¡°Los terroristas pararon un coche y mataron a todos¡±: el miedo en Burkina Faso, la crisis de desplazados m¨¢s ignorada del mundo
El Consejo Noruego para los Refugiados llama la atenci¨®n sobre el pa¨ªs africano, en el que dos millones de personas han abandonado sus hogares huyendo de la violencia yihadista, sin recibir atenci¨®n medi¨¢tica ni financiaci¨®n
Awa, de 40 a?os, recibi¨® una llamada el 6 de junio desde Pandianga, un pueblo al este de Burkina Faso. ¡°Me llamaron para decirme que los terroristas pararon un coche, hicieron bajar a todos los hombres, incluso al ch¨®fer, y los mataron¡±, explica esta mujer, cuyo nombre es ficticio para preservar su identidad. Entre las v¨ªctimas de los ¡°hombres del bosque¡±, como se conoce a los terroristas, estaba su hermano.
¡°Si tuviera 10.000 francos (15,26 euros), volver¨ªa a mi pueblo para estar con mi madre¡±, afirma. Habla desde Bobo-Dioulasso, la segunda ciudad m¨¢s importante del pa¨ªs, a m¨¢s de 600 kil¨®metros al oeste, donde vive junto con sus dos hijas desde hace un par de a?os. ¡°Llegu¨¦ a la estaci¨®n de autobuses, no conoc¨ªa a nadie, dormimos all¨ª durante dos d¨ªas hasta que un se?or nos trajo hasta aqu¨ª¡±, recuerda. Ahora duerme en la Court de la Solidarit¨¦ de Colma (un espacio para personas en situaci¨®n de extrema vulnerabilidad) y est¨¢ registrada como ¡°desplazada interna¡±, el nombre que se les da a los m¨¢s de dos millones de personas que han tenido que huir de sus casas debido a la violencia yihadista que azota el pa¨ªs desde 2015, acrecentada por la pobreza extrema y el cambio clim¨¢tico. Casi la mitad del territorio del pa¨ªs est¨¢ actualmente fuera del control del Estado. El pasado 11 de junio, un ataque yihadista de un grupo vinculado a Al Qaeda contra la base militar de Mansila, en la frontera con N¨ªger, termin¨® con un pueblo arrasado y un centenar de militares y decenas de civiles asesinados.
Si tuviera 10.000 francos (15,26 euros), volver¨ªa a mi puebloAwa, desplazada interna de Burkina Faso
Desde que empez¨® la insurgencia yihadista en Burkina Faso, Awa ha perdido a su marido, que se fue y de quien no tiene noticias ni n¨²mero de tel¨¦fono; a su padre, a cuyo funeral no pudo enviar ni 100 francos (0,15 c¨¦ntimos); y ahora a su hermano, de quien tampoco va a poder despedirse.
Por segundo a?o consecutivo, el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, en sus siglas en ingl¨¦s) ha calificado la de Burkina Faso como ¡°la crisis de desplazados m¨¢s ignorada del mundo¡±, con 707.000 nuevos desplazamientos este 2023 y miles de personas excluidas de la ayuda humanitaria. El NRC analiza los desplazamientos forzosos de todo el mundo que afectan a un m¨ªnimo de 200.000 personas, y despu¨¦s elabora la clasificaci¨®n de los 10 que menos titulares ocupan, que menos ayuda humanitaria reciben y que menos atenci¨®n tienen en las discusiones internacionales y diplom¨¢ticas. A Burkina Faso le siguen Camer¨²n (1,1 millones de desplazados), Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (6,9 millones de desplazados), Mal¨ª (340.000 desplazados) y N¨ªger (335.000 desplazados).
36 ciudades aisladas del mundo
Uno de los principales retos de las operaciones humanitarias en Burkina Faso es el acceso a las zonas que viven bajo bloqueo yihadista, seg¨²n la Oficina de las Naciones Unidas para la Ayuda Humanitaria (OCHA, en sus siglas en ingl¨¦s). Solo es posible llegar a ellas con los helic¨®pteros del Servicio Humanitario de Aire de las Naciones Unidas (UNHAS, por sus siglas en ingl¨¦s) que salen desde el aeropuerto de la capital, Uagadug¨², o en convoyes militares organizados por el ej¨¦rcito, con una log¨ªstica estricta y secreta para evitar ataques, como el producido en septiembre de 2022, que dej¨® 11 muertos.
Se trata de 36 ciudades que suman unos dos millones de personas que han quedado aisladas del mundo, ya que los grupos yihadistas han aplicado un bloqueo en las carreteras que proh¨ªbe la llegada de camiones con comida, as¨ª como medicamentos o gasolina. Seg¨²n el NRC, al menos 500.000 personas han quedado atrapadas en una ¡°zona de ¨¢ngulo muerto¡±, privadas de cualquier ayuda humanitaria.
