¡°Las afganas no quieren ni una legitimaci¨®n internacional del r¨¦gimen talib¨¢n ni una nueva intervenci¨®n extranjera¡±
Dorothy Estrada Tanck, coautora del reciente informe de la ONU sobre la situaci¨®n de las mujeres en el pa¨ªs, conf¨ªa en que el ¡®apartheid¡¯ de g¨¦nero se convierta en un crimen de lesa humanidad y que quienes lo instigan rindan cuentas
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Dorothy Estrada Tanck a¨²n sabe decir en dari la frase que m¨¢s us¨® durante su viaje a Kabul y Mazar-i-Sharif en abril y mayo pasados. ¡°No las vamos a olvidar¡±. Se la repiti¨® a decenas de afganas con las que se reuni¨® y a las que escuch¨® desgranar su vida cotidiana inundada de obst¨¢culos y restricciones. Semanas despu¨¦s, la experta y Richard Bennett, relator especial sobre la situaci¨®n de los derechos humanos en Afganist¨¢n, presentaron ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU un alarmante informe sobre la situaci¨®n de las mujeres y ni?as en el pa¨ªs. En ¨¦l se concluye que el r¨¦gimen talib¨¢n ha instaurado un apartheid de g¨¦nero y una persecuci¨®n contra las mujeres.
Estrada Tanck, nacida en M¨¦xico hace 47 a?os y actualmente presidenta del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la discriminaci¨®n de mujeres y las ni?as, conf¨ªa en que ese informe allane el camino para que el Estado de Afganist¨¢n y algunos dirigentes talibanes de su gobierno de facto rindan cuentas ante la Justicia. Afganist¨¢n ¡°es una llamada de atenci¨®n a la comunidad internacional¡± porque lo que ocurre all¨ª puede repetirse en otros lugares, advierte la jurista, que es profesora de Derecho Internacional P¨²blico en la Universidad de Murcia, desde donde respondi¨® por videollamada a las preguntas de este diario.
Pregunta. En su informe afirman que la situaci¨®n de las mujeres en Afganist¨¢n es la peor del mundo.
Respuesta. Sin duda lo es. Nosotros tenemos una lista de indicadores que nos ayudan a valorar si los derechos de las mujeres se respetan o no. Hay pa¨ªses que fallan en algunos y Afganist¨¢n falla en todos. Por ejemplo, no hay otro Estado donde se proh¨ªba la educaci¨®n de las mujeres mayores de 12 a?os. Pero hay lugares como Ir¨¢n, donde vemos que ciertas pr¨¢cticas, como el uso del velo o la necesidad de que las mujeres salgan de casa acompa?adas, pueden convertirse en ley. Afganist¨¢n debe ser una se?al de alarma para otros pa¨ªses y para el resto del mundo, es una llamada de atenci¨®n a la comunidad internacional, porque si esto no se para, lo que pasa en Kabul va a ocurrir en otros lugares. Es m¨¢s, ya est¨¢ pasando. Hay que crear herramientas jur¨ªdicas para prevenir y contrarrestar estas situaciones.
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P. Cuando se entrevista a una afgana, dentro y fuera del pa¨ªs, su sentimiento es que el mundo las ha olvidado y ha normalizado el r¨¦gimen talib¨¢n.
R. No las vamos a olvidar. Y tampoco vamos a dejar que los Estados, que son quienes toman las decisiones, las olviden. Con este informe, documentamos y damos una cierta categor¨ªa jur¨ªdica para que se activen las herramientas de mayor peso contra abusos de este tipo. Hemos puesto la voz de las mujeres en el centro y las afganas est¨¢n hablando muy claro: no quieren una legitimaci¨®n internacional del r¨¦gimen talib¨¢n ni una nueva intervenci¨®n extranjera. No desean que, con el pretexto de defender los derechos de las mujeres, se justifique un nuevo conflicto peor que la situaci¨®n que ya viven. Porque son personas que han sufrido mucho. Por eso hay que encontrar la estrategia certera: poner a las mujeres en el coraz¨®n de cualquier conversaci¨®n sobre Afganist¨¢n y encontrar soluciones pac¨ªficas y en clave de derechos humanos. Ser¨¢ la ¨²nica garant¨ªa de soluci¨®n sostenible en el tiempo.
