¡°El maestro cogi¨® un palo y me azot¨® las plantas de los pies¡±: en Tanzania es legal educar a golpes
Las leyes del pa¨ªs africano amparan la educaci¨®n a varazos en los colegios siempre y cuando sea ¡°en manos y nalgas y con un palo ligero y flexible¡±. Casi el 70% de los ni?os y el 80% de las ni?as confiesan haber sido golpeados por sus profesores
¡°Hay muchas formas de educar; se puede hablar con los chicos, castigarles o pegarles¡±. Emanuel Juma (nombre ficticio) habla sentado en una silla en el patio de una escuela primaria en Kigamboni, un distrito de Dar es Salam, la ciudad m¨¢s poblada de?Tanzania, donde ejerce como profesor. ¡°Creo que golpear con un palo en las manos de los alumnos que no se portan bien es una buena forma de corregir ciertos comportamientos¡±, dice. Y menciona otros castigos usuales en el colegio donde ¨¦l ense?a: forzar a los chavales a realizar trabajos como podar los jardines en horario lectivo, u obligarles a permanecer de rodillas durante una o dos horas. ¡°Los padres suelen estar de acuerdo; quieren que sus hijos tengan una actitud positiva¡±.
En el pa¨ªs donde Juma ejerce, los castigos corporales en los colegios est¨¢n normalizados. En 2017,?Human Rights Watch public¨® un amplio informe?en el que informaba de que, en Tanzania, el 78% de las ni?as y el 67% de los ni?os hab¨ªan sufrido abusos f¨ªsicos por parte de sus profesores. Los estudiantes afirmaban recibir rutinariamente golpes en las manos con palos de bamb¨² y algunas alumnas reportaron que sus maestros les pegaban en senos o nalgas. Publicaciones en medios locales e internacionales han hablado de esta pr¨¢ctica, sobre todo cuando las sanciones desembocan en escarnios p¨²blicos o en tragedia. Una de las m¨¢s sonadas se produjo en 2019, cuando?un educador fue condenado a muerte?por agredir tan brutalmente a un chaval que falleci¨® a causa de las heridas.
Un d¨ªa me fui a casa antes de tiempo porque quer¨ªa jugar al f¨²tbol con otros amigos. Al d¨ªa siguiente, el maestro cogi¨® un palo y comenz¨® a azotarme con ¨¦l las plantas de los piesHemed Shamte, alumno de 15 a?os
Los castigos corporales a los ni?os en Tanzania?se extienden m¨¢s all¨¢ de las aulas. Su amparo legal, tambi¨¦n. Un informe elaborado por varias organizaciones publicado en septiembre de 2022 enfatiza la necesidad de prohibir esta pr¨¢ctica y repasa las disposiciones legales que la reglamentan. El art¨ªculo 13 de la Ley de la Infancia permite la ¡°correcci¨®n justificable¡± a los chavales con mal comportamiento. Y las Regulaciones de Educaci¨®n Nacional de 1979, amparadas en la ley nacional de educaci¨®n de un a?o antes, establecen que los profesores pueden golpear a los alumnos. Debe ser en manos y nalgas, con un palo ligero y flexible (no con otro instrumento) y cuando se hayan producido desobediencias graves o infracciones que desacrediten la autoridad de la escuela. La Ley de la Infancia de 2011 de Zanz¨ªbar (una isla donde suelen regir disposiciones legales propias) confirma que los padres pueden ¡°imponer disciplina¡± a sus hijos siempre que no provoquen lesiones. Algunos pa¨ªses vecinos a Tanzania ya han logrado acabar con esta pr¨¢ctica o, al menos, ilegalizarla. Kenia, por ejemplo, ha prohibido los castigos corporales a ni?os en todos los supuestos.
Recibir palazos como rutina
Chacha Maneno tiene 13 a?os y acude a un colegio en Dar es Salam, donde estudia el primer curso de secundaria. Pese a llevar solo unos meses en la escuela, ya ha experimentado estos castigos. Lo cuenta as¨ª: ¡°La primera vez que me pegaron fue por escribir mi nombre en una puerta del ba?o. Me golpearon con un palo tres veces en las manos. En otras ocasiones me dan en la cabeza un coscorr¨®n, o tres varazos en las palmas¡±, dice. Hemed Shamte, de 15 a?os y alumno del mismo centro, a?ade: ¡°Un d¨ªa me fui a casa antes de tiempo porque quer¨ªa jugar al f¨²tbol con otros amigos. A la ma?ana siguiente, el maestro cogi¨® un palo y me azot¨® las plantas de los pies. M¨¢s de 10 porrazos¡±.
