?frica une fuerzas para poder emanciparse en el espacio
La nueva agencia espacial africana aspira a defender los intereses del continente y a impulsar el despliegue de sat¨¦lites aplicados a la crisis clim¨¢tica, a la seguridad y a las telecomunicaciones
En los a?os 60, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica se jugaban su prestigio en la lejan¨ªa del espacio. Ambas superpotencias invert¨ªan millonadas con un hito en perspectiva: lograr que el ser humano caminara sobre la luna. Estaba en liza sorprender al mundo y dar un golpe de poder simb¨®lico, quiz¨¢ el m¨¢s impactante de la Guerra Fr¨ªa. Por aquel entonces, el zambiano Edward Makuka ¡ªl¨ªder de la resistencia contra los brit¨¢nicos y docente de secundaria¡ª tambi¨¦n perge?aba su propio cohete en un taller a las afueras de Lusaka, la capital de Zambia. Quer¨ªa fabricar un artilugio interestelar de bajo coste. El D-Kalu 1 habr¨ªa de alunizar antes que nadie. Sus tripulantes iban a ser dos gatos y una joven estudiante de 17 a?os, Matha Mwambwa. Ella ser¨ªa la primera afronauta, seg¨²n el t¨¦rmino acu?ado por Makuka. El plan vislumbraba que otros muchos astronautas africanos siguieran la estela de Mwambwa. Tantos como para colonizar Marte. Fabricado en cobre y aluminio, y de tres metros de altura, el DKalu 1 nunca lleg¨® a despegar.
Desde la inocente extravagancia del profesor Makuka, el sector espacial africano ha ido forjando su camino hacia la madurez. Hoy mueve unos 20.000 millones de euros, seg¨²n la estimaci¨®n de la consultora nigeriana Space in Africa. Su jefa de operaciones, Anna Aikohi, a?ade que 22 pa¨ªses africanos ya cuentan con programas espaciales. Tras el lanzamiento del NileSat 101 (propiedad de Egipto) en 1998, el continente ha ido sumando sat¨¦lites en ¨®rbita hasta superar los 50 actuales. Una cifra a¨²n muy peque?a, que representa poco m¨¢s del 1% de los casi 5.500 sat¨¦lites (unos 3.500 estadounidenses) que giran alrededor de la Tierra. Pero suficiente para que ?frica se haya decidido a institucionalizar una pol¨ªtica espacial com¨²n.
La Uni¨®n Africana (UA) hizo p¨²blica en 2019 su estrategia espacial. Y el pasado enero se inaugur¨® la Agencia Espacial Africana (AEA), un buque insignia para coordinar esfuerzos y generar sinergias. El organismo apenas comienza a balbucear. Ya cuenta con sede f¨ªsica en El Cairo, pero sus instalaciones son, por el momento, una mole con salas casi vac¨ªas.
Tras el lanzamiento del NileSat 101 en 1998, el continente ha ido sumando sat¨¦lites en ¨®rbita hasta superar los 50 actuales. Una cifra a¨²n marginal. Poco m¨¢s del 1% entre los casi 5.500 sat¨¦lites que giran alrededor de la Tierra
Tidiane Ouattara, experto en ciencias espaciales de la UA, prev¨¦ que el pr¨®ximo a?o ya est¨¦n cubiertos sus 156 puestos fijos. Outtara menciona la importancia de ¡°ir paso a paso¡± hacia la consolidaci¨®n de una agencia con personal altamente cualificado. Una instituci¨®n s¨®lida y capaz de ¡°defender los intereses de ?frica¡± en el concierto internacional y de negociar con actores que, al explorar al espacio, ¡°marcaron las normas que m¨¢s les conven¨ªan¡±, subraya. Ouattara comprende que as¨ª fuera, ya que ¡°llegaron primero¡±, aunque advierte: ¡°El mundo debe entender que ahora ?frica est¨¢ tambi¨¦n a bordo¡± y tiene mucho que decir sobre asuntos controvertidos como la basura y el tr¨¢fico espaciales.
Para Taiwo Tejumola, profesor en la International Space University, situada en Estrasburgo, al noreste de Francia, y ¨²nica en el mundo con dedicaci¨®n ¨ªntegra al espacio, el enfoque colaborativo de la AEA ayudar¨¢ sobremanera a ¡°evitar duplicidades¡±. ¡°Si otro pa¨ªs del continente ya tiene un sat¨¦lite que cubre mi territorio, ?para qu¨¦ voy a enviar uno yo?¡±, se pregunta. ¡°En el sector espacial, duplicar esfuerzos sale extremadamente caro¡±, asegura Aikohi.
La idea es que la vanguardia espacial africana (Sud¨¢frica, Egipto, Nigeria y Argelia) tire del carro. Mientras, otros pa¨ªses podr¨¢n aprovecharse de una din¨¢mica de innovaci¨®n sideral e ir contribuyendo en la medida de sus posibilidades. ¡°Algo parecido ocurre con la Agencia Espacial Europea, donde llevan la voz cantante Alemania, Francia y, en menor medida, Italia y Espa?a¡±, considera Tejumola.
Contra el terrorismo o el cambio clim¨¢tico
La pujanza y operatividad de la AEA depender¨¢n de su nivel de financiaci¨®n. Y el caudal de fondos que reciba estar¨¢, a su vez, sujeto a la voluntad pol¨ªtica de apostar o no por el espacio. Seg¨²n Aikohi, la tarea de sensibilizaci¨®n ser¨¢ may¨²scula: ¡°El mandatario africano medio no lo ve como una necesidad, piensa que es una especie de gasto ex¨®tico que no va a ayudar a resolver problemas urgentes como la pobreza¡±. Para ella, la estrategia espacial africana ha de poner ¡ªcon vistas al ¨¦xito¡ª su foco en los beneficios socioecon¨®micos.