Las afganas sortean de maneras insospechadas las normas en vigor para poder seguir saliendo de casa o trabajando. Porque resistir no es solo la protesta en la calle.
P. ?Cuesta escribir la rotunda acusaci¨®n de apartheid de g¨¦nero en un informe de la ONU?
R. Por supuesto, hubo muchas conversaciones y comprobaciones antes de tener seguridad de poder utilizar este t¨¦rmino. Lo que estamos viendo en Afganist¨¢n no son solo algunas normas o pr¨¢cticas que discriminan a las mujeres y ni?as, sino un sistema institucionalizado con reglas cada vez m¨¢s opresivas que est¨¢ consiguiendo eliminarlas de la vida p¨²blica y quitarles la posibilidad de ejercer cualquier derecho en cualquier ¨¢mbito, tambi¨¦n en el privado. Lo hemos documentado con decenas de entrevistas a distancia y posteriormente hemos comprobado en el pa¨ªs c¨®mo los edictos de los talibanes afectan gravemente a las afganas en su vida diaria.
P. En su informe tambi¨¦n mencionan la persecuci¨®n de g¨¦nero. ?En qu¨¦ se diferencia jur¨ªdicamente del apartheid de g¨¦nero?
R. Ambos son violaciones graves de los derechos humanos y ambos est¨¢n presentes en Afganist¨¢n. La persecuci¨®n de g¨¦nero es ya un crimen contra la humanidad porque est¨¢ espec¨ªficamente contemplado en el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional. Es una privaci¨®n de derechos fundamentales a un grupo de la poblaci¨®n a trav¨¦s de m¨¦todos punitivos y restrictivos por razones de g¨¦nero. El apartheid tambi¨¦n es un crimen de lesa humanidad, pero no el apartheid de g¨¦nero, que necesita a¨²n desarrollarse m¨¢s jur¨ªdicamente. Esta es una de nuestras recomendaciones. Porque cuando un abuso se califica de crimen contra la humanidad, los individuos concretos (por ejemplo, un ministro) pueden rendir cuentas ante la justicia.
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P. Ustedes no quisieron hacer el informe a distancia, desde un sill¨®n en Ginebra.
R. El primer paso para demostrar que no vamos a abandonar a las afganas fue viajar a Kabul. El informe estuvo a cargo de dos mandatos: el relator especial y nosotras. Es algo poco frecuente y fue muy interesante combinar la visi¨®n profunda del pa¨ªs que tiene el relator con nuestra perspectiva de g¨¦nero m¨¢s global. Las mujeres quieren que su voz sea escuchada, quer¨ªan contar las cosas en persona, aunque eso supusiera un riesgo para ellas. Los talibanes no pusieron ninguna traba a la libertad de movimiento de la misi¨®n, pese a que sab¨ªan cu¨¢l era nuestro trabajo y que el resultado ser¨ªa cr¨ªtico con ellos. Hubo momentos en que un veh¨ªculo de los talibanes ten¨ªa que abrir paso a nuestro coche de la ONU. Yo ve¨ªa aquello y dec¨ªa: pero ?en qu¨¦ planeta estoy? Era surrealista.
P. ?Hubo alg¨²n testimonio que le impresion¨® especialmente?
R. En primer lugar, ver c¨®mo las afganas sortean de maneras insospechadas las normas en vigor para poder seguir saliendo a la calle o trabajando. Porque resistir no es solo la protesta en la calle. Y me conmovi¨® mucho escuchar a una chica que iba a empezar la universidad cuando los talibanes decretaron que las mujeres no pod¨ªan acudir a las aulas y finalmente tuvo que quedarse en casa. Ella nos dec¨ªa: ¡°Me pongo un velo, me cubro entera, lo que sea. Tambi¨¦n puedo ir con mi hermano a clase si es necesario, pero quiero seguir estudiando¡±. Y yo pensaba en mis alumnas, en mi hija... La fuerza de esa chica y su valent¨ªa al hablar eran impresionantes.
