Una guarida en Burkina Faso para las mujeres que huyen de la violencia yihadista
En el pa¨ªs africano hay 1,8 millones de desplazados internos, la mayor¨ªa mujeres y ni?os. En la capital econ¨®mica del pa¨ªs, Bobo-Dioulasso, siembran en un campo de desplazadas para salir adelante en su nueva vida
Alimata Ouedraogo est¨¢ callada y con la mirada perdida. ¡°Est¨¢ traumatizada porque llegaron a Kalsaka y mataron a la gente¡±, aclara una amiga suya, que explica c¨®mo la violencia yihadista forz¨® a la mujer a huir de su aldea, en el norte de Burkina Faso, cojeando y con muletas. Un grupo de personas la recogi¨® a mitad de camino y la ayud¨® a llegar a Samag¨¢n, una barriada de Bobo-Dioulasso (la capital econ¨®mica del pa¨ªs). Ahora, intenta continuar con su vida junto a otras mujeres que tambi¨¦n huyeron. Ouedraogo es una de las 1,8 millones de personas desplazadas internas de Burkina Faso, de las que el 50,3% son menores y el 22,9% son mujeres, seg¨²n datos de la Oficina de la ONU para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios (OCHA, por su sigla en ingl¨¦s).
Burkina Faso, junto con Mal¨ª, es uno de los principales focos de la violencia yihadista en el Sahel. Desde hace una d¨¦cada, grupos vinculados a Al Qaeda golpean la regi¨®n, aunque en 2022 dieron un salto cualitativo en su estrategia de hostigamiento y lanzaron operaciones para aislar a las principales ciudades de los dos pa¨ªses. Solo en los seis primeros meses de 2022, al menos 2.155 perdieron la vida en Burkina Faso, 200 menos que en todo 2021, seg¨²n el recuento de Jos¨¦ Luengo-Cabrera, analista de datos especializado en el Sahel. Los ataques se concentran fundamentalmente en el norte y el este del pa¨ªs, en concreto, en las regiones administrativas de Sahel, Este y Centro-Norte.
¡°Me duele el coraz¨®n cuando veo a las mujeres desplazadas pidiendo dinero en la carretera. Sus hijos crecen al lado de los sem¨¢foros, tocan a las ventanas de los coches para rogar. Ya no tienen miedo¡±, lamenta Solange Traor¨¦, presidenta de la asociaci¨®n Femmes Battantes (mujeres luchadoras, en franc¨¦s) que las acoge. Porque si no se les da una salida ¡°el terrorismo nunca se acabar¨¢¡±, vaticina. Para ofrecerles una alternativa de vida digna, Traor¨¦ adquiri¨® en junio de 2022 un terreno de cinco hect¨¢reas en el que trabajan las mujeres a las que da refugio. ¡°El campo de las desplazadas¡±, como lo han bautizado, est¨¢ situado en Matourkou, a unos 30 minutos en coche de Bobo-Dioulasso.
¡°?Ma?ana habr¨¢ hambre?, nos preguntamos cada d¨ªa¡±, dice, mientras recolecta jud¨ªas ¡ªel 69% de la poblaci¨®n de la regi¨®n del Sahel y del este de Burkina Faso vive inseguridad alimentaria¡ª. Las jornadas, durante las que las mujeres se organizan en l¨ªnea y cavan a la vez, avanzando en una misma direcci¨®n, son de sol a sol o hasta que el trabajo est¨¢ hecho. La situaci¨®n en Burkina Faso, reconoce Traor¨¦, se sostiene por la ayuda mutua y la solidaridad entre pares, ante un Estado que no responde, protesta.
As¨ª lo reconoce un funcionario de la Acci¨®n Social, el ministerio responsable de acoger y orientar a las personas desplazadas por la violencia. ¡°El Estado es insuficiente¡±, admite el hombre, que prefiere mantener el anonimato porque, dice, despu¨¦s del golpe de Estado del 30 de septiembre de 2022 ¡ªprotagonizado por un grupo de militares encabezados por el actual presidente de la transici¨®n, el capit¨¢n Ibrahim Traor¨¦¡ª, dar la cara, tomar decisiones o hablar le puede costar el puesto de trabajo a cualquiera. ¡°Lo primero que damos es atenci¨®n psicosocial, porque alguien que lo ten¨ªa todo y de un d¨ªa para otro lo pierde, queda traumatizado¡±, expone, mientras registra el n¨²mero de mujeres desplazadas que llegan a Bobo-Dioulasso, una de las ciudades m¨¢s seguras, todav¨ªa bajo control del Estado, junto a Uagadug¨², la capital del pa¨ªs. ¡°Los hombres no vienen¡±, afirma. Seg¨²n desarrolla el funcionario, el motivo es que algunos se unen a grupos yihadistas, mientras que otros se quedan en los pueblos o forman parte de los Voluntarios de Defensa de la Patria, unas milicias populares creadas por el expresidente Roch Marc Christian Kabor¨¦ en 2020 para luchar contra el terrorismo.