Adama, de 47 a?os, es un burkin¨¦s que trabaja en una organizaci¨®n humanitaria en la ciudad de Fada N¡¯Gourma, la capital de la regi¨®n Este de Burkina Faso y la ¨²ltima ciudad bajo control gubernamental de esta regi¨®n. Est¨¢ en contacto telef¨®nico con la poblaci¨®n que vive en las localidades bajo control yihadista, y destaca la importancia de que este tipo de contacto no se pierda porque es la ¡°¨²nica conexi¨®n e intercambio comercial¡± de la zona con el mundo exterior. As¨ª, por ejemplo, un comerciante de ovejas de Diapaga (ciudad bajo asedio de la regi¨®n Este) puede hacer llegar un animal hasta la capital, y gracias a una transacci¨®n econ¨®mica a trav¨¦s de Orange Money (sistema de env¨ªo de dinero con el m¨®vil), ganar unos 100 euros. En estas zonas, el precio de la gasolina puede llegar a costar entre 5.000 francos (7,63 euros) y 7.500 francos (11,4 euros) el litro, seg¨²n explica Adama.
La ayuda humanitaria, en el punto de mira
A medida que el conflicto se encrudece en Burkina Faso, tambi¨¦n lo hacen las necesidades humanitarias, que se han convertido en una ¡°crisis sin precedentes¡±, declar¨® el portavoz del secretario general de la ONU, St¨¦phane Dujarric, a finales de junio. Unos 6,3 millones de personas (de un total de 23,2 millones de habitantes) necesitan ayuda humanitaria, asegur¨® en una rueda de prensa. En 2023 solo se cubri¨® el 39,1% del financiamiento requerido para Burkina Faso, seg¨²n datos de la Oficina para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA). ¡°Las organizaciones humanitarias tiene que hacer frente a impedimentos impuestos por el Gobierno, como por ejemplo la prohibici¨®n de distribuir dinero en efectivo, de empezar un di¨¢logo humanitario con los grupos armados, y de ir a las zonas que no est¨¢n bajo control gubernamental¡±, explicaba el secretario general del NRC, Jan Egeland, en una entrevista reciente.
Las tensiones entre la junta militar liderada por el presidente, Ibrahim Traor¨¦, en el poder desde el golpe de Estado de septiembre de 2022, y las organizaciones internacionales est¨¢ dificultando el acceso y generando un clima de desconfianza y de sospecha hacia la actividad humanitaria. El 7 de junio, una manifestaci¨®n convocada por la Coordinaci¨®n Nacional de Asociaciones de la Veille Citoyenne, una organizaci¨®n af¨ªn al r¨¦gimen de Traor¨¦, se manifest¨® delante del edificio de Naciones Unidas en Uagadug¨² con carteles donde se pod¨ªa leer ¡°?Fuera la ONU!¡± o ¡°ONU = Hipocres¨ªa¡±, como respuesta a la publicaci¨®n de un comunicado que denuncia las masacres de civiles por parte del ej¨¦rcito burkin¨¦s.
La falta de acceso sobre el terreno y la mala percepci¨®n de los actores humanitarios ha provocado que estos no puedan casi salir de la capital, limitando todo el desplazamiento y trabajando a distancia con sus socios locales que s¨ª est¨¢n presentes en las zonas m¨¢s inseguras. El hecho de depender de los helic¨®pteros de UNHAS ha limitado la disponibilidad de movimiento de los trabajadores humanitarios. Adem¨¢s, se trata de una alternativa mucho m¨¢s costosa que moverse por carretera.
La situaci¨®n afecta especialmente a los ni?os. Awa, desplazada en la ciudad de Bobo-Dioulasso, tiene dos hijas. La mayor, adolescente, tiene ganas de seguir los estudios, pero por ahora consigue ganar algo de dinero trabajando en un peque?o puesto de venta de caramelos, cacahuetes y huevos duros. La menor tiene 11 a?os y ha podido reengancharse a la escuela de Bobo-Dioulasso. En Burkina Faso, 6 de cada 10 desplazados son menores de edad y de estos, el 50% no se inscriben en la escuela. Adem¨¢s, un cuarto de los centros educativos del pa¨ªs est¨¢n cerrados, lo que afecta a un mill¨®n de estudiantes, seg¨²n Unicef.
Mientras, Adama, el trabajador humanitario en la regi¨®n Este de Burkina Faso, espera un convoy militar que lo va a conducir hasta ciudades m¨¢s al levante del pa¨ªs para poder seguir trabajando y desarrollando sus proyectos, adem¨¢s de visitar a sus amigos.Es un riesgo, ya que los grupos terroristas han empezado a introducir minas explosivas de fabricaci¨®n propia en las principales carreteras. ¡°Estamos acostumbrados¡±, dice Adama, sobre la convivencia con la amenaza yihadista. ?l ha sido secuestrado varias veces, pero, pese al miedo presente en muchas ciudades, como la suya, ha organizado para este fin de curso la fiesta de las tradiciones en la escuela de Fada N¡¯Gourma. ¡°Es una alegr¨ªa cuando veo a los ni?os contentos¡±, asegura.
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