El abismo de la explotaci¨®n sexual de menores en Bolivia: ¡°Me dijeron que si segu¨ªa buscando a mi hija yo iba a morir¡±
Familiares de ni?as y mujeres desaparecidas denuncian la falta de investigaci¨®n de un crimen sin cuantificar y con muy pocas condenas, mientras que las ONG trabajan por rescatar a las v¨ªctimas y el Gobierno intenta fortalecer a los ¨®rganos policiales y judiciales
Un hombre trajeado. Un chico con gorra y pantalones cortos. Un hombre con un mono de trabajo. Un hombre de avanzada de edad. Dos j¨®venes en vaqueros. Otro con corbata y con el malet¨ªn todav¨ªa en la mano. As¨ª, uno tras otro, 18 varones entran en un local de fachada roja en menos de un minuto, el tiempo en el que un sem¨¢foro mantiene la luz verde para el paso de los peatones en el distrito 12 de Octubre de la ciudad boliviana de El Alto. Un vigilante custodia la puerta, por la que asoma una ristra de urinarios de pared frente a la que hacen una breve parada los reci¨¦n llegados. Lo que hay m¨¢s all¨¢ de los v¨¢teres no se ve, pero se sabe: habitaciones donde los proxenetas prostituyen, fundamentalmente, a mujeres.
La estampa es de lunes por la tarde y la zona, considerada roja en una escala en la que el color carmes¨ª describe el grado m¨¢ximo de peligrosidad de zona de prostituci¨®n, ya est¨¢ llena de puteros. Se mire donde se mire. ¡°Aunque de jueves a domingo hay todav¨ªa mucha m¨¢s gente¡±, explica una trabajadora de la Fundaci¨®n Munasim Kullakita (¡°qui¨¦rete hermanita¡±, en aymara), una organizaci¨®n boliviana que trabaja contra la trata de personas y la explotaci¨®n sexual comercial de menores.
La mujer, a la que nos referiremos como Queen para proteger su identidad, llama la atenci¨®n sobre una adolescente que espera en una esquina y sobre otro grupo de chicos que guardan fila frente a un port¨®n met¨¢lico. ¡°Cuando hay noticias de que llega una chica nueva, se concentra m¨¢s gente¡±, cuenta Queen, que ha trabajado durante a?os en este barrio para rescatar a menores obligadas a prostituirse. ¡°Hay por todas partes locales y hoteles con habitaciones que se alquilan por horas o minutos¡±, a?ade. Aquel edificio cubierto de cristales. Aquel otro con aspecto de loft de Brooklyn. Aquel ba?o p¨²blico donde ¡°entrar acompa?ado cuesta tan solo cinco bolivianos [unos 0,7 euros]¡±. Y todos los que, en este distrito, que est¨¢ muy lejos de ser una zona tur¨ªstica, llevan colgado el cartel de ¡°alojamiento¡±. ¡°Yo he llegado a identificar solo en estas calles unos 300 alojamientos m¨¢s unas 120 casas de citas¡±, afirma Queen.
¡°Cuando hay noticias de que llega una chica nueva, se concentra m¨¢s gente¡±, cuenta Queen, que ha trabajado durante a?os en El Alto para rescatar a menores obligadas a prostituirse
La prostituci¨®n ejercida voluntariamente por personas mayores de edad no es delito en Bolivia, pero s¨ª lo es la actividad de quien prostituye a una tercera persona para lucrarse. Queen critica este concepto de ¡°voluntariedad¡± porque obvia la vulnerabilidad de quien la ejerce y porque sirve, en la pr¨¢ctica, para ampararla. Por ello, organizaciones como la suya se centran en lo que es ilegal a todas luces: la explotaci¨®n sexual comercial de menores. ¡°El consentimiento nunca existe en estos casos¡±, puntualiza.
¡°Es un fen¨®meno sin cuantificar y sobre el que existe un gran desconocimiento, tanto de sus din¨¢micas como de los espacios en los que se desenvuelve¡±, afirma Nancy Al¨¦, coordinadora del programa Protejeres (Tejiendo Redes Seguras) de prevenci¨®n de violencia sexual contra menores y que desarrolla la ONG Educo junto a Munasim Kullakita y otras organizaciones. Puede ¡°materializarse en trata de personas, proxenetismo, violencia sexual comercial o pornograf¨ªa¡±, a?ade Al¨¦.
