¡°Casar a las hijas con un hombre pol¨ªgamo es a veces la ¨²nica forma de progresar econ¨®micamente¡±
La escritora Lola Shoneyin retrata los hogares con varias esposas de su pa¨ªs, Nigeria, en una celebrada novela, en la que construye una cr¨ªtica feroz a la sociedad patriarcal y reivindica la educaci¨®n como v¨ªa de escape
Un se?or flatulento y adinerado tiene cuatro esposas, pero se siente desdichado porque una de ellas no se queda embarazada. Es la historia de una familia pol¨ªgama nigeriana, que narra con crudeza y un punto de humor ¨¢cido Lola Shoneyin (Ibadan, 49 a?os), novelista, poeta y motor de incontables iniciativas literarias africanas, entre ellas Ak¨¦, la mayor feria del libro de ?frica. La autora de la celebrada Las vidas secretas de las esposas de Baba Segi (editorial Malas Compa?¨ªas) relata la competencia feroz por un plato de jud¨ªas bajo un mismo techo a falta de alternativas viables y asfixiadas por un patriarcado implacable. Shoneyin, que responde por videoconferencia, conoce de primera mano de lo que habla. Su abuelo tuvo cinco mujeres.
PREGUNTA. Las mujeres de su libro se despedazan. ?La sororidad no es posible en un hogar pol¨ªgamo?
RESPUESTA. Cuando ten¨ªa 10 a?os, vi una foto en el peri¨®dico de un hombre con sus tres esposas. Eran guapas y todas iban vestidas igual. Fui corriendo a mi madre y le dije: ¡°Quiero que mi vida sea esa cuando sea mayor. Quiero encontrar a un hombre que se case conmigo y con dos de mis amigas. Ser¨¢ genial porque podremos ir de compras y hacer todo juntas¡±. Mi madre me sent¨® y me habl¨® de la realidad de vivir en una familia pol¨ªgama.
P. Ella le aconsej¨® que nunca se casara con un hijo de una familia pol¨ªgama.
R. Me dijo que los ni?os de familias pol¨ªgamas aprenden a ser muy vivos, porque viven en un entorno muy competitivo. Su mayor temor era que, habiendo nacido en una familia mon¨®gama, no me supiera defender en un matrimonio as¨ª.
P. Ella lo sab¨ªa por experiencia propia.
Mi abuelo fue un rey que tuvo cinco esposas. Mi abuela era profesora, como ¨¦l, y tuvieron un matrimonio que uno describir¨ªa como moderno
R. Mi abuelo materno fue un rey que tuvo cinco esposas. Fue a una escuela misionera y despu¨¦s a la universidad. Trabaj¨® como maestro itinerante. Mi abuela tambi¨¦n era profesora y tuvieron un matrimonio que uno describir¨ªa como moderno. Era un marido y un padre cari?oso, pero por un sistema de rotaci¨®n de poder, a mi abuelo le toc¨® convertirse en rey en Iperu y eso le cambi¨®. Mi abuela no pod¨ªa creerse que despu¨¦s se fuera a casar hasta cinco veces.
P. En Nigeria, casi un tercio de las mujeres viven en un hogar pol¨ªgamo, pero en la agenda feminista global a veces parece un asunto olvidado.
R. Supongo que en parte porque no es un problema con el que tengan que lidiar muchas feministas occidentales. No les afecta como a las mujeres de otras partes del mundo. Si queremos ser verdaderas feministas, tenemos que respetar las decisiones de las mujeres, pero a la vez eso supondr¨ªa aceptar que todas las mujeres que est¨¢n en hogares pol¨ªgamos, o al menos la mayor¨ªa, lo eligen y ah¨ª es donde surge el problema. Muchas j¨®venes se encuentran en estos matrimonios porque no tienen otra opci¨®n ni educaci¨®n. Es un equilibrio complejo. Para algunas familias, casar a sus hijas con un hombre pol¨ªgamo es a veces la ¨²nica manera de progresar econ¨®micamente gracias al dinero que reciben por la novia. Lo consiguen casando a sus hijas con hombres que tienen dinero y varias esposas.
