El retorno de Francia de los sonidos ancestrales: grabaciones hist¨®ricas devuelven la memoria musical a los pueblos ind¨ªgenas de Bolivia
Los registros sonoros de al menos seis comunidades nativas fueron realizados por misioneros e investigadores entre 1903 y 2001 y se encontraban en Europa. 157 de esos audios han sido devueltos al pa¨ªs sudamericano
La zampo?a, hecha con tubos de ca?a y de origen prehisp¨¢nico, es el principal instrumento musical de la naci¨®n Chacobo, ubicada en la regi¨®n del Beni, en la parte selv¨¢tica de Bolivia. El sonido hueco producido por los hasta 23 tubos que puede llegar a tener se usa para cantos de caza o rituales curativos. ¡°Uno sopla y el color de su cuerpo queda como el de la luna¡±, dice un nativo que alterna entre espa?ol y la lengua chacobo en una grabaci¨®n de 1994 realizada por el etnomusic¨®logo Jean-Michel Beaudet. Es uno de los 157 audios que el Centro de Investigaci¨®n de Etnomusicolog¨ªa (CREM) de Francia entreg¨® el pasado 25 de noviembre en copias digitales al Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
Adem¨¢s del pueblo Chacobo, el conjunto contempla registros sonoros de otras comunidades del Amazonas boliviano, como los Takana y Moxos, as¨ª como de los valles, como los Jalq¡¯a, Llamero y Yampara. Las grabaciones fueron hechas entre 1903 y 2001, y en ellas se puede escuchar la lluvia y las cigarras de la selva, el sonido de los r¨ªos, y conversaciones en quechua, chacobo, takana o espa?ol sobre los instrumentos, pero sobre todo m¨²sica, al menos 500 piezas, muchas de ellas perdidas en la actualidad.
¡°Motiva que esto pueda servir de memoria para los pueblos originarios, porque mucha de esta m¨²sica ya no existe. Las nuevas generaciones se interesar¨¢n en el patrimonio que no tuvieron. Por eso es importante que est¨¦n en Bolivia y no en Par¨ªs, disponibles para los hijos y nietos de los que tocaron¡±, explica a este peri¨®dico la chilena Rosal¨ªa Mart¨ªnez, investigadora honoraria del CREM y una de las autoras de las grabaciones.
La m¨²sica de estos pueblos no es escrita, sino que se transmite de forma oral, a trav¨¦s de pr¨¢cticas generalmente rituales. La realizaci¨®n cada vez menos frecuente de estos ritos se ha llevado consigo los sonidos ancestrales. ¡°Han ido desapareciendo por las transformaciones actuales de las vidas comunitarias, como la inmigraci¨®n o la valoraci¨®n de la integraci¨®n a la sociedad nacional, dejando de lado su propia cultura. En Bolivia existe un abandono de una identidad distinta, porque la vida en la comunidad, para mucha gente, ya no tiene sentido¡±, explica Mart¨ªnez. Sin embargo, advierte que en este proceso de p¨¦rdida de identidad tambi¨¦n aparecen j¨®venes que quieren reencontrarse con sus ra¨ªces.
La m¨²sica como resistencia
Por ello, el ABNB prioriza entregar copias gratuitas a las comunidades que lo soliciten y a los descendientes de los int¨¦rpretes de las canciones que figuran en el informe realizado por el CREM. ¡°No imagin¨¢bamos la repercusi¨®n que estamos teniendo. Ya hemos recibido varias solicitudes de pueblos ind¨ªgenas, como los yampar¨¢s, o del ayllu [forma de comunidad social] de Tarabuco¡±, cuenta el jefe de la unidad de Archivo del ABNB, Gabriel Rivera. El material puede ser consultado en la instituci¨®n con fines investigativos, pero su uso o reproducci¨®n con fines comerciales est¨¢ prohibido. ¡°Hay que respetar el contrato ¨¦tico entre grabador y m¨²sico. No todas las comunidades quieren que su m¨²sica se difunda¡±, argumenta Rivera.
¡°Hacemos que los mismos miembros de la comunidad se formen como investigadores: les damos talleres de paleograf¨ªa para que estudien los textos coloniales de sus abuelos¡±Gabriel Rivera, jefe de la unidad de Archivo de ABNB
Las grabaciones llegan a tener hasta 35 minutos de duraci¨®n, las m¨¢s largas, y poco m¨¢s de un minuto las m¨¢s cortas. Registran sonidos ambientales, instrumentos afin¨¢ndose y la melod¨ªa de instrumentos t¨ªpicos vallunos (charangos, quenas, erkes, pututus, sicuris, pinquillos) y amaz¨®nicos (tambores, sivivire y otras flautas de pan). En algunos de ellos hay acompa?amiento de voces, individuales o en coro, que cantan una melod¨ªa aguda, lastimera, casi interrumpida por el llanto. Predominan composiciones improvisadas, que reflejan el sentir del momento. ¡°?C¨®mo se llama esta m¨²sica?¡±, se escucha que pregunta una de las investigadoras en las grabaciones. ¡°No tiene nombre, natural no m¨¢s es¡±, le responde en espa?ol un originario de Jalq¡¯a, ubicado en la regi¨®n de Chuquisaca, en el centro-sur del pa¨ªs.