Las depresiones o los intentos de suicidio de las mujeres afganas quedan totalmente invisibilizados. Son la ¨²ltima preocupaci¨®n de la lista
P. En su informe se insiste en problemas colaterales menos conocidos derivados de esta discriminaci¨®n masiva contra las mujeres: muertes en hospitales por falta de doctoras, aumento de problemas mentales, m¨¢s violencia dom¨¦stica...
R. S¨ª. Quisimos usar el t¨¦rmino feminicidio y esto llam¨® la atenci¨®n de los Estados. Si las mujeres no pueden estudiar, en unos a?os no habr¨¢ doctoras y esto condena a las afganas a una muerte lenta por problemas de salud totalmente banales y por enfermedades prevenibles, porque no las pueden atender m¨¦dicos varones. Durante nuestro viaje visitamos un hospital de ginecolog¨ªa dirigido por una mujer, ya que la salud es uno de los sectores donde a¨²n se permite que haya trabajadoras femeninas. Nos contaba que si esto sigue as¨ª, pronto no habr¨¢ quien pueda atender un parto, por ejemplo. Por otra parte, los problemas mentales han aumentado, sobre todo entre las afganas, que est¨¢n condenadas a quedarse en casa y sin perspectivas de futuro. Pero las depresiones o los intentos de suicidio de las mujeres quedan totalmente invisibilizados. Son la ¨²ltima preocupaci¨®n de la lista. Es decir, en Afganist¨¢n est¨¢n presentes hoy todos los ingredientes para un gran desastre.
P. En este contexto, la acusaci¨®n de apartheid de g¨¦nero, m¨¢s all¨¢ de lograr titulares llamativos en la prensa, ?puede contribuir a alg¨²n cambio concreto en Afganist¨¢n?
R. El informe servir¨¢ para que en septiembre, en su periodo de sesiones, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU decida si sigue nuestra recomendaci¨®n y encarga un informe sobre el apartheid de g¨¦nero, para buscar v¨ªas para su prevenci¨®n y erradicaci¨®n, incluyendo la de proponer convertirlo en un crimen contra la humanidad. Es un camino largo, pero es una posibilidad abierta. Hoy por hoy, con los instrumentos que tenemos, tambi¨¦n podr¨ªa haber un juicio contra el Estado de Afganist¨¢n por apartheid de g¨¦nero, porque la marginalizaci¨®n extrema de las mujeres viola la Convenci¨®n sobre la Eliminaci¨®n de todas las Formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer, la CEDAW (por sus siglas en ingl¨¦s), de la que Afganist¨¢n es parte. Para ello se necesitar¨ªa que otro Estado tome la batuta y presente un caso ante la Corte Internacional de Justicia. Ya hay un precedente: en 2019 Gambia present¨® un caso contra Myanmar por presuntos actos genocidas contra la minor¨ªa rohiny¨¢.
P. Entonces, jur¨ªdicamente s¨ª pueden darse pasos.
R. Ya est¨¢n pasando cosas. Por ejemplo, la fiscal¨ªa del Tribunal Penal Internacional (TPI) est¨¢ estudiando abrir casos de persecuci¨®n de g¨¦nero contra personas del Gobierno de facto. Otra opci¨®n podr¨ªa ser la jurisdicci¨®n universal: cuando se dan violaciones que afectan a la humanidad en general, un tribunal nacional puede activar esta posibilidad aunque los supuestos cr¨ªmenes se hayan cometido en otros lugares del mundo. En Espa?a existen precedentes. La lista de posibilidades para que exista rendici¨®n de cuentas es m¨¢s larga y no estamos en la situaci¨®n vivida en el anterior r¨¦gimen de los talibanes (1996-2001). Hay m¨¢s informaci¨®n y una mayor movilizaci¨®n, dentro y fuera de Afganist¨¢n.
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