P. Hay necesidad econ¨®mica, pero no solo.
R. Es una cuesti¨®n cultural. En Nigeria la practican personas de todos los grupos ¨¦tnicos y de todas las religiones. Hist¨®ricamente, la riqueza de un hombre se med¨ªa por el n¨²mero de mujeres y de hijos que tuviera, y en muchas partes del pa¨ªs todav¨ªa es as¨ª.
La poligamia en Nigeria una cuesti¨®n cultural, la practican personas de todos los grupos ¨¦tnicos y de todas las religiones.
P. Su visi¨®n de la poligamia ha evolucionado con los a?os.
R. En parte porque tuve una amiga muy culta que opt¨® por ser una tercera esposa, ya que su futuro marido era lo suficientemente rico como para comprarle una casa y solo la visitar¨ªa dos d¨ªas a la semana. Casarse significaba que se librar¨ªa de la presi¨®n de sus padres, podr¨ªa tener los hijos que tanto deseaba y tendr¨ªa su espacio. Me hizo pensar en la cuesti¨®n de la elecci¨®n.
P. El ¨²nico personaje de su libro que elige su destino es una mujer que ha ido a la universidad.
R. La educaci¨®n ayuda, te da m¨¢s oportunidades, pero en una sociedad muy patriarcal en la que las mujeres a menudo hacen lo que les aconseja su padre, acaban en familias pol¨ªgamas. A veces, adem¨¢s, la primera esposa ha recibido una educaci¨®n, pero luego su marido se casa con otra y sin decidirlo, termina en un hogar pol¨ªgamo.
P. ?El movimiento Me Too no sirvi¨® para nada?
R. Entre la juventud hay una conciencia cada vez mayor de los derechos de la mujer, y de su capacidad para luchar por ellos, pero si no va acompa?ado de un cambio en la forma de pensar que alcance a las instituciones, no habr¨¢ grandes cambios. Las mujeres son m¨¢s conscientes, pero las estructuras siguen siendo profundamente patriarcales y hay poco espacio para ejercer esos derechos.
P. Muchos intelectuales y escritores africanos viven en Europa o a Estados Unidos. Usted volvi¨® a Nigeria y se qued¨®.
R. En los ¨²ltimos 22 a?os solo he pasado unos cinco a?os fuera de ?frica. Siempre ha sido importante para m¨ª vivir aqu¨ª. Es muy dif¨ªcil sobrevivir en ?frica como escritor, pero en mi caso, disfruto de un privilegio considerable. Fund¨¦ mi primera editorial cuando ten¨ªa 23 a?os. Mi trayectoria vital ha hecho posible que tome este tipo de decisi¨®n, de vivir aqu¨ª, de promover la literatura nigeriana, de montar eventos e instituciones. Alguien tiene que hacerlo y yo estoy en condiciones.
P. Usted denuncia las dificultades para publicar en ?frica a precios asequibles, y que a menudo es m¨¢s f¨¢cil leer a autores africanos en Londres que en Lagos.
R. A finales de los noventa vimos una oleada de nuevas editoriales establecidas por j¨®venes africanos que buscaban poner a disposici¨®n del continente la oferta de escritores africanos. Sin embargo, parte del problema es que, cuando los escritores africanos venden los derechos de sus libros a editoriales occidentales, luego resulta extremadamente dif¨ªcil obtener esos derechos para publicarlos en el continente africano. Lo que prefieren es que los libreros importen la edici¨®n del Reino Unido para que llegue al continente africano. No son capaces de vender los derechos en ingl¨¦s a un editor, digamos, de Nigeria. Hablan de la pirater¨ªa, de que los libros no se imprimir¨ªan correctamente¡ pero son excusas muy condescendientes.
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