¡°Al haber tanta represi¨®n [en la ¨¦poca] republicana, pienso que la m¨²sica fue un espacio de resistencia y libertad en el que se jugaban muchas cosas. Ser ind¨ªgena en los pa¨ªses de nuestra Am¨¦rica ha sido desvalorizante, reprimido; ha reinado la idea de la no cultura, cuando son culturas extremadamente finas y complejas¡±, sostiene Mart¨ªnez, quien en los a?os 1995, 1996, 1997 y 2012 (esta ¨²ltima visita no forma parte de la colecci¨®n que ha sido devuelta) realiz¨® grabaciones, a veces sola y otras acompa?ada del m¨²sico franc¨¦s Bruno Fl¨¦ty, de los pueblos Llamero, Tarabuco y Jalq¡¯a, todos asentados en Chuquisaca.
Los franceses Cr¨¦qui-Montfort y S¨¦n¨¦chal de La Grange completan el grupo de investigadores de audios. De ellos son las grabaciones m¨¢s antiguas, realizadas en 1903, aunque se interesaron m¨¢s en documentar las ¨¢reas urbanas y registrar marchas militares o bandas de batallones.
En el marco de la restituci¨®n
Estos primeros registros se realizaron en cilindros de cera y fueron entregados en Francia al Museo del Hombre, muchas veces criticado por su colecci¨®n de origen colonial, el manejo de restos humanos y la representaci¨®n occidentalizada de culturas. De hecho, las piezas originales se han quedado en Francia. Desde el CREM opinan que no son m¨¢s que un soporte, una herramienta ¡°occidental¡± y la verdadera importancia de las grabaciones est¨¢ en su contenido. ¡°El valor de las grabaciones no est¨¢ en sus bandas magn¨¦ticas, casetes u otros, sino en el sonido mismo, que es inmaterial¡±, a?ade la investigadora Mart¨ªnez. El fondo del archivo boliviano es mucho m¨¢s amplio, y queda pendiente la entrega de la parte visual, principalmente la relacionada con los pueblos del norte de la regi¨®n de Potos¨ª. Al igual que los audios, estos v¨ªdeos intentan capturar la relaci¨®n de los pueblos con la m¨²sica. Estas devoluciones forman parte del proyecto del CREM, bautizado como ¡°retorno de grabaciones a los pa¨ªses de origen¡±.
La mayor parte de la colecci¨®n proviene de ?frica y Asia, y en menor medida de Am¨¦rica Latina. Desde el CREM afirman que ya se entregaron grabaciones a otros pa¨ªses africanos, como Ben¨ªn o Chad. ¡°Fueron muchos africanos al museo y protagonizaron momentos apasionantes. Se arrodillaban de emoci¨®n al escuchar los audios. Ah¨ª nos empezamos a dar cuenta de que estos archivos no se hicieron para estudiarlos con un inter¨¦s ¡®cient¨ªfico¡¯, como se entend¨ªa en la antropolog¨ªa de ese entonces. S¨ª, son interesantes, hay que estudiarlos, pero no se atendi¨® a su valor memorial¡±, detalla Mart¨ªnez. Los fondos de la instituci¨®n son estudios de mediados del siglo XIX y comienzos del XX. ¡°Se hicieron con el fin de encontrar un desarrollo de la m¨²sica a nivel universal, pero no puedes organizarla de forma lineal¡±.
?Son entonces las devoluciones de estas grabaciones una restituci¨®n o una donaci¨®n? ¡°Ambos, en realidad¡±, dice Rivera, del ABNB. Se concentra m¨¢s en el uso que se le puede dar ahora, desde Bolivia, para reconstruir la historia y reforzar la quebrada identidad ind¨ªgena del pa¨ªs. Cree que puede ser un gran aporte para el programa de rescate de la memoria oral que lleva adelante el Archivo y Biblioteca Nacionales. Hacen parte del proyecto los mismos nativos, que revisan los documentos donde los cronistas, exploradores, evangelizadores y misioneros registraron los saberes de sus antepasados.
¡°Seguimos una metodolog¨ªa ¨²nica. Hacemos que los mismos miembros de la comunidad se formen como investigadores: les damos talleres de paleograf¨ªa para que estudien los textos coloniales de sus abuelos. No interferimos, no aumentamos nada que ellos no quieran¡±, asegura Rivera. Los yampara y guaran¨ªes ya han sido parte de este proceso: comunicadores de su propia historia, usando el material occidental para reconstruir su relato.
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