Solo queremos que nuestros hijos puedan ir a la escuela y no sean todo aquello que han visto en el puebloZanata, superviviente de la violencia yihadista
Azeta, de 25 a?os, es una de las mujeres que trabaja en el campo de Femmes Battantes. Camin¨® cinco d¨ªas para llegar a Bobo-Dioulasso, despu¨¦s de que los yihadistas llegaran a su pueblo, cerca de Ouahigouya, al norte del pa¨ªs. Por el camino conoci¨® a Sarata, Maimuna, Salimata, y Zanata, de entre 30 y 50 a?os, con quienes ahora comparte techo en las afueras de Bobo-Dioulasso. ¡°Los terroristas llegaron y empezaron a matar a gente¡±, explica Maimuna, que es la ¨²nica que puede soportar hablar del tema. Las dem¨¢s no son capaces. Se les entrecorta la voz o miran al suelo y se tapan con el velo. ¡°Nos fuimos as¨ª, con la ropa que ves y nuestros hijos¡±, confiesa Azeta t¨ªmidamente. ¡°Solo queremos que nuestros ni?os puedan ir a la escuela y no sean todo aquello que han visto en el pueblo¡±, asevera Zanata, mientras su hijo juega con un palo como si fuera un avi¨®n de combate y recrea un sonido muy familiar: ¡°Buuuuuu-pum-pum-pum¡±.
Todas ellas viven juntas en una casa en construcci¨®n que no pasa de los 10 metros cuadrados. Solo hay ladrillos y una puerta de hierro. Cada una pone lo que puede para pagar el alquiler de 10.000 francos CFA al mes (15 euros). ¡°Durante el d¨ªa and¨¢bamos y ped¨ªamos comida, y por la noche dorm¨ªamos en el bosque¡±, relata Azeta, sobre su huida. ¡°Aqu¨ª, en Bobo-Dioulasso, nos han recibido con los brazos abiertos¡±, se alegra Azeta.
El 69% de la poblaci¨®n de la regi¨®n del Sahel y del este de Burkina Faso vive inseguridad alimentaria
Sin embargo, Traor¨¦ no sabe hasta cu¨¢ndo podr¨¢ ¡°sostener el terreno¡±. Dedica parte de su salario a pagar la comida de las jornadas de trabajo, el transporte en mototaxi, el grano y el abono. Pero su labor no termina en Femmes Battantes: coordina tambi¨¦n a las mujeres de la regi¨®n de Haut-Bassins, cuya capital es Bobo-Dioulasso. Tiene un mandato de tres a?os concedido por el Ministerio de la Mujer, la Familia y la Acci¨®n Social con el objetivo de dar voz y representar a las mujeres en los espacios de decisiones pol¨ªticas. Una tarea que siempre la mantiene en una situaci¨®n de inferioridad y minor¨ªa. Actualmente, es la ¨²nica mujer que forma parte de la Delegaci¨®n Especial de la Regi¨®n de Hauts-Bassins, una estructura de gobernanza nueva, implementada despu¨¦s del golpe de Estado de enero de 2022 y creada con la intenci¨®n de dar poder a miembros de la sociedad civil y militares.
Esta temporada se han recolectado al menos dos toneladas de ma¨ªz y dos de jud¨ªas en el ¡°campo de las desplazadas¡±. ¡°El ma¨ªz no ha salido muy grande porque le falta m¨¢s abono a la tierra, y la jud¨ªa ha subido de precio¡±, lamenta. Esta ha sido la primera cosecha y ahora est¨¢n valorando c¨®mo repartir sus frutos y hacer c¨¢lculos para el a?o que viene. ¡°Si esto va a peor, necesitaremos m¨¢s de cinco hect¨¢reas¡±, sostiene. Pero esa es una preocupaci¨®n futura, a la que todav¨ªa Traor¨¦ no puede dedicar tiempo. Mientras, Azeta y sus compa?eras cantan y aplauden a la suerte del d¨ªa y al trabajo realizado. Tienen una fiambrera con jud¨ªas del campo y arroz para compartir. ¡°?Comemos jud¨ªas!¡±, claman.
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