En El Alto y La Paz, las paredes de estaciones de trenes, autobuses y el aeropuerto est¨¢n cubiertos de carteles con rostros de personas desaparecidas y pantallas donde se alternan las im¨¢genes y datos de mujeres a las que sus familias siguen buscando.
La falta de datos complica el diagn¨®stico de este tipo de violencia. Seg¨²n las ¨²ltimas cifras del Ministerio de Gobierno de Bolivia, en 2022 hubo 711 denuncias por delitos relacionados con la trata de personas y delitos conexos (pornograf¨ªa, proxenetismo, tr¨¢fico de personas y violencia sexual comercial), en las que en el 23% las v¨ªctimas eran menores de edad. Todos los expertos consultados consideran que estas cifras son solo la punta del iceberg: no se sabe con exactitud, por ejemplo, cu¨¢ntas ni?as y mujeres contin¨²an desaparecidas o cu¨¢ntas menores son explotadas sin que sus familias lleguen a denunciar. Seg¨²n los datos preliminares del Ministerio de Gobierno, solo en 2023 se denunci¨® la desaparici¨®n de 3.409 personas, ¡°de las que 485 contin¨²an desaparecidas¡±, seg¨²n confirma en una entrevista telef¨®nica Carola Arraya, directora general de Lucha contra la Trata y Tr¨¢fico de Personas de Bolivia, si bien no existe un c¨®mputo del total. Una investigaci¨®n de 2019 de la Fundaci¨®n Munasim Kullakita identific¨® 338 casos de explotaci¨®n sexual comercial solo de menores.
¡°Es probable que se fuera con su novio¡±
¡°Muchos discursos, incluso de autoridades, validan que jovencitas quincea?eras ejercen porque quieren¡±, lamenta Al¨¦. Este prejuicio incide en la falta de investigaci¨®n, porque es com¨²n, contin¨²a, que ante la desaparici¨®n de una joven ¡°un polic¨ªa diga, por ejemplo, que lo m¨¢s probable es que se fuera con su novio¡±.
Ricardo rescat¨® a su hija de 16 a?os de un burdel de Santa Cruz, en una zona similar al distrito 12 de Octubre de El Alto, dos semanas despu¨¦s de su desaparici¨®n. La muchacha, enga?ada por una amiga, fue secuestrada en La Paz, retenida varios d¨ªas y trasladada finalmente a la capital econ¨®mica del pa¨ªs, seg¨²n un testimonio al que ha tenido acceso este diario. ¡°La encontraron drogada pero pudieron salvarla gracias a un operativo policial¡±, relata una persona cercana a la v¨ªctima.
Do?a Lidia, sin embargo, no tuvo tanta suerte. Su hija Juliva sali¨® de casa el 10 de julio de 2014, camino de la Universidad P¨²blica de El Alto, donde cursaba el segundo a?o de Psicolog¨ªa. Nunca volvi¨®. ¡°Lo denunciamos en La Paz, pero como mi hija ya ten¨ªa 21 a?os, no nos hicieron ning¨²n caso, me dijeron que se habr¨ªa ido con alg¨²n var¨®n¡±, cuenta esta chola pace?a en un hotel de la capital boliviana mientras sostiene uno de los carteles de b¨²squeda con el rostro de Juliva que de vez en cuando contin¨²a repartiendo. Durante los primeros 15 d¨ªas despu¨¦s de su desaparici¨®n, do?a Lidia recibi¨® varias llamadas a su m¨®vil desde el n¨²mero de Juliva sin que nadie respondiera. Tambi¨¦n las recibi¨® una de sus hijas, aunque en ese caso, una voz de hombre le comunic¨® que la joven estaba en la ciudad de Oruro (oeste de pa¨ªs) y que necesitaba que le llevaran ropa.
¡°La polic¨ªa nunca triangul¨® las llamadas, no las analiz¨®¡±, se queja do?a Lidia, que cuenta que a lo largo de los a?os le han llegado a asignar ¡°10 investigadores diferentes¡±. Uno de ellos, dice, le pidi¨® dinero por buscarla: ¡°Le entregu¨¦ la mitad, pero nunca hizo nada¡±. La ¨²ltima posible pista sobre su hija la obtuvo en 2015. ¡°Me llam¨® un var¨®n desde un n¨²mero que yo no conoc¨ªa y me dijo que hab¨ªa visto a mi hija en Cochabamba, as¨ª que me fui hasta all¨ª, pero no la encontr¨¦¡±, relata. Fue entonces cuando acudi¨® a un medio de comunicaci¨®n para solicitar ayuda en la b¨²squeda de Juliva y, al salir, la volvieron a telefonear: ¡°Me dijeron que si segu¨ªa buscando a mi hija yo iba a morir¡±. La polic¨ªa, seg¨²n do?a Lidia, nunca investig¨® estas llamadas. ¡°Creo que es porque somos gente pobre, no pasa lo mismo con los ricos¡±, dice.
