temor a que la inercia descolonizadora deje en los huesos a museos como el British. Gestos vigorosos en la restituci¨®n de arte subsahariano podr¨ªan desencadenar, en un futuro no muy lejano, una tormenta perfecta que concluya en salas di¨¢fanas. Caer¨ªan en picado el prestigio y los ingresos econ¨®micos (directos e indirectos) asociados a su marca como gran escaparate del arte global. Dinero que, asegura Gebremeskel, ahora ¡°se est¨¢ negando a ?frica¡±, ya que, ¡°si uno puede viajar a Londres a ver arte et¨ªope, ghan¨¦s o keniano, quiz¨¢ no vaya nunca a esos pa¨ªses¡±. Casi un monopolio de lo ajeno que impide ¡°beneficiar a los pueblos que produjeron ese material¡±.
Aunque mitigado por el tiempo y la lenta erosi¨®n de actitudes colonialistas, a Okeke-Agulu le consta que un sustrato de superioridad pervive en los debates sobre restituci¨®n. ¡°Todav¨ªa mucha gente piensa que Occidente debe custodiar el patrimonio africano y, por extensi¨®n, mundial. Del mismo modo que han de ser los guardianes de la paz global¡±. Automatismos de poder que se manifiestan en asunciones tajantes: ?frica no sabe, no puede o no quiere gestionar su arte, ocuparse de su propio legado.
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