En Tanzania, donde casi el 50% de los m¨¢s de 63 millones de habitantes viven con menos de dos euros al d¨ªa, solo el 52% de los adolescentes accede a la educaci¨®n secundaria. Ellas encuentran m¨¢s trabas que ellos. Una de cada cuatro chicas se convierte en madre entre los 15 y los 19 a?os?y el 31% se casa antes de cumplir los 18. Y las ni?as tampoco se libran de los golpes. Habla Amisa Juma, que estudia el ¨²ltimo curso de educaci¨®n primaria: ¡°Ya no cuento las veces que me pegan; si no me porto bien, me atizan y ya¡±. Juma cree que la actitud de sus maestros es la correcta, que con ese tipo de sanciones consiguen lo que pretenden. Y dice que nunca ha hablado de ello con sus padres. ¡°Es un castigo por hacer algo mal y no quiero que se enteren¡±, reconoce. Sara Oscar, una ni?a de cinco a?os que cursa primero de primaria, s¨ª lo cont¨® en casa cuando un d¨ªa, tras charlar con una compa?era durante una clase, recibi¨® tres varazos en las manos. ¡°Mi madre me dijo que la pr¨®xima vez me quedara callada¡±, recuerda.
Avanzar hacia otra legalidad
Elena Ramos, directora durante siete a?os del colegio Blue Sky School, en Arusha, una regi¨®n norte?a, menciona algunos casos sangrantes: ¡°Hay colegios donde se imponen castigos p¨²blicos. Si los chavales hacen algo que se considera muy malo, como llegar tarde varios d¨ªas seguidos, se les coloca en un sitio elevado y el profesorado al completo pasa a darles un varazo delante de todo el mundo¡±. Ella cree que en los ¨²ltimos a?os se est¨¢ produciendo un cambio a mejor o que, al menos, hay inter¨¦s en saber de qu¨¦ otra manera se puede educar. E ilustra esta evoluci¨®n con el siguiente ejemplo: ¡°A una profesora le dije que no peg¨¢bamos y que ¨ªbamos a darle otras herramientas. Y me respondi¨® que le gustar¨ªa saber cuanto antes por qu¨¦ era malo golpear a los ni?os porque ella, a sus hijos, los estaba educando a palos¡±.
¡°A una profesora le dije que no peg¨¢bamos y que ¨ªbamos a darle otras herramientas. Y me respondi¨® que le gustar¨ªa saber cuanto antes por qu¨¦ era malo golpear a los ni?os porque ella, a sus hijos, los estaba educando a palos¡±Elena Ramos, exdirectora del colegio Blue Sky School, en Arusha
El caso de Tanzania no es una excepci¨®n a lo que sucede en otras partes del mundo: mientras que 135 naciones s¨ª incluyen la prohibici¨®n de castigos corporales en colegios, en otros 64 estas disposiciones no existen o no son completas. ¡°El art¨ªculo 19 de la?Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o?recoge que los Estados deben adoptar las medidas necesarias para proteger a los ni?os contra toda forma de abuso f¨ªsico. En el art¨ªculo 28 reconoce el derecho al acceso a una educaci¨®n digna¡±, explica Carlos Garc¨ªa de Bakedano, especialista de Unicef en Espa?a en programas de Educaci¨®n en contextos de Desarrollo y Emergencias. El texto que menciona ha sido ratificado por 196 Estados. ¡°Sucede en pa¨ªses de ?frica o Asia, pero en zonas de Am¨¦rica Latina sigue siendo un reto importante¡±, a?ade.
Garc¨ªa de Bakedano explica que la evoluci¨®n por pa¨ªses es dispar y cita algunos casos. En Ghana, los correctivos f¨ªsicos en los colegios no son ilegales, pero ciertas autoridades han desaconsejado su uso. En Estados Unidos, la prohibici¨®n ¨²nicamente se extiende a 29 Estados. Y en naciones como Tanzania o Botsuana no se han producido avances significativos. ¡°M¨¢s all¨¢ de las leyes, hay que involucrar a l¨ªderes locales, a las comunidades educativas, a las familias¡ Un caso que llama al optimismo es Camboya, donde la implicaci¨®n del profesorado ha conseguido la reducci¨®n de esta forma de sanciones en un 30%¡±. El especialista de Unicef finaliza: ¡°Los estudios concluyen que las consecuencias de los castigos corporales, a la larga, provocan problemas de autoestima, de salud mental o de adicciones¡±.
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