Tampoco do?a Lorenza, que se expresa en un espa?ol mezclado con palabras en aymara, ha logrado encontrar a su hija Juliana. Ten¨ªa 12 a?os cuando desapareci¨®, el 14 de julio de 2016. ¡°Se hab¨ªa ido a jugar a casa de mi hijo mayor, pero nunca lleg¨®¡±, deplora la mujer, que especula que ¡°la debieron de haber raptado¡±. Poco despu¨¦s, al igual que do?a Lidia, recibi¨® la llamada de un hombre que le asegur¨® que le devolver¨ªa a su hija si le daba dinero. ¡°Esper¨¦ en lugar en el que me dijeron, pero no hab¨ªa nadie y me volvieron a llamar para pedirme m¨¢s dinero¡±, lamenta. No se lo entreg¨® porque no lo ten¨ªa, y nunca m¨¢s volvi¨® a ser contactada.
La debilidad policial
No conocer el destino de sus hijas atormenta a do?a Lidia y do?a Lorenza, que acceden a hablar con este peri¨®dico con la esperanza de que sus hijas, si siguen vivas, lean la historia y sepan que sus madres las siguen buscando. Pero ¡°mapear los lugares donde se produce la explotaci¨®n sexual es muy dif¨ªcil, porque la polic¨ªa es muy d¨¦bil en Bolivia¡±, describe Al¨¦. Queen ratifica este argumento. ¡°Yo he dado avisos a la polic¨ªa cuando sab¨ªamos que hab¨ªa menores en una casa de citas, y cuando llegaban, all¨ª no hab¨ªa nadie¡±, relata la trabajadora social, que sospecha de los chivatazos de polic¨ªas a proxenetas.
¡°Tenemos una debilidad en el sistema judicial y en la investigaci¨®n¡±, admite Arraya. Por eso, asegura, el Gobierno de Luis Arce est¨¢ ¡°fortaleciendo la especializaci¨®n y capacitaci¨®n de los servidores p¨²blicos, tanto de los ¨®rganos judiciales como de la polic¨ªa boliviana¡± porque, asegura, el delito ¡°de trata de personas y sus delitos conexos [pornograf¨ªa, proxenetismo y violencia sexual comercial]¡± son ¡°delitos complicados en su entendimiento¡± para personas sin la experiencia y la formaci¨®n adecuada.
Seg¨²n el ¨²ltimo informe sobre trata del Departamento de Estado de Estados Unidos, que dedica un cap¨ªtulo especial a Bolivia, ¡°el Gobierno no cumple plenamente los est¨¢ndares m¨ªnimos para la eliminaci¨®n de la trata, pero est¨¢ haciendo esfuerzos significativos para lograrlo¡±. En cuanto a los esfuerzos policiales, el mismo documento asegura que ¡°las autoridades no informaron haber investigado, enjuiciado o condenado a ning¨²n tratante¡± en 2022, el ¨²ltimo a?o sobre el que organismo tiene cifras consolidadas. En cambio, en 2021 ¡°los funcionarios informaron sobre 62 investigaciones de trata, 22 enjuiciamientos por trata [12 por trata sexual, cinco por trata laboral y cinco por otras formas de servidumbre], y 12 condenas por trata¡±. La punta del iceberg, seg¨²n Al¨¦.
Pero hay en Bolivia emplazamientos en los que es evidente la explotaci¨®n sexual. ¡°Alrededor de los lugares donde se genera, se crea tambi¨¦n un entorno de comercio¡±, sugiere Al¨¦, como en las zonas de explotaci¨®n maderera y aur¨ªfera. ¡°En concreto, all¨ª donde surge un campamento de hombres¡±, especifica. As¨ª ocurre en el distrito 12 de Octubre, con centenares de tiendas y colmados de los que salen tipos con comida y bebida. ¡°?Por qu¨¦ nadie se cuestiona la presencia de adolescentes en lugares como estos?¡±, se pregunta la experta de Educo.