Tejumola y Aikohi coinciden en que la agricultura supone una gran baza para convencer a los gobernantes sobre las ventajas de la tecnolog¨ªa espacial. Esta permite anticiparse a los azotes del cambio clim¨¢tico (sequ¨ªas, inundaciones...) y optimizar el manejo de riesgos ante cat¨¢strofes naturales. Otro campo sugerente, muy vendible, tiene que ver con la seguridad. Los sat¨¦lites ya detectan con precisi¨®n los movimientos de supuestos terroristas, por ejemplo en la lucha de Nigeria contra Boko Haram. Tambi¨¦n podr¨ªan, en opini¨®n de Outtara, atajar la sangr¨ªa de vidas y recursos que provoca la pirater¨ªa en las costas africanas o la miner¨ªa ilegal en todo el continente.
En sus contactos al m¨¢s alto nivel, Outtara suele poner el acento en los atractivos c¨¢lculos de coste-beneficio. ¡°?frica es inmensa, el segundo continente m¨¢s grande del mundo. Al explorar y gestionar territorio, uno puede seguir la v¨ªa tradicional: enviar personas. O bien puede utilizar el espacio como herramienta maravillosa que suministra informaci¨®n detallada¡±, explica. Lejos de ser un ¡°producto de lujo¡±, la tecnolog¨ªa espacial ¡°ahorra dinero, algo que no sobra en ?frica¡±, contin¨²a Outtara. Tejumola, por su parte, cita otra gran ambici¨®n continental en la que las im¨¢genes satelitales podr¨ªan acelerar procesos y minimizar gastos: ¡°Existe un plan para completar una red de comunicaciones este-oeste, norte-sur. El espacio ser¨¢ de enorme ayuda para monitorizar estas infraestructuras¡±.
Los sat¨¦lites ya detectan con precisi¨®n los movimientos de supuestos terroristas, por ejemplo en la lucha de Nigeria contra Boko Haram. Tambi¨¦n podr¨ªan atajar la sangr¨ªa de vidas y recursos que provoca la pirater¨ªa en las costas africanas. O la miner¨ªa ilegal en todo el continenteTidiane Ouattara, experto en ciencias espaciales de la Uni¨®n Africana
Outtara se entusiasma al desglosar los ¨¦xitos cosechados gracias al Global Monitoring for Environment and Security (GMES), un programa de observaci¨®n terr¨¢quea financiado por la Uni¨®n Europea. ?l mismo dirige su vertiente africana. El experto cuenta que el GMES ha permitido localizar vertidos de crudo en el Mar Rojo, difundir online avisos climatol¨®gicos que han salvado ¡°muchas vidas de pescadores ghaneses¡± y reducir dr¨¢sticamente la cantidad de barcos que encallan en la ¡°cuenca del r¨ªo Congo, donde el 80% de las transacciones comerciales se hacen por v¨ªa fluvial¡±.
El director del GMES en ?frica va m¨¢s all¨¢. Sue?a con lo que denomina una ¡°revoluci¨®n africana de nuevos recursos¡± centrada en las telecomunicaciones. Esta requerir¨ªa fuertes dosis de I+D+I. Y un ¨¦nfasis formativo que geste canteras de especialistas prestos a galvanizar el desarrollo africano. Una empresa gigantesca que, en opini¨®n de Outtara, dar¨ªa un vuelco total a las din¨¢micas de dependencia. ¡°?frica es el principal consumidor de servicios producidos con tecnolog¨ªa espacial. Ya es hora de que los africanos nos beneficiemos promoviendo un mercado de telecomunicaciones enteramente africano¡±, insiste.
Casi nadie duda de que la carrera espacial africana se topar¨¢ con obst¨¢culos externos, sobre todo por su af¨¢n de crear productos aut¨®ctonos que despeguen desde territorio africano, algo que a¨²n no ha ocurrido. ¡°Lanzar un sat¨¦lite no solo tiene que ver con la capacidad t¨¦cnica. Has de ser capaz de moverte en la arena geopol¨ªtica mundial. En especial, cuando se plantea la posibilidad de lanzar cohetes: si puedes lanzar uno, tambi¨¦n puedes lanzar cabezas nucleares¡±, recuerda Tejumola.
El espa?ol Oscar Garrido, analista del Instituto Espa?ol de Estudios Estrat¨¦gicos (IEEE) public¨® el pasado a?o un an¨¢lisis en el que destacaba la necesidad de que el continente afiance los pilares de su propia industria espacial. ¡°?frica no puede seguir siendo un importador neto de tecnolog¨ªas espaciales¡±, dec¨ªa la publicaci¨®n, algo que, ¡°a largo plazo, lastrar¨ªa su desarrollo socioecon¨®mico, su seguridad y su independencia¡±.
A principios de este a?o se supo que Yibuti iba a alojar el primer puerto espacial africano. Una inversi¨®n de 1.000 millones de euros con supuestas intenciones educativas. El anuncio oficial hablaba de facilitar a las universidades africanas un campo de pruebas con el fin de mejorar el conocimiento en ciencias espaciales. Cundi¨® el escepticismo al saberse qui¨¦n pondr¨¢ el dinero: China (concretamente, una empresa hongkonesa). Casualidad o no, la superpotencia asi¨¢tica inaugur¨® en 2017 su primera base militar extranjera en el peque?o pa¨ªs del Cuerno de ?frica.
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