Los herederos de Mandela enfrentan su mayor prueba en las elecciones de Sud¨¢frica
Los sucesivos presidentes del gobernante Congreso Nacional Africano han dilapidado el capital pol¨ªtico de su partido, por no frenar la corrupci¨®n en alza ni asegurar una adecuada provisi¨®n de servicios p¨²blicos
Hace poco Sud¨¢frica celebr¨® el 30? aniversario de su primera elecci¨®n democr¨¢tica, que llev¨® al poder al Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela. ¡°Padre fundador¡± de la Sud¨¢frica postapartheid y sumo sacerdote de la reconciliaci¨®n, a Mandela se lo reverencia en todo el mundo como a un santo secular. Pero tambi¨¦n se lo acusa, cada vez m¨¢s, de haber exonerado a la rica minor¨ªa blanca de 350 a?os de cr¨ªmenes de tiempos coloniales y del apartheid sin obtener una compensaci¨®n adecuada para las v¨ªctimas, mayoritariamente negras.
Cuando el 29 de mayo los sudafricanos vayan a las urnas, el legado de Mandela (y el de sus herederos pol¨ªticos) enfrentar¨¢ su m¨¢s dif¨ªcil prueba. En la elecci¨®n m¨¢s trascendental desde que el pa¨ªs se convirti¨® en una democracia, el partido Congreso Nacional Africano (ANC por la sigla en ingl¨¦s), que ha gobernado en forma ininterrumpida desde que Mandela lo condujo a la victoria en 1994, puede terminar perdiendo el monopolio del poder.
Aunque la Sud¨¢frica posapartheid tiene una cobertura negativa en los medios occidentales, en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas el pa¨ªs ha hecho algunos avances socioecon¨®micos impresionantes. Se han construido unos 3,4 millones de unidades de vivienda, el 90% de los hogares ahora tiene electricidad, el 82% est¨¢ conectado a la red de agua, y 18,8 millones de sudafricanos reciben valiosas ayudas sociales. Por supuesto, no todas son buenas noticias: el desempleo ha aumentado al 32%, y 18,2 millones de personas todav¨ªa viven en la pobreza extrema.
Hasta el a?o pasado, Sud¨¢frica era el ¨²nico miembro africano de los BRICS y del G-20. Y sigue siendo el ¨²nico pa¨ªs africano que integra una alianza estrat¨¦gica con la Uni¨®n Europea
Hasta el a?o pasado, Sud¨¢frica era el ¨²nico miembro africano de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sud¨¢frica) y del G-20. Y sigue siendo el ¨²nico pa¨ªs africano que integra una alianza estrat¨¦gica con la Uni¨®n Europea. Adem¨¢s, hace poco reafirm¨® su lugar en la escena global acusando a Israel ante la Corte Internacional de Justicia de violar la Convenci¨®n sobre Genocidio. Esta acci¨®n audaz est¨¢ en l¨ªnea con los valores del ANC, orgulloso de su historial de apoyo a la autodeterminaci¨®n y solidaridad con otros movimientos de liberaci¨®n.
Mandela dej¨® a muchos occidentales perplejos con su decisi¨®n de mantener estrechos v¨ªnculos con el l¨ªder palestino Yasir Arafat, el cubano Fidel Castro y el libio Muamar el Gadafi, todos ellos firmes defensores de la lucha de Sud¨¢frica contra el apartheid. Y como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en los per¨ªodos 2007-2008, 2011-2012 y 2019-2020, Sud¨¢frica propugn¨® la autodeterminaci¨®n de los pueblos de Palestina y el S¨¢hara occidental.
Tras su llegada a la presidencia, las ideas de Mandela para la promoci¨®n de los derechos humanos y la democracia no sobrevivieron el primer contacto con la realidad
Pero tras su llegada a la presidencia, las ideas de Mandela para la promoci¨®n de los derechos humanos y la democracia no sobrevivieron el primer contacto con la realidad. En 1995, cuando la junta militar nigeriana del general Sani Abacha ejecut¨® en la horca al activista por el medioambiente Ken Saro-Wiwa y a ocho de sus compa?eros, Mandela pidi¨® un boicot petrolero y la expulsi¨®n de Nigeria de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth). En su intento de aislar a Nigeria, la que termin¨® aislada fue Sud¨¢frica, porque los pa¨ªses africanos acusaron al Gobierno de Mandela de ser caballo de Troya de Occidente y debilitar la solidaridad continental.