Desde el departamento contra la trata de personas, Arraya insiste en las medidas que se est¨¢n aplicando para fortalecer la investigaci¨®n judicial con dotaci¨®n de tecnolog¨ªa y equipamiento para la persecuci¨®n de la pornograf¨ªa en internet o sistemas de reconocimiento facial para encontrar a los desaparecidos, la creaci¨®n de un grado universitario gratuito para la especializaci¨®n en trata, la formaci¨®n de agentes en aeropuertos, terminales de autobuses y pasos fronterizos y la intensificaci¨®n de la investigaci¨®n en zonas mineras. Asimismo, se est¨¢n creando programas educativos de prevenci¨®n en las escuelas, el Gobierno de Bolivia ha firmado acuerdos con Brasil y Argentina para vigilar los delitos que se cometen en las zonas fronterizas y planea una modificaci¨®n de la ley 2/63 sobre Trata y Tr¨¢fico de Personas para tipificar los delitos con mas precisi¨®n e incluir otros nuevos como el grooming (cuando un adulto se hace pasar por un menor en internet para establecer con otro menor una relaci¨®n de confianza) o la divulgaci¨®n de ¡°material sexual infantil¡± en redes sociales.
La vulnerabilidad de las v¨ªctimas
¡°De las 3.409 personas desaparecidas en 2023, en 2.193 casos la persona ten¨ªa problemas de conducta o familiares lo que las convierte en potenciales v¨ªctimas de trata¡±, explica la directora general del departamento que investiga este delito. Los captadores de menores se aprovechan a menudo de las situaciones de vulnerabilidad de las v¨ªctimas, seg¨²n constatan las organizaciones que trabajan con las v¨ªctimas. Las t¨¦cnicas m¨¢s recurrentes son las ofertas falsas de trabajo, o lo que Al¨¦ llama ¡°t¨¦cnica del enamoramiento¡± y que consiste en que el captor corteja previamente a una adolescente hasta que anula su voluntad y abusa sexualmente de ella o la prostituye.
Cada vez est¨¢ m¨¢s presente, seg¨²n confirma Arraya, la llamada captaci¨®n online, a trav¨¦s de aplicaciones telef¨®nicas o redes sociales. ¡°E incluso videojuegos en l¨ªnea¡±, ratifica Lindsay, una adolescente miembro del Consejo Consultivo de Ni?os, Ni?as y Adolescentes de La Paz y El Alto, formado para luchar contra la captaci¨®n online. ¡°He visto c¨®mo algunos de mis amigos compiten por ver qui¨¦n recibe m¨¢s contactos de personas desconocidas [en sus redes sociales]¡± como si fuera una prueba del ¨¦xito de sus publicaciones¡±, a?ade Milenka, miembro del mismo grupo.
M¨®nica (nombre ficticio, 26 a?os) es una superviviente del abuso sexual a trav¨¦s de la t¨¦cnica del enamoramiento. Tras sufrir durante a?os el maltrato de su padre, que la somet¨ªa a palizas y violaciones, termin¨® acogida en la casa de su padrino y la esposa de este cuando todav¨ªa era una adolescente. ¡°?l me empez¨® a hablar de que estaba enamorado de m¨ª, que me iba a llevar a otra casa para que estuvi¨¦ramos solos¡ Con esa edad nos lavan la cabeza y nos pueden dominar¡±, recuerda todav¨ªa con culpa. ¡°Cuando una persona mayor domina a un menor y le ofrece una casa o dinero a cambio de sexo, a eso se le llama proxenetismo¡±, replica Queen. Y subraya uno de los principales problemas para identificar esta violencia sexual: ¡°Las ni?as, en un proceso de supervivencia, validan lo que est¨¢n viviendo, como si lo hicieran voluntariamente¡±, recalca. Parte de la sociedad tambi¨¦n lo valida, a?ade.
Ahora M¨®nica, que fue acogida en una casa amparada por el programa Protejeres, cuando todav¨ªa no hab¨ªa cumplido los 18 a?os, ha rehecho su vida, tiene dos hijos y acaba de terminar la carrera de Trabajo Social. ¡°Aunque he tenido ca¨ªdas durante el proceso¡±, se arrepiente.
¡°Los proxenetas son expertos en detectar las vulnerabilidades¡±, afirma Queen, mientras se?ala a dos hombres parados sobre una barandilla en el centro de una de las plazas principales del distrito 12 de Octubre. No sabe sus nombres, pero su experiencia de a?os trabajando en la zona le revela sus intenciones: ¡°F¨ªjese, desde que hemos llegado no se han movido. ?Sabe por qu¨¦? Porque est¨¢n buscando a una jovencita a la que captar¡±.
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