El segundo de Mandela, Thabo Mbeki, invirti¨® el rumbo antes de asumir el poder en 1999. Mbeki imagin¨® un ¡°renacimiento africano¡±, con programas de bienestar social en Sud¨¢frica y una relaci¨®n estrat¨¦gica con el entonces presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, para crear las instituciones basales de la Uni¨®n Africana. Tambi¨¦n envi¨® fuerzas de paz a la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y a Burundi, y se involucr¨® en iniciativas de pacificaci¨®n en Zimbabue y Costa de Marfil.
Mbeki y Obasanjo pidieron muchas veces al G-8 que cancelara la deuda externa de ?frica y proveyera fondos para la transformaci¨®n socioecon¨®mica del continente, pero no lo consiguieron. Mbeki tambi¨¦n busc¨® una democratizaci¨®n de instituciones de gobernanza global como la ONU, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Adem¨¢s, defendi¨® los intereses del sur global, ayudando a crear en 2003 el Foro de Di¨¢logo IBSA, formado por la India, Brasil y Sud¨¢frica.
Durante la presidencia de Jacob Zuma (elegido en 2009), Sud¨¢frica obtuvo el ingreso al club de los BRIC. Zuma sigui¨® una pol¨ªtica comercial mercantilista para posicionar al pa¨ªs como ¡°puerta de entrada a ?frica¡±, mientras gigantes corporativos sudafricanos ¡ªdominados por gente blanca¡ª en sectores que iban de las comunicaciones y la miner¨ªa a los supermercados y las cadenas de comida r¨¢pida se extend¨ªan por el continente. Sin embargo, durante su mandato hubo un vaciamiento de las instituciones estatales, y su Gobierno fue acusado de corrupci¨®n generalizada.
El presidente actual, Cyril Ramaphosa, que asumi¨® el cargo en 2018, qued¨® enredado en prolongadas disputas intrapartidarias y se le acusa de no dar una respuesta suficientemente decidida a la corrupci¨®n. Tambi¨¦n ha tenido dificultades para revitalizar instituciones estatales desatendidas y mal administradas como la empresa de electricidad Eskom, cuyo colapso llev¨® a tener que implementar cortes rotativos.
Pero a pesar de estos problemas internos, Sud¨¢frica sigue cortejando a los inversores extranjeros en un intento de convertir al pa¨ªs en un mercado emergente atractivo. La pol¨ªtica exterior de Ramaphosa se ha anotado algunos triunfos: como presidente de la UA en 2020, presion¨® por un acceso igualitario a las vacunas contra la covid-19 y acus¨® a los pa¨ªses ricos de practicar un ¡°apartheid vacunatorio¡±; y el a?o pasado, como presidente de los BRICS, supervis¨® la expansi¨®n del grupo. Adem¨¢s, Sud¨¢frica participa en misiones de paz en Congo y Mozambique.
Es evidente que los sucesivos presidentes del ANC han dilapidado el capital pol¨ªtico de su partido, por no frenar la corrupci¨®n en alza ni asegurar una adecuada provisi¨®n de servicios p¨²blicos. El apoyo al ANC est¨¢ en m¨ªnimos hist¨®ricos, y es posible que en la pr¨®xima elecci¨®n reciba menos del 50% de los votos y deba formar un Gobierno de coalici¨®n. Pero la pol¨ªtica exterior de Sud¨¢frica sigue siendo muy popular entre su mayor¨ªa negra, aunque una muy activa minor¨ªa, mayoritariamente blanca, parece nost¨¢lgica de la cercan¨ªa del pa¨ªs con Occidente en tiempos de la Guerra Fr¨ªa.
Es verdad que, en ocasiones, los herederos de Mandela han sido torpes en lo diplom¨¢tico, como cuando parecieron apoyar la invasi¨®n rusa de Ucrania, lo que enfureci¨® a Estados Unidos y a la UE. Pero hay muchas buenas razones para que Sud¨¢frica mantenga buenos v¨ªnculos con sus aliados del grupo de los BRICS y otros pa¨ªses del Sur Global, adem¨¢s de una relaci¨®n razonable con sus socios occidentales tradicionales. Algunas de ellas son su papel de liderazgo en un continente de creciente importancia estrat¨¦gica, su firme apoyo a la autodeterminaci¨®n en el mundo en desarrollo y el hecho de que China es su principal socio comercial bilateral. Cualquiera que sea el resultado de la elecci¨®n, el no alineamiento seguir¨¢ siendo crucial, ya que es el mejor modo de obtener prosperidad econ¨®mica y conservar influencia en los asuntos